3. Rodeada de modelos por un dia 1/2

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-De acuerdo rubio tonto, te acompañaré.- Tenía que ser simpática y enmendar mi reacción anterior, tenía que ser la pequeña chica dulce que él creía que era por mi apariencia. No debería juzgarme por esta, aunque yo lo estaba juzgando por su apariencia todo el tiempo.

-Oye ratoncita tengo nombre. Y por ser rubio y modelo no tengo por qué ser tonto. Aunque cuando me pierdo sí que me siento así.-Eso último lo dijo en un murmuro que casi me costó escuchar, seguramente estaba molesto consigo mismo por haberse perdido, pero era normal, ¿Quién se pierde cogiendo por un camino que coge cada día?

-Deja de ponerme motes o tendré que patearte otra vez. Me llamo Aria. Y sé que te llamas Sam, pero te pega más rubio tonto.-Dije con total tranquilidad mientras caminábamos y lo iba guiando. Ladee la cabeza para mirarlo al darme cuenta de que le había dicho que lo conocía y no debería ser así, esperaba que no se acordara de mí del pasado, si no descubriría mi nombre falso y tal vez mi plan se hundiría, pero él seguía caminando sin extrañarle si siquiera que lo hubiera sabido. Era tonto.

-¿Así que eres una fan?- El me miraba divertido mientras yo alzaba una ceja totalmente sería, era rematadamente tonto. Había enlazado que supiera su nombre s que fuera fan de él. Ojalá no se me acabara la paciencia.

-No, pero te he visto en algún que otro anuncio.-Mentí como una bellaca, cosa que normalmente tenía que hacer en mi trabajo y ya era algo que me salía natural.

Mientras caminábamos en silencio lo mire de arriba abajo, iba vestido con unos vaqueros algo descastados y una camiseta de manga corta lisa, bastante normal para ser un modelo de aquella empresa. Iba incluso despeinado lo que le aportaba una imagen algo más infantil, aunque su altura no ayudaba mucho a que se viera como un niño.

Aunque claro, yo mido 1,50 no se podía decir que fuera muy alta y comparado conmigo cualquier persona se vería alta

Todo el camino que nos quedaba no hablamos, nos dedicamos a guardar silencio y caminar. Sabía que él me estaba observando y por su expresión parecía que yo le sonaba de algo pero no terminaba de ubicarme en sus recuerdos. Había sido sólo una mancha en su memoria fácil de limpiar, lo sabía y me dolía.

Quería ser dura como lo había hecho hasta entonces. Pero la época del instituto me tocaba mucho la moral y pensar que en esos tiempos no era importante para nadie me desesperaba. Aunque lo peor es que en la actualidad tampoco tenía a nadie, pero no quería darme cuenta aún. Creía que podía suplir ese vacío con lo que me reconfortaba mi trabajo y todo lo que conseguía a través de él.

Cuando llegamos a la puerta lo mire fijamente, el me sonrió y agarró de la mano para tirar de mí y meterme con él en la empresa. ¿Qué cojones estaba haciendo ahora?

Mientras caminaba intentando resistirme a su agarre, él saludo a la mujer que estaba en el mostrador de la entrada con una sonrisa, esta parecía derretirse. Que patética, puse los ojos en blanco sin poder evitarlo.

Caminamos por los pasillos de aquella sede, había mucha gente caminando de un lado a otro rápidamente por los pasillos, nadie se paró a mirarnos como si fuera de lo más normal que aquel tipo me estuviera llevando casi arrastras por este.

Alce una ceja, deje de caminar y me agarre a él de forma que mientras caminaba mis pies resbalaban, haciendo yo ningún esfuerzo y el más aún al arrastrarla así, estaba disfrutando para que mentir.

-¿Qué haces?- Dijo cuando se dio cuenta de que estaba haciendo más esfuerzo del normal en llevarla. Al pararse de golpe estuve s punto de tropezar y caerme pero conseguí no perder el equilibrio.

-Nada. -Le Sonreí como si fuera una niña pequeña que no ha roto un plato en su vida. Si él supiera.

Lo vi alzar una ceja y seguramente aguantó el no reírse para no llevarse otro golpe. Volvió a caminar pero esta vez no me agarró, confió que lo siguiera, cosa que hice sin dudar, tenía curiosidad.

Giráramos una esquina y entramos por una gran puerta, esta daba a un gran set de rodaje donde había varios fotógrafos mirando sus cámaras, algunas que otras chicas mirando el vestuario y maquillaje, otras colocando los trípodes de las cámaras, tras los trípodes se veía el fondo, donde más gente cambiaba objetos de lugar.

Había bastante gente por allí corriendo de un lado a otro, a mi ni siquiera me miraron, al chico lo guiaron hasta una especie de camerino minúsculo, parecido a los probadores de las tiendas, donde le estuvieron dando ropa para que el se fuera cambiando.

Espere pacientemente fuera hasta que salió vestido solamente con unos boxer calvin klein, llevando un modelo que seguramente no habría salido aún a la venta. ¿Pero no le habían pasado ropa?. Alze una ceja al ver como se paraba frente a mi y me daba una botella de agua.

-Serás mi ayudante, me darás agua cuando te lo pida.

Las chicas de maquillaje se lo llevaron, y menos mal, por que al escuchar aquello había apretado tanto la botella de agua con las manos que pense que iba a reventarla.

Lo seguí mientras ardía por dentro, no había ido allí para darle agua como una chica tonta, tenía que relajarme así que me dedique a observar todo lo que pasaba a mi alrededor.

Mire al chico un par de veces de reojo, su físico había mejorado desde el instituto, no es que antes estuviera mal, pero ahora su cuerpo había desarrollado más músculos, era mucho más hombre que antes, más corpulento. Era normal que todas las chicas estuvieran como locas a su alrededor, pobres estúpidas.

Mire a un par de modelos más, no iba a mentir, me estaba alegrando la vista de buena manera, aquellos hombres eran perfectos, los fotógrafos parecían disfrutar al hacer las fotos y los entendía. Con tipos así ella estaría encantada de trabajar, y más si los tenía en ropa interior acatando todas sus órdenes y posturas. Estaba a punto de ponerme a babear cuando el estupido me gruño que le diera agua.

Le lance la botella sin tan siquiera mirarlo, estando segura de que la había cogido por que no había escuchado el golpe que haría la botella al caer.

-Aria me estas ayudando a mi no a ellos.-Su voz volvía a ser un gruñido. Ladee la cabeza para mirarlo, viendo su expresión enfadada. Si no conociera lo creído que era pensaría que estaba celoso, pero podría apostar que lo único que quería era la atención de todas las mueres en él.



Mi pequeña ladrona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora