4. Conociendo a la novia 2/2

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Tras salir del metro Sam se dio cuenta de que era demasiado tarde para ver la película que él quería, así que nos dimos los números de teléfonos con la promesa de quedar para verla otro día.

Por supuesto le di un número falso, no iba a darle mi verdadero número de teléfono. Henry se había encargado de conseguirme otro teléfono móvil para las misiones por si necesitaba dar mi número como en estos casos.

Tras coger cada uno direcciones distintas me dirigí hacia mi loft cuando me asegure de que él me había perdido de vista. No podía dejar de pensar en aquel rubio tonto, quizás había cambiado y mi misión no tenía ningún sentido. Lo conocería más y después de hacerlo vería si podía llevar a cabo mi plan o no.

Tras entrar en mi loft me metí directamente en el baño para darme una ducha rápida, Henry vendría pronto para darme más detalles de la misión y tenía que estar lista.

Al vivir sola deje la puerta del baño abierta mientras me duchaba, ¿Quién iba a entrar para verme? Como no lo hiciera un espectro no lo haría nadie, y si de verdad me visitaba uno estaría más preocupada por pensar que me estaba volviendo loca que por mi desnudez.

Acabe de ducharme justamente cuando llamaron al timbre. Me enrolle en una toalla y salí del baño para abrirle la puerta a Henry, el cual entró como si la casa fuera suya, tirándose al sofá como si nada pasara. Por eso no le dejaba una llave, tenía mucha cara y se metería en mi loft más veces de las que podría contar.

-Me encanta muñeca que me recibas así, pero tenemos trabajo. Luego quizás te acompañe en una ducha-Dijo mientras colocaba su portátil en mi mesa, comenzó a golpear las teclas sin tan siquiera mirarme.

Era un pervertido a veces, pero en el fondo era un buen hombre. Estaba segura de que podría desnudarme delante de él y no miraría. Iba de chulito pero era un cordero en el fondo.

Me metí en mi habitación para cambiarme. Me puse unas leggins negras y una gran sudadera del mismo color. ¿Qué pensabais que como espía iba a tener un traje especial? ¿De esos ceñidos tipo X-men? Esas cosas no existían.

Yo llevaba unas leggins, mi sudadera más cómoda, una mochila y las armas sujetas en mi cintura o piernas por una especie de cinturones. Y punto. No era tan fantasioso ni especial como muchos podían creer.

Me senté a su lado mientras cogía mi pasamontañas, Henry me lo había regalado en broma y al final había acabado usándolo en serio. Era rosa con un unicornio en la frente, al principio lo había odiado pero era un regalo de mi mejor amigo que le iba a hacer.

-Dime, como entro y que queremos.

Henry me estuvo explicando que aquella chica siempre se dejaba la ventana de la buhardilla abierta, que hacia allí Pilates y nunca la cerraba por las noches. Había una enredadera que subía por la pared y podría escalar hasta la ventana gracias a estas. Tendría que usar guantes por que la enredadera tenía pinches. Henry siempre tan considerado.

Tras entrar tendría quince segundos para correr hasta la alarma y pulsar el número de seguridad, el cual me apunte en la muñeca para tenerlo a mano.

Los demás detalles eran más aburridos, el escondite de la caja fuerte, su código, coger las cosas y salir por donde había entrado.

Salimos de mi loft y nos dirigimos a la casa en el descapotable de Henry, nada de furgonetas como hacían en todas las películas de espías. Me fui colocando un pequeño chip en el oído donde escucharía a Henry por si había algún problema, aunque normalmente lo usaba para decirme cosas "bonitas" y ponerme nerviosa mientras hacia mi misión. A veces lo adoraba y otras veces lo odiaba.

Lo mire de reojo y él al notarlo puso su mano en mi muslo, alce la ceja y le di un golpe. Él se río como si fuera un adolescente estúpido.

-Creí que era la palanca de cambios.-Le di otro golpe más fuerte en el brazo, sus bromas a veces me tenían harta, siempre acababa insinuándose antes de una misión. Para ponerme nerviosa claramente.

Algún día le gastaría yo una broma aceptando sus insinuaciones, y estaba segura de que se echaría a atrás como un niño asustado. Parecía un perro de esos que mucho ladran y luego se acobardan. Era como mi compañero perruno. Sonreí para mis adentros al pensar en esto, seguramente a él no le gustaría aquello.

Cuando llegamos a la casa aparcó un par de manzanas más lejos, baje del coche y camine por los rincones más oscuros de aquel callejón que daba hacia su casa. Subí fácilmente por el muro de piedra y tras esconderme en unos arbustos me puse el pasamontañas y asegure las pistolas a mis piernas, las había usado más veces de las que podría contar, pero jamás para matar a nadie.

Tras ponerme los guantes me dispuse a subir por la enredadera agradeciendo que mi cuerpo fuera tan menudo y poco pesado, si no la enredadera podría ceder. Maldito Henry, podría haber pensado otra manera de entrar.

Una vez subí entre por la ventana y salí corriendo sin hacer ruido alguno, debía de apagar la alarma antes de que empezara a sonar. Había llegado con unos segundos de sobra. Tras tener la tranquilidad de que no iba a sonar la alarma comencé a caminar por los pasillos lentamente, buscando la caja fuerte.

Pase por delante de la habitación principal, agradeciendo que estuviera la puerta cerrada por si la chica seguía despierta no la viera. Fue entonces cuando escuche unos gemidos masculinos y luego otros femeninos. ¿Estaba Sam allí? Desde luego estaban pasándoselo de cine, bueno, para algo tenía a su novia ¿no?

Encontré la caja fuerte en poco tiempo, tras ponerle el código la abrí, metiendo algunos fajos de billetes en la mochila que llevaba. Tras asegurarme de que no había más dinero cerré la caja fuerte. Volví sobre mis pasos y justamente cuando pasaba por la puerta de la habitación esta se abrió.

Me quede congelada en el sitio, ladee la cabeza para ver a una mujer alta, rubia, despampanante aun llevando el pelo revuelto y el camisón medio quitado. Reaccione de la única forma que sabía. Cerrando mi puño y dándole un puñetazo con todas mis ganas en el estómago.

La mujer grito alertando su acompañante y cuando esperaba que iba a salir Sam de allí salió otro hombre, menos mal que llevaba el pasamontañas, si no me habrían visto la cara de incredulidad que llevaba. ¡Era el modelo que me había estado mirando cuando acompañe a Sam!

Varias cosas pasaron por mi mente, parecía que estábamos en una película y quien fuera que tuviera el mando había dado el pause puesto que los tres nos quedamos en shock. Cuando reaccione salí corriendo hacia la buhardilla. El modelo tuvo dos dedos de frente para seguirme, pero conseguí darle un portazo en la cara con la muerta de esta al entrar, lo que lo retraso lo bastante para que pudiera meterme por la ventana y engancharme a la enredadera, a la mitad de la altura tuve que saltar por que venían tras de mí.

Sentí calambres en los tobillos al pisar el suelo pero me obligue a seguir corriendo con todas mis fuerzas. Esta vez subir el muro me costó más, me retrase y el modelo salió corriendo de la casa. Pudo incluso agarrarme de la pierna pero para mala suerte de él lo único que consiguió fue llevarse una de mis deportivas.

Henry me esperaba en el coche al otro lado del muro, tras entrar en el coche arrancó tan de golpe que estuve a punto de estrellarme con el cristal.

-¿Escapando del baile cenicienta?-Dijo Henry a modo de broma, me aguante el pegarle una colleja por que iba conduciendo y teníamos que salir de allí cuanto antes. Henry tenía el don de encontrar el momento más inoportuno para bromear.

-Cállate estúpido, eran mis deportivas favoritas.-Gruñí mientras me quitaba el pasa montañas, el corazón me latía bastante rápido, parecía que se me iba a salir del pecho. La adrenalina aún recorría mi cuerpo de arriba abajo.- ¿No dijiste que es tipa era novia de un tal Sam?

-Y lo es, un modelo de Calvin Klein, no recuerdo su apellido.

En un principio había pensado que Henry se había equivocado de nombre y esa chica era la novia de aquel modelo. Pero parecía ser que había pillado a dos infieles infraganti.

¿Cómo miraría ahora a Sam a la cara? Y si quería contárselo ¿Qué le diría? "Mira Sam anoche entre a robar a la casa de tu novia y estaba tirándose a un compañero tuyo".

Lo mejor era callarme por el momento.



Mi pequeña ladrona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora