5. Sombras del pasado 2/2

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Esperaba a Sam en la puerta de la biblioteca, aquel día yo no tenía examen, pero él tenía una recuperación de inglés y quería que lo ayudara a estudiar, para mí no era ningún problema, al contrario, me gusta pasar tiempo con él.

Tenía además que darle una buena noticia, en menos de un mes me libraría de estos molestos brackets, sabía que él se alegraría por mí.

Mire el reloj suspirando, llegaba un poco tarde. Mi mirada se desvío hasta la pulsera que llevaba en la misma mano que el reloj, aquella pulsera me la regalo Sam el día que empezamos a salir. Si, quien iba a pensarlo, la chica invisible con el chico más popular del instituto.

A mí no me importaba que el fuera o no popular, me gustaba el por su forma de ser conmigo, por la forma en la que me miraba y hablaba, como si viera a través de mi físico. Él estaba cansado de decirme que era hermosa, pero yo no acababa de creérmelo.

Espere y espere, durante media hora, una hora... Preocupada cogí mi móvil y llame a Sam, quizás le había pasado algo por el camino y estaba yo tan tranquila cuando él estaba en el hospital muriéndose. Vale, estaba siendo un poco exagerada, quizás había tenido que hacer otra cosa más importante, aunque si fuera así me habría avisado ¿no?

Nada de nada, no cogía la llamada ni contestaba a mis mensajes, algo enfadado más preocupado me marche a mi casa. Cuando llegue fue directa a mi habitación, tire la mochila sobre la cama y cogí mi portátil.

Tenía un mensaje en Facebook, pensé que sería de él, pero no, era una cuenta sin fotos que me mandaba en el mensaje un link.

Le di por curiosidad pensando que sería Spam, hubiera sido mucho más feliz si jamás le hubiera dado a aquel link. Era un blog y se titulaba "Como tener una empollona de mascota".

Había fotos mías acompañada de Sam y el texto hablaba sobre los supuestos trucos de cómo enseñar a una empollona a acatar sus órdenes, cosas como: 1° Gánate su confianza. 2°Se su amigo. 3°Como estará sola y amargada aprovecha para enamorarla... Etc.

Había muchos pasos que reconocía que había hecho Sam conmigo, citas que habían tenido, cosas que el habíamos hecho juntos. Había sido toda mentira para que sus notas subieran, además para reírse de mí. A saber cuánta gente del instituto sabia de aquel blog, seguro que todos se habían reído a sus espaldas mientras ella creía que tenía un novio perfecto.

Cerré el portátil de golpe, odiándome a mi misma por haberle creído, por haber creído que alguien como él se iba a fijar en alguien como yo. Me las pagaría muy caro tarde o temprano.

Fue entonces cuando me apunte al boxeo, me quite los brackets y cambie las gafas por unas lentillas, cambie, ya no era la niña tímida y seria de la que se habían reído. Ahora mismo era una chica borde, mal hablada, no llegaba a ser una abusona pero la gente dejó de meterse conmigo, no me tenían respecto, seguían murmurando sobre mí pero ya no eran capaces de plantarme cara.

Veía la cara de Sam por los pasillos, parecía mirarme decepcionado, pero seguramente era porque su empollona mascota había desaparecido, lo ignoraba por los pasillos, no iba a la biblioteca ya, pasaba las tardes entrenando mis golpes.

Aquel día decidí dar un paseo, el pasado estaba volviendo a mi y no quería dejarme llevar por eso, quizás estaba madurando. Queria ver si Sam había cambiado, quizás aquello si fue una tontería de niños. Aunque en el fondo de mi algo seguía roto y clamando venganza intentaba controlarme.

Mientras iba caminando hacia un parque del centro lo vi, podía distinguir aquella cabellera suya desde lejos. Me acerque a el sonriendo siguiendo mi plan para ganarme su confianza, cuando de repente apareció aquella chica agarrándolo de la mano.

Definitivamente era la dueña de la casa a la que había entrado a robar, si tenía alguna duda en aquel momento la había resuelto, me estaba empezando a dar asco aquella mujer, sobre todo por la forma de mirar a los demás que tenía, creyéndose perfecta.

-Buenos días Sam. Veo que vas bien acompañado.-Sonrei mirándola como si no la hubiera visto en mi vida, ella me miro de arriba abajo y luego con asco, hacia años que nadie me miraba así. De haberlo sabido le habría pegado una paliza antes de salir corriendo. Maldita zorra, encima sabia su secreto y no podía decírselo a Sam, si no la descubrirían.

Yo quería venganza y ya la estaban ejecutando por mi, el karma seguramente. La sonrisa de Sam parecía forzada mientras agarraba a la chica de la mano, como si no quisiera que las dos nos hubiéramos encontrado. ¿Y si el era tan infiel como aquella zorra? No me extrañaría.

-Ahora si que estoy bien acompañado, quiero decir, con dos chicas, que más se puede pedir ¿no?-El comenzó a reir pero a la novia no le hizo demasiada gracia su broma, que asco de arpía.

-Sam, nos tenemos que ir ya. Llegamos tarde.-Sam se encogió de hombros y asintió, tras despedirse de mi comenzó s andar con la ropa agregada a su brazo, fue entonces cuando uno de los tacones de ella fue a parar de lleno en una gran mierda. Y parecía reciente. El karma que es muy simpático.

Comencé a reir con todas mis ganas haciendo que la tipa se parara y me mirara de reojo, mire a Sam, estaba rojo, seguramente aguantando las ganas de soltar una carcajada, se lo tenía merecido la muy capulla.

Mire a ambos mientras se iban, si no fuera por como ella una andando quitandose la mierda del zapato habría pensado que eran una pareja de cine. Literalmente parecían ambos sacados de Hollywood, y yo parecía sacada de la película de blanca nieves, había pasado de ser mudito a ser gruñón. O eso me decía Henry, la verdad es que odiaba aquella comparación.

Seguí caminando como si nada hubiera pasado, aquella imagen de la chica con el zapato lleno de mierda sería un buen recuerdo. Al pasar por delante se un starbucks pare a comprar mi capuchino, sin uno al día no era persona. La verdad es que atiborraba mi pequeño cuerpo a cafeína, si no eran cafés era bebidas energéticas, algún día tenía que parar, pero no iba a ser hoy.

Ya caminaba de nuevo por la acera con mi café calentito en la mano, se me estaba haciendo la boca agua por darle el primer sorbo, pero me choque contra una pared y el café se desparramó por todo el suelo. ¿Una pared? ¿En medio de la acera? Alce la cabeza y me encontré con un hombre, el cual me miraba entre confuso y divertido.

Era alto, ojos azules, pelo claro, mucha barba, y una altura digna de un rascacielos, bueno, por lo menos desde mi perspectiva.

-Mi café.-Musite apenas cuando me di cuenta de que no le había dado ni un sorbo antes de que se me cayera al suelo. Al escucharme aquella montaña humana comenzó a reír con todas sus ganas, estaba a punto de pegarle, me estaba dando un TIC en la pierna por lo molesta que estaba.

Hice lo que siempre hacia cuando me ponía nerviosa, alce una pierna y estuve a punto de darle una patada en la cintura. El paro mi pierna a centímetros de su cuerpo, era rápido y tenía reflejos. Me miro de arriba abajo y sonrió.

Fue entonces cuando depare en la bolsa de deporte que llevaba, unos guantes de boxeo colgaban de estas. Era boxeador.

Desde luego ver a aquel hombre de dos metros en el ring debía de dar mucho miedo e imponer bastante, yo me lo pensaría dos veces, pero claro, ya había intentado darle una patada. Yo siempre tan lista. Tenía que comenzar a pensar las cosas dos veces antes de actuar o podría tener problemas.



Mi pequeña ladrona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora