III

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III

«Abrí un libro
y me perdí
fui libre
fui feliz.»

—Axel Marazzi

—¿Sabes que es lo mejor de Mulán? —le pregunté a Rupert mientras le ayudaba a ordenar unos libros que habían dejado unos vagos de mis compañeros. Él me miró sin entender desde el librero a mi derecha.

—¿Mulán?

—Sí, ya sabes, de la película de Disney... La que no era princesa en su historia —aclaré, cargando con un par de libros más. Vaya, se notaba que era semana de exámenes.

—Ah, sí —asintió él en comprensión—. La china, ¿no?

—Un poco racista, pero sí —reí, tratando de no odiar todos esos libros de matemáticas que pesaban más que mi cabeza.

—¿Qué es lo mejor de ella? ¿Su dragón-lagartija? ¿Que enamoró al tipo ese pensando que era hombre?

Sonreí, negando con la cabeza.

—En parte sí, pero no. Lo mejor es su soundrack —volví a reír al ver la cara de Rupert—. Oh, vamos, sabes que es genial la parte de "hombres en acción".

—Como digas —rodó los ojos, terminando con su tarea y sentándose en uno de los sillones de la biblioteca.

Sonreí malévolamente y Rupert gimió.

—No cantes...

—"Badump, turump, badump, turump... Hoy la lucha empieza, esa es la misión —canté, imitando una voz ridículamente ronca. Rupert cerró los ojos, pero una sonrisa se asomó en sus labios—... Niñas me mandaron, para tal acción... —me subí al sillón y alcé las manos en puños, apuntando a los feos libros de texto—. ¡Es la chusma peor que he visto aquí! Entenderán lo que es virtud... —tomé aire y voceé, tratando de actuar como el general Shang, entrecerrando los ojos un poco y escuchando como Rupert reía al fin—. ¡Hombres fuertes... de acción... serán hoy!

»¡Debemos ser cual veloz torrente! ¡Y con la fuerza de un gran tifón! ¡Violentos como un fuego ardiente! ¡Cumpliendo muy misteriosos la misióóóóóón!

En eso, una voz hizo que el color se fuera de mi rostro y me dieran ganas de aprender a desaparecer como el chico de Jumper.

—Oye, tú —habló Jessie Warrior desde atrás de mí, a unos menos de la entrada de la biblioteca. O más bien gruñó-ladró para lo que yo escuché ya que casi me hacía en mis pantalones—. Ven aquí.

De verdad que quise sacar a relucir todos esos años (décadas, siglos) de lucha femenina y de modales en el que un simple "por favor" hacía la diferencia, pero cuando se trata del hermano de Annie... Bueno, me convierto en una especie de perrito chihuahueño con problemas cardíacos.

Miré de reojo a Rupert que solo observaba a Warrior con el ceño fruncido. Apreciaba y agradecía a todo mi karma o lo que fuera por no estar sola en ese momento. De todas formas, ¿qué rayos quería conmigo?

Me acerqué con cierto recelo y traté de no mirar hacia arriba a su inmensa altura del escocés. ¿No podía ser un poco más bajo?

Me miró de arriba abajo y arrugó un poco su nariz aguileña.

—Vámonos —soltó, dándose media vuelta y comenzando a caminar, pero al ver que no lo seguía, regresó y estrechó sus ojos—. ¿Qué esperas? Vamos ya.

—¿A dónde? —con todo y miedo, no tenía idea de qué demonios me hablaba. Yo tenía paciencia, y mucha, pero cuando no entendía algo se me acababa en un parpadeo.

No lo leas, ViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora