Mi dulce muñeca

Capítulo 7: El primer beso

El hecho de saber que la peli-rosa aún sentía "eso", después de tanto tiempo y a pesar de todo el dolor que le había causado, lo ponía vulnerable a caer y desistir de la idea "venganza" lo que considera peligroso, y por lo cual se había alejado de ella y Naruto.

Aquella noche que desertó, ignoró por completo las palabras de aquella chica en su intento por detenerlo ¿Qué cambiaba ahora? ¿Por qué reconcideraría la idea de ser feliz? Alejarse de todo este odio y vivir una vida tranquila como ninja. ¡No! ¡No! Eso no puede pasar por la cabeza de un vengador lleno de odio, debe ser frío y ambicioso de poder.

Antes de que sus pensamientos se hundieran más alejándolo del odio y poniéndolo en duda, se apartó con brusquedad cuando había notado la cercanía inconsciente de su rostro al de ella, y así mismo dio marcha hacia la salida sin mirar atrás, azotando la puerta con violencia tras salir, dejando a solas en aquella habitación sombría a la chica confundida.

Sakura, se sentía extraña después de haber respondido, su secuestrador había intentado besarla, lo aseguraba porque sintió como sus alientos chocaron, él estaba demasiado cerca de sus labios.

Ella, tal vez se hubiera dejado besar como una idiota, pero ¿por qué? Para su "buena" suerte, su captor se arrepintió y dejó el acto inconcluso, pero su corazón desbocado y sus mejillas ardiendo.

Cuando su corazón se calmó, intentó reflexionar y reconsiderar su situación. Al parecer, su secuestrador está interesado en ella de una forma "emocional" así que lo más probable es que la deje con vida, pero la pregunta más importante había quedado sin una respuesta concreta —"Soy tu salvador, MI DULCE MUÑECA" — repitió en voz baja una y otra vez, tratando de encontrar una respuesta en el juego de palabras, pero lo único que conseguía era sonrojarse.

Se recostó en la cama, un poco adolorida de los brazos que permanecían atados, ya llevaba demasiado tiempo así, tal vez pediría a su captor, que aflojará un poco el amarre.

(...)

Una brisa fresca anunciaba la noche, el sol estaba por ocultarse al horizonte donde la mirada de unos ojos ónix se perdían, su rostro inexpresivo y de semblante serio, unos mechones de cabello negro azulado eran removidos por el viento, dando un toque de serenidad y sensualidad al Uchiha, mientras que en su mente se debatía entre lo "qué debe hacer" y "lo que quiere hacer".

¿Qué diferencia existe? Lo que debe hacer es vengar a su clan y es lo que él quiere hacer... Pero entonces... ¿Qué era eso que provocaba que su corazón se acelerara? Ni en una batalla, ni cuando entrenaba, ni siquiera cuando veía a Itachi, su corazón reaccionaba de esa manera... Tan necesitado.

No es miedo ¿qué es? Los últimos rayos del sol brillaron en los ojos del azabache, llevándose consigo la inquietud de su interior. Un suspiro profundo se escapó de sus pulmones y se propuso regresar adentro más calmado, esta vez con sus ideas más fijas y sus sentimientos enterrados en lo más profundo de sus ser, de donde pretendía nunca volver a sacarlos.

Para comprobar que Sakura ya no provoca sensaciones extrañas en él y que no siente nada especial por ella, decidió ir a su habitación, para soltarla y dejarla libre en la oscuridad de la noche, donde probablemente sería atacada y asesinada fácilmente por algún animal o bandido, daba igual si vive o muere, su ex-compañera de Konoha no significa absolutamente nada para él, solo evitaría dejarse ver por que sería una molestia.

Cuando entró a la habitación, todo su plan se derrumbó al verla dormir plácidamente, se veía tan hermosa e indefensa.

El Uchiha se mordió el labio inferior y nuevamente su corazón perdió el control de los latidos, susurró una maldición. Más que por gusto, un impulso lo hizo acercarse a ella, una vez que estuvo lo suficientemente cerca, extendió su brazo para tocar unos mechones de cabello rosa que cubrían parte del rostro de la chica, mientras que los ojos negros se hacían más profundos deleitándose al verla —es hermosa — se le escapó un pensamiento en susurro.