13. Un perro masoca y un vil villano.

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Me acerque al perro por la espalda y una vez lo bastante cerca levante mi pierna y le di una patada en la espalda. Lo cogió por sorpresa y lo hizo tambalearse. Lo que me hizo aprovechar el momento e ir corriendo hacia la puerta e intentar abrirla.

Pero claro yo era un genio y la puerta estaba cerrada con llave, había visto al perro cerrar la puerta, aun así por la impotencia del momento no lo había pensado.

El perro se acercó a mí por la espalda pero en vez de insultarme como lo haría cualquier persona lógica comenzó a reírse mientras me miraba.

-La pulguita tiene agallas, pero la próxima vez hazlo así. -Puso una mano en mi hombro en algún lugar entre el cuello y el hombro, apretó con los dedos y las piernas se me aflojaron, haciendo que cayera de rodillas al suelo mientras miraba al chico.-Cuando venga el matón calvo hazlo, le tengo ganas y si te escapas en su guardia me libraré de él.

Tras decir esto el perro salió de la celda dejándome de nuevo en la más absoluta oscuridad. ¿De verdad me había enseñado como dejar por los sueldos a uno de los guardas de aquella habitación? ¿Iba a dejarme escapar por que le caía mal uno de esos tipos?

El perro era extraño de arriba abajo, no sabría que pensar, si lo decía en serio o lo decía para buscarme un problema, sabía muy bien que era capaz de ambas cosas. Si le hacía aquello a aquel matón podrían matarme y el parecía disfrutar de la muerte. Pero si no lo hacía no tendría ninguna esperanza.

En las horas de oscuridad di vueltas por la celda, el perro me había soltado y podía campar por mis anchas en la celda. Al escuchar ruido me senté en la silla de nuevo y coloque las cuerdas como si estuviera atada.

Al abrir la celda se acercó a mí el gorila calvo, un gran mono por lo que parecía, era enorme y parecía andar un poco jorobado, como si realmente fuera un gorila y le costara no usar sus manos para ayudarse a andar.

Al acercarse a mí me levante lo bastante rápido para llevar una mano a ese punto entre su cuello y su hombro y apretar. Lo mire a los ojos y por un momento entre en pánico al pensar que el gorila no caería al suelo. Sabia autodefensa pero aquel tipo era el doble o el triple que yo y podría reducirme con una sola mano.

De repente el gorila cayó al suelo, pensé que lo había conseguido y me sentí orgullosa de mi misma pero al alzar la cabeza hacia la puerta vi al perro de brazos cruzado, llevando en una de sus manos una pistola con un silenciador. Mire al suelo de nuevo al gorila dándome cuenta del agujero de bala que había en su espalda. Maldije mentalmente. No había sido yo.

Mire hacia el perro de nuevo sin saber que haría a continuación, era raro que hubiera matado a un tipo que supuestamente estaba en su bando. Pero aquel tipo era raro quizás había hecho aquello por que disfrutaba de la muerte y tras matar a ese tipo me mataría a mí. O me estaba ayudando para que me atraparan y mataran, de un modo u otro estaba jodida.

El perro comenzó a reír y me hizo una señal con la mano para que me acercara a él, por mi expresión seguramente ya sabría que no me iba a fiar de él de primeras.

Era demasiado raro que siendo del bando de los malos la ayudara a aquello, aquel tipo debía de ser bipolar o algo por el estilo.

Finalmente decidí que lo único que podía hacer era ir con él y que la llevará donde fuera que quisiera. No tenía verdaderamente otra opción, él iba armado, yo no, él contaba con todos los de aquel lugar, yo con nadie. Si se le ocurría decir que yo había matado al gorila lo creerían a él, no tenía otra opción.

Si me iba a matar él no me quedaba otra que estar atenta e intentar defenderme, quizás había alguna posibilidad de que realmente quisiera salvarme o algo así. Pero mi subconsciente me decía que aquello no iba a ser posible, iba a morir en manos del perro.

Camine por los pasillos a un paso del perro, mirándolo de reojo intentaba ver alguna expresión en su rostro, pero siempre estaba sonriendo y no sabía si aquello era malo o bueno. Me estaba empezando a dar miedo aquella sonrisa. Mucho miedo, estaba en manos de un asesino bipolar y mafioso.

-¿Dónde me llevas?-Pregunte por fin al darme cuenta de que el chico no soltaría prenda de donde me llevaba, quizás podría sonsacarle algo. Si iba a morir tenía derecho al menos de saberlo.

-Te voy a llevar con el jefe. Últimamente la mafia está muy aburrida por que lleva desaparecido un tiempo, dando órdenes desde lejos y ahora que está por fin aquí para matarte o hacerte sufrir todo está más interesante. Si le digo que entramos en tu celda, me quitaste el arma y mataste al gorila quizás se enfade y por fin te mate. El viejo jefe necesita un respiro de vez en cuando, si te mata quizás deje de estar tan cascarrabias y vuelva a estar cien por cien en la mafia. Es un plan genial. -Me miro con autosuficiencia, como si llevara días planeando todo aquello, no podía dejar de mirarlo con la boca abierta, realmente aquel tipo era extraño. Cuando muriera o cuando lo mataran debían dinar su cerebro a la ciencia, seguramente harían descubrimientos nuevos, como la tripolaridad. Si acababa de inventar una palabra nueva, o eso pensaba.

Realmente yo también me estaba volviendo los, me estaba diciendo que me iba a echar la culpa de la muerte d gorila para que su jefe me matara a sangre fría y yo me ponía a pensar en si su cerebro sería bueno para la ciencia. A saber cuál de los dos estaba más loco de los dos.

Me pare en seco y cuando se paró a mirarme para ver por qué no seguía caminando alza la pierna dándole una patada con todas mis fuerzas en la barbilla, no lo mataría pero aquello me daría el tiempo suficiente para salir corriendo.

Y fue lo que hice, pero aquella especie de edificio era realmente extraño, era todo pasillo con muchas puertas, todas iguales, sin número ni nada que diferenciara una de otras. Los pasillos eran totalmente blancos como lo era la habitación en la que había estado.

El pasillo parecía no acabar nunca y me estaba hartando de correr, además de tener en cuenta de que iba descalza, aunque el suelo estaba extrañamente limpio, me estaba resbalando.

Escuche pasos apresurados que venían corriendo en los pasillos, seguramente los del perro yendo a por mí. Lo que confirme cuando escuche a lo lejos como maldecía. Me estaba alcanzando ya que parecía correr endemoniadamente rápido. Si no me escondía me atraparía pero no había un sólo sitio donde poder esconderme.

Intente abrir cada puerta con la que me encontraba hasta que una cedió y al abrirla entre rápidamente cerrando la puerta a mi espalda, si me escondía allí no me atraparía. Mire alrededor dándome cuenta de que aquella habitación estaba demasiado oscura y que no había nada.

Como siempre era un genio y no me había parado a pensar que quizás lo que podría haber en aquella habitación sería mucho más peligroso que el perro y su bipolaridad extraña y macabra.

Tantee por la pared buscando tal vez un interruptor de la luz, antes de que mi mano lo encontrara escuche una voz proveniente al fondo de la habitación.

-Katrina....



Mi pequeña ladrona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora