Noche VII

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Advertencia este capitulo tiene lemmon, sino te gusta puedes saltártelo empieza desde: "El lugar empezó a temblar con fuerza" hasta "Czarina", a las o los que les guste, disfrútenlo.

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Kuroko se alejó de la libreta con lágrimas en los ojos, el corazón le tamborileaba, sus manos temblaban, gemidos salieron de su boca, intentando, inútilmente, de contenerlos con su mano. Se sentía vacío, solo y traicionado. Aspiro aire, pero por más que lo intentara pareciera que no entraba, se jalo la cabellera con fuerza dejando que un grito que rasguñaba su garganta volara en libertad por la habitación.

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Zysis se encontraba en su oficina con las cuatro estaciones cuando el vociferamiento de Kuroko llego hasta sus oídos. Exhalo aire, miro a sus acompañantes y se levantó de donde estaba y camino hasta la ventana y pudo ver como miles de sombras y criaturas viscosas se acercaban al internado. Ya estaba por iniciar.

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Akashi, y sus demás compañeros de clases, al escuchar ese grito sintieron que el ambiente se volvía más frio y luctuoso. Él sin pensarlo salió del salón y dejo que sus piernas lo guiaran.

Llego hasta el pasillo donde quedaba la habitación de Kuroko pero en este había una densa niebla negra que rondaba el lugar. Coloco un pie cerca de la niebla y la temperatura del lugar parecía que había descendido tanto que parecía la Antártida, de inmediato alejo su pie. Escucho a lo lejos gritos y golpes, rápidamente reconoció la voz y sin cavilar se introdujo en la espesa niebla.

Sus extremidades empezaron a endurecerse, de su boca salía vaho y realmente su cuerpo le rogaba por calor, pero su mente estaba en otra parte, solo seguía la voz de Kuroko.

Una vez enfrente de la puerta, intento abrirla pero sus dedos estaban entumidos y estos apenas si podían aferrarse a la manija. IIrritado empezó a golpear la puerta.

—Kuroko, abre —exigía, pero no hubo respuesta —. Kuroko, abre —volvió a indicar, pero con más fuerza.

No se escuchó nada durante unos momentos. Tan silencioso que se podía escuchar el viento soplar. Akashi se mantuvo quieto, esperando.

Un grito desgarrador se escuchó con tanta fuerza que parecía que las paredes y el suelo temblaron. Se alejó unos momentos de la puerta y miro todo a su alrededor, su corazón comenzó arderle; se encorvo llevando su mano derecha al área donde le dolía. Respiró con fuerza y gotas de sudor empezaron a acumularse en todo su rostro. Levanto la cabeza y miro la puerta. Era lo único que le impedía llegar a Kuroko. Respirando profundo y conteniendo el dolor en su pecho, levanto un pie y pateo la puerta, no le importo que sus piernas le dolieran. Cada patada hacia que la madera cediera un poco, hasta que esta se abrio por completo y se petrifico al ver que la habitación de Kuroko se encontraba negro, con un montón de círculos blancos brillantes —que hacían parecer que eran ojos— y en medio de este se encontraba retorciéndose del dolor Kuroko. Sin esperar nada se arrodillo cerca de él.

—Kuroko —le susurro acercando su mano al rostro, pero ante de siquiera rozarlo, el menor vocifero tan fuerte que no se comparaban a la anterior.

Akashi pudo escuchar su corazón agrietarse.

—A...aléjate —murmuro abriendo sus ojos y mirándolo borrosamente por las lágrimas que se escapaban de él.

—No...hare eso —dijo firme.

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