5. Sombras del pasado 1/2

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Me mire a mi misma, sin saber cómo llevaba aquel tan conocido uniforme, el impuesto por aquel lugar que más que un instituto para gente de dinero parecía una cárcel. Al menos para mí.

Camine por los pasillos con mi carpeta, la cual apretaba contra mi cuerpo y abrazaba como si pudiera servirme de escudo alguno.

Todos parecían mirarme de reojo con aquel aire de superioridad con el que solían hacerlo en el pasado. Necesitaba encontrar una salida, no sabía por qué estaba allí.

Abrí mi taquilla y de reojo me mire en el espejito que llevaba siempre en mi taquilla.

Aquellas gafas gruesas habían vuelto ocupando parte de mi pequeña cara y haciendo mis ojos algo vidriosos, los granos volvían a estar como siempre poblando mi piel. Sonreí y volví a ver aquellos feos brackets que tanto odiaba, eran horrorosos y hacían mucho daño.

Por mi lado paso un grupo de chicos riéndose, los cuales me empujaron empotrando mi pequeño cuerpo contra la taquilla. Un gemido de dolor salió de mis labios, tendría otro cardenal de nuevo.

Me agache para recoger la carpeta que se me había caído y entonces vi una mano sobre la mía, alce la cabeza y allí estaba él, sonriendo me.

Me ayudó a levantarme cogiendo él mi carpeta y dándomela al poco tiempo. Me miro de arriba a abajo y cuando pensaba que iba a reírse de mi por mi apariencia y por lo mal que me quedaba el uniforme simplemente sonrió.

-¿Quieres que te acompañe a clase? Mis amigos no se han portado bien y me siento culpable.

No le hablé, simplemente asentí con suavidad y ambos comenzamos a caminar por los pasillos de aquella cárcel. Él estaba sacando temas de conversación, hablando sobre sus hobbies como si fuéramos amigos de toda la vida que llevan años sin verse. Al hablar mostraba tanta alegría que podría ser contagiosa si no fuera porque no me fiaba ni un pelo de él.

Se despidió de mí en la puerta de mi clase con una sonrisa y se fue corriendo a la suya puesto que llegaba tarde por mi culpa.

Pensé que no volvería a acompañarme porque no le había dicho ni una sola palabra, pero desde aquel día el me acompañaba en cada cambio de clase aunque su clase estuviera en dirección contraria a la mía. Siempre era igual. Él hablaba y yo escuchaba atentamente.

Un día sin saber cómo dijo algo que mostro lo cabeza hueca que era, haciendo que por primera vez desde que lo conocía soltara una carcajada. El al verme comenzó a reír también, me abrazó y alzó levemente del suelo, pegándome a su cuerpo haciendo que dejara de reír y me sonrojara.

-Perdona, no me esperaba que tuvieras una risa tan bonita ni que te rieras, pensé que cuando hablaba no me escuchabas.

Negué con suavidad mientras lo miraba, el simplemente sonrió y me dejó de nuevo en la puerta de la clase. Desde que iba con él nadie me miraba mal o nadie se atrevía a empujarme o insultarme como lo hacían antes.

Tuvieron que pasar unas semanas para que por fin confiara en él y comenzáramos a hablar, mi estancia en el instituto se estaba haciendo más amena gracias a él. En horas libres quedábamos para ir a la biblioteca, era bastante listo pero no prestaba atención en clase por lo que acababa explicándole yo las cosas, lo pillaba al vuelo pero siempre estaba con sus tonterías. Era guapo, listo y gracioso, que más se podía pedir.

Aquel día en concreto estábamos estudiando, el para matemáticas y yo historia. Intentaba memorizar fechas y reyes cuando lo mire de reojo, él estaba haciendo una cuenta que seguramente no le saldría, al darse cuenta de que lo miraba sonrió y se metió la goma del lápiz en la nariz haciendo una mueca.

Tuve que taparme la boca para no reír puesto que ya nos habían mandado a guardar silencio un par de veces. Le di un suave golpe en el hombro y él me guiñó un ojo.

Seguimos estudiando entre más bromas, las notas de ambos parecieron subir en aquella temporada, no es que antes fuéramos malos estudiantes, si no que ahora disfrutábamos más al estudiar.

Desperté de golpe de aquel sueño, estaba envuelta en sudor frío, no por que hubiera sido una pesadilla, si no por lo que aquel sueño había despertado en mí. Realmente había estado pillada de aquel cabeza hueca. Los recuerdos así los había enterrado en el olvido hace mucho, pero encontrarme con él estaba haciendo que todos mis esquemas se rompieran, mi venganza se estaba volviendo contra mí, quizás lo tenía merecido.

Ladee la cabeza para mirar el otro lado de la cama, el cual estaba ocupado por Henry, que estaba durmiendo boca abajo, en boxes y con uno de sus brazos sobre mi cintura. Mire su espalda y me quede mirando el tatuaje de aquel dragón que ocupaba parte de esta, no iba a mentir, mi amigo tenía un cuerpo de escándalo y aquel tatuaje solo embellecía más su gran espalda.

Suspiré, después del robo habíamos ido a mi casa para repartir el dinero, cenar y ver una película, seguramente me habría quedado dormida y Henry me había llevado a la cama, lo que no entendía era que hacia él allí y en ropa interior.

Me pude librar de su gran brazo musculado, después me mire a mi misma, seguía vestida, si al estúpido se le había ocurrido desnudarme le cortaría todo lo que le cuelga entre sus anchas y musculadas piernas. Lo mire dormir por unos segundos, cualquier mujer que se despertara teniendo a aquel hombre así a su lado podría sentirse afortunada.

Pero yo no era una mujer cualquiera así que me coloque en la cama de lado, acerque mis pies a él y de aquella informa lo impulse con todas mis fuerzas, haciendo que cayera de golpe en la cama, escuchándose un sonoro golpe contra el suelo de madera. Lo escuche maldecir desde el suelo y levantarse, dándome el tiempo justo para hacerme la dormida, el agarró las sabanas y tiro de ellas con fuerza haciendo que mi cuerpo rodara. Estuve a punto de caerme si no fuera por cómo me agarre a la cama lo habría echo.

-Maldita arpía lo has hecho queriendo.-Comencé a reír mientras abría los ojos para mirarlo, le saque la lengua y le guiñe un ojo.

Él se lanzó sobre mí mientras maldecía y cuando me quise dar cuenta lo tenía aplastando mi cuerpo con el suyo, clavando sus dedos en mis costados, haciéndome cosquillas.

Me retorcí bajo su cuerpo riendo con todas mis ganas, intentando aguantar sus manos para que dejara mi cuerpo en paz, pero era muy fuerte y yo estaba en desventaja porque mi cuerpo se aflojaba con las cosquillas.

Cuando él se dio cuenta de que no podía más dejó de hacerme cosquillas. Fue entonces cuando ambos caímos en la cuenta de algo, el sobre mi cuerpo en ropa interior, yo aprisionada bajo él podía sentirlo completamente. Nuestras caras a centímetros de distancia, mi respiración, agitada por las cosquillas daba contra sus labios. Si en aquel momento alguien hubiera abierto la puerta, el espectro posiblemente, habría pensado que estábamos haciendo algo no apto para menores.

Lo peor es que ninguno de los dos se movía, nos quedamos quietos, mirándonos, hasta que lo note, un gran bulto formándose contra mi cadera, jadee al notarlo sin tan siquiera darme cuenta.

Él se levantó de golpe reaccionando en aquel momento y rompiendo el estado de shock en el que ambos nos encontrábamos. No se molestó sin quiera en taparse, aquel bulto en sus bóxer era claramente visible, parecía que los bóxer le hubieran encogido varias tallas de golpe.

-Joder Katrina... Voy a ducharme.-Y tras decir esto me dejó sola en la habitación, con una sensación extraña dentro de mí. Odiaba a aquel hombre en esos momentos.

Katrina céntrate, es un amigo, como si fuera un hermano para ti ¿O no? Intentaba convencerme a mí misma de aquello mientras me levantaba de la cama.

Si alguien lee esto que no sé si es lo bastante bueno, tengo mis dudas pero poco a poco iré haciendo la historia más interesante y puede que los capítulos más adelante sean más largos. De todos modos agradecer a todos los que pasen por aquí para leer esto. Y no, no me equivoque con el nombre de la chica ;) Recordad que Aria fue el nombre falso que le dio a Sam. Hasta ahora no estaba segura de su verdadero nombre, pero definitivamente será Katrina.



Mi pequeña ladrona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora