Noche IV

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Después de pasar cinco horas en la enfermería los cuatro chicos habían sido mandados a sus habitaciones. Akashi había animado a sus amigos, a excepción de Kuroko que miraba el suelo como si este le estuviera hablando, cuando Akashi lo invito a comer, él negó con la cabeza y sin decir nada regreso a su habitación.

Kuroko se sentó en su cama, apretado con fuerza las sabanas, intentando recordar cada uno de los sucesos de ayer, pero cada intento era un dolor de jaqueca tan fuerte que prefería dejarlo por la paz. Se dejó caer en la cama para luego acurrucarse, mirando el vació.

No entendía que le había pasado, ¿cómo algo como lo de ayer por la noche podía pasar?, aunque la pregunta era, ¿qué había pasado?, suspiro. Su vida iba de mal a peor. Los recuerdos de ante de que su atrapofobia iniciara lo invadieron. Las salidas con sus amigos, las veces en que disfrutaba salir a pasear, ir a los parques de diversiones...en pocas palabras, cuando las personas no le afectaban. Ahora que lo pensaba, ¿cuándo fue la primera vez que empezó todo eso?, hace unos meses atrás, exactamente seis, recordaba aquel día.

Era un viernes por la mañana, el viento del invierno golpeaba su ventana. Ese día tenía planeado ir a patinar con sus amigos: Aomine Daiki, Kise Ryota, Kagami Taiga y Momoi Satsuki. Después de haberse dado una ducha, cambiarse y luego de desayunar salió volando de su casa para llegar a tiempo a la pista.

El lugar estaba muy concurrido, gente por allí y por allá, pero a él no le importaba, ya que sólo quería divertirse con sus amigos. Cuando los encontró los cinco se fueron por sus patines, todos fueron más rápidos que él así que salieron antes dejándolo solo en el vestíbulo, bueno, no estaba solo, había otras personas que no podía ver bien. Cuando había termino de amarrar los patines, se dispuso a ir a la pista, pero antes de llegar, su vista se oscureció y lo último que había visto fue una sombra...

"¿Sombra?" pensó rápidamente mientras abría los ojos y parpadeo un par de veces. Si, recordaba una sombra, pero nunca le había puesto atención ya que estaba por desmayarse y, supuso que era alguien. Trago saliva, "Lo de anoche me está afectando" pensó.

La luz del sol que entraba por su recamara iba bajando poco a poco, un escalofríos le recorrió la espina dorsal antes de estirar su mano para prender su lámpara, pero sus mano quedo a centímetros del aparato antes de quedarse congelado como estatua.

Como si alguien más manejara su cuerpo, regreso su brazo, los coloco a los costados y quedo acostado recto. No podía moverse, la luz fue bajando hasta que su cuarto quedo a oscuras.

Leves gemidos de terror inundaron su habitación, un sudor frio recorría cada parte de su piel, su respiración se agito, el corazón le palpitaba con fuerza y las lágrimas traicioneras comenzaron a escurrirse.

Comenzó a ver caras en la oscuridad, rostros deformes con sonrisas enormes, ojos blancos y rojos que era lo único que iluminaba el lugar. Escucho risas, gritos y respiraciones a su lado. Muchas voces hablaban al mismo tiempo y rápido, en un idioma que desconocía. Algo pegajoso y caliente le acariciaba su piel, erizándolo de pies a cabeza.

—Amo —le susurró al oído una gruesa y entrecortada voz —. Lo en-con-tra-mos —remarco cada silaba antes de sonreír.

Kuroko trago saliva antes de que su vista se nublara y su cuerpo se encontrara cayendo a lo más recóndito de la negrura.

☾☼☽

Aterrizo en un suelo duro y árido. El viento era frio, le congelaba los huesos. Aspiro el aire que le hacía faltaba a sus pulmones. Después de estar más relajado se levantó de donde estaba; miro a su alrededor, confuso y temeroso, sentía que lo estaban observado millones de ojos. Inhalo y exhalo, tenía que relajarse. En eso, una puerta se abrió, mostrándole una luz, sin pensarlo mucho corrió hasta donde se encontraba, pero sus pasos eran torpes. Al estar a mitad de camino pudo ver a alguien dentro. Tenía cabellos roja, piel pálida, nariz pequeña, labios carnosos y, sus ojos azules, lo miraban con cariño, esta persona le extendió los brazos con una sonrisa de oreja a oreja. Corrió con más fuerza.

Quería llegar él.

"Tengo que llegar, tengo que llegar" se repetía mentalmente, "quiero estar con él" pero sus piernas se detuvieron de golpe. Intento seguir avanzando pero no podía. Miro el suelo y vio que sus pies se encontraban pegados al suelo. Levanto la cabeza y comenzó a sentirse desesperado al ver al chico que lo esperaba al otro lado de la puerta. Las lágrimas comenzaron a escurrirse. El pecho le dolió, las manos le sudaban y el cuerpo le pesaba. Quería ir con él.

Entonces, el chico cayó al suelo estrepitosamente. Se paralizo. Balbuceo incoherencias antes de dejar salir un alarido.

— ¡No! —grito fuertemente mientras que intentaba con todas sus fuerzas escapar.

Se escuchó un grito desgarrador. Kuroko tembló al ver la imagen que tenía de frente.

El muchacho de cabellera roja estaba en el suelo siendo comido por una asquerosa cosa color café y que de sus escamas salía una consistencia babosa color verde. El pelirrojo volvió a gritar mientras luchaba con esa criatura.

— ¡Ya voy! —le grito Kuroko.

Pero era demasiado tarde. La cabeza del chico de orbes rojos lo voltearon a ver con lágrimas en los ojos, la boca entreabiertas y con sangre a su alrededor. El cuerpo del menor vibro, sintió como más lágrimas se acumularse en sus parpados, el corazón se le estrujo y su respiración se hizo lenta.

— ¡No! —volvió a gritar comenzando a moverse desesperadamente en su lugar —. ¡No me dejes!, ¡estaré contigo!... —al no ver respuesta alguna del contrario dejo de pelear y dejo salir las lágrimas.

La puerta lentamente se fue cerrando hasta dejar de nuevo el lugar a obscuras. Cayó al suelo.

Lo había perdido, no pudo hacer nada. No valía nada. ¿Para qué era que existía? La pregunto rondo su cabeza. "No sirvo, no sirvo" se dijo. Sentimientos negativos comenzaron a llenar su alma y pensamientos desagradables merodearon su cabeza. Fue poseído por una furia descomunal. Quería hacer sufrir aquella criatura como esa lo hizo con su... ¿Qué era esa persona para él?

—No era nadie —le contesto alguien a lo mejor.

Giro su cabeza.

—No era nadie —le hablo una chillona voz.

—Nadie, nadie —esta vez fue una niña.

—Sólo juega con usted —carraspeo otra voz.

—Él sólo está usándolo —le susurro alguien al odio.

Su mirada se quedó viendo el vacío.

—Los juramentos jamás se cumplen —comento una voz lenta, sonando nostálgica.

Risas y pláticas de todo tipo llenaron de a poco el lugar, pero no eran divertidas, eran tenebrosas.

No sabía qué hacer. Su mente sólo le reproducía consecutivamente el momento de no se hace mucho tiempo atrás.

Impotencia.

No pudo hacer nada y, sin embargo, pudo hacer algo.

No quería seguir allí, quería escapar, ya no aguantaba eso.

—Desaparezcan —ordeno con firmeza.

Se callaron. Todo el ruido se había desvanecido, como por arte de magia, pero aún seguía en ese lúgubre lugar.

☾☼☽

El sonido del despertador lo hizo escapar de ese tormentoso lugar. Miro todo a su alrededor asustado. Soltó un fuerte suspiro antes de cubrirse el rostro con sus manos. Sintió como las lágrimas se combinaban con el sudor y al poco rato el dolor de cabeza lo ataco, indicándole que había sido una pesadilla.


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Kayrim

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