Osuz

Día IV

Un irritante dolor de cabeza hizo que se levantara y con este llego el dolor de espalda y piernas. Abrió perezosamente los ojos y se sorprendió al ver que no se encontraba en su habitación, giro su cabeza a la derecha y se sorprendió al encontrar que a su lado estaba el chico de cabello verde durmiendo —o lo que esperaba— boca a abajo, con la ropa rasgada y manchada de sangre, los cristales de sus lentes rotos y con rasguños en su rostro; miro al frente y se vio que Murasakibara dormía por sus pies y se encontraba igual o en peores condiciones que Midorima; volteo su cabeza a la izquierda y vio a Akashi durmiendo con la respiración lenta; se veía normal, mejor que los otros dos, con algunas manchas negras en la ropa, al igual que algo de sangre, pero parecía de alguien más, ya que no se le veía ninguna herida. Pasó sus manos por sus cabellos intentando a toda costa recordar lo ocurrido.

Después de terminar de hacer los deberes —y ver aquella extraña sombra—, bajo a cenar, fue por su comida y... ¿Qué?, la comida, una persona choco con él...corrió, ¿por qué había corrido?, sacudió su cabeza y volvió a intentarlo, pero cada que intentaba pasar de la escena de estar comiendo su cerebro le dolía, así que suspiro y se levantó. Miro de nuevo a su alrededor y un fétido olor invadió sus fosas nasales, se cubrió la boca intentando retener la arcada que venía. Contemplo mejor el lugar y se reprendió no haber notado el desastre que había.

Las paredes, suelo y techo se encontraban manchadas —lo que parecía ser pintura negra—, también sangre... cayó al suelo de rodillas mientras se agarraba el estómago y la boca.

Akashi escucho el fuerte sonido de algo caer, desplegó sus parpados rápidamente y se encontró con Kuroko de rodillas.

­— ¡Kuroko! —se acercó lo suficiente a él —. ¿Estás bien?

Él asintio.

— ¿Q...que paso? —su voz salió entrecortada.

Akashi lo miro extrañado antes de girar su cabeza de un lado a otro y entendió lo que pasaba, intento recordar pero su corazón se estrujo. Se agarró el pecho y soltó un fuerte suspiro.

—¿A...akahi-kun?

—E...estoy bien...no te preocupes —sus palabras salieron lentas.

Kuroko iba a decirle algo pero una luz los cegó a ambos, se cubrieron el rostro con su antebrazo, arrugaron sus ojos y pudieron ver que la puerta había sido abierta y de ella se asomaba Analisa Monteros, la doctora.

—Con que aquí estaban... —miro todo a su alrededor y sus ojos se expandieron demasiado, para luego volver con los chicos —. ¿Qué paso aquí? —su voz salió con algo de alarma.

Kuroko y Akashi se miraron entre si antes de mirar de nuevo a la doctora y encogerse de hombros. Ella apretó con fuerza la manija de la puerta antes de llamar a los demás maestros.

—Los llevaremos a la enfermería, ¿pueden levantarse?

☾☼☽

— ¿Eso es todo lo que recuerdan? —les pregunto el subdirector, Fabrizio Reyes. Un hombre de largos cabellos canosos (amarrados en una coleta), ojos grises, nariz pequeña y piel morena.

Akashi, Midorima y Murasakibara acababan de contar sobre lo que recordaban sobre el suceso de anoche, que era prácticamente nada. Sólo recordaban a ver estado paseando por el internado, luego que encontraron a Kuroko y después de eso todo estaba borroso y negro. Kuroko se había quedado callado. La idea de tener a muchas personas mirándolo lo ponía ansioso.

Se encontraban en la enfermería; los cuatro chicos estaban acostados en unas camas, mientras eran revisados por las enfermeras. Akashi, Midorima y Murasakibara, se miraron, Kuroko por su parte mantenía la mirada gacha, el que lo revisaran las enfermeras no era algo cómodo. Akashi aparto un poco la mirada para verlo moverse incomodo, suspiro y después observo al subdirector.