2 El reencuentro

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¿Cómo era la forma más adecuada de encontrármelo por "Casualidad"? En eso pensaba mientras lo seguía. Era una experta por lo que a pesar de llevarme meses siguiéndolo no se había dado cuenta de que me había convertido en su sombra. Aunque también había que añadir que era un poco tonto, por lo que no me podría poner mucho mérito. A veces era cierto lo que decían de los rubios. Aunque no quería subestimarlo del todo.

No quería hacer lo típico de tropezarme con él y ponerle ojitos, tenía que hacer algo más inusual de lo que normalmente hacía, era tonto no se daría cuenta de mis intenciones.

Y fue entonces cuando la cague ¿Por qué? Por qué el estúpido rubio se paró a mitad de la acera mirando alrededor, buscando algo. He de añadir que a medida de seguirlo me di cuenta de que su sentido de la orientación era totalmente nulo, a veces se perdía incluso yendo al trabajo. ¿El por qué la cague? Por qué iba tan metida en mis pensamientos que me choque contra su espalda y salí disparada al suelo. Creo que pude escuchar el Boeing que hizo mi culo al rebotar contra el suelo.

-¡Estúpido no te pares ahí en medio!- Grite aquello mientras me levantaba sobando mi culo, él se giró y en aquel instante me di cuenta de mi equivocación, quería enamorarlo, no demostrarle lo estúpido que era. Ya pensando que sería un borde ante mi grito me quede medio en shock cuando el alzó una ceja y soltó una carcajada.

¿Se estaba riendo de mí?... ¿Otra vez?

Me quede en blanco, seguramente él no me habría reconocido, ni siquiera se acordaría de mí, pero aquello no se me paso por la cabeza en aquel momento.

Mi reacción fue automática, cerré el puño y solté un derechazo con todas mis fuerzas contra su mandíbula, no seré fuerte pero se dónde soltar los golpes y como.

Después de aquello el parecía mucho más sorprendido que yo mientras se llevaba una mano a la mandíbula, le había cortado la carcajada y su mirada ahora mostraba incredulidad.

Volvió a reírse y esta vez con más ganas. Me estaba poniendo enferma y me estaba preparando para darle una patada en el estómago, el pareció darse cuenta y dejo de reírse.

-Espera espera karate kid. Perdona. No quería reírme, pero hace tanto tiempo que nadie me planta cara que no esperaba que lo hiciera una chica tan pequeña y dulce. No era mi intención reírme.

-¿A no?- Alcé una ceja mientras me cruzaba de brazos y lo miraba fijamente a los ojos, me estaba poniendo nerviosa y aquello se notaba en un pequeño TIC en mi pierna. Jamás había sido tan poco profesional en un trabajo, aunque en ese caso esto era demasiado personal.

-No bonita.... Sé que después de reírme pedirte algo puede provocar que me pegues otra vez, pero... ¿Me podrías ayudar a llegar a la Sede de modelos de Calvin Klein? Me he perdido.

No sabía si reírme, si pegarle o pegarme a mí misma por lo tonto que era. Iba todos los días a la sede a trabajar y se acababa de perder en la ciudad en la que llevaba años viviendo.

-¿Por qué me lo pides a mí?

-Te he visto rondando por la puerta de la sede de vez en cuando, no sé si eres secretaria allí o vives por los alrededores, pero llevo días viéndote por allí. -Quizás no era tan tonto como yo pensaba, aunque seguramente yo no me había esforzado tanto como otras veces en esconderme.



Mi pequeña ladrona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora