Mi dulce muñeca

Capítulo 17: En manos enemigas

La tarde era hermosa, los rayos del sol hacían contraste con los cabellos rosas de la chica que miraba el atardecer recargada en el balcón de su habitación.

Suspiraba con tristeza, no podía asimilar que al fin su sueño infantil que creía perdido estaba por cumplirse y que su madre no la apoyara. Por un lado lo comprendía, pero sus deseos egoístas eran más fuertes que la obediencia a su progenitora.

Reincorporó su estatura, tomó aire hasta llenar sus pulmones y exhaló figurando una sonrisa en el rostro, dio media vuelta y estiró un poco sus músculos, había pasado ahí pasmada varias horas así que necesitaba salir para despejar su mente y con la intención de encontrar a su prometido por las calles de la aldea.

Emocionada comenzó a buscar entre su ropa algo lindo y casual para vestir, pues si se encontraba a Sasuke por la aldea -y que esa era la intención- le pediría una cita en ese instante, así que debería lucir bien para él.

Después de unos minutos de exhaustiva búsqueda se sentó decepcionada al borde de su cama, miró el desastre a su alrededor, ropa y zapatos por doquier y se percató de algo que jamás se había detenido a pensar, tal vez porque no le preocupaba en lo absoluto o no tenía tiempo.

—No tengo nada lindo que ponerme... Ino tenía razón, no soy nada femenina, mi ropa es vieja y anticuada.

Suspiró resignada y se tumbó sobre su espalda en la cama para quedarse mirando el techo.

Una idea atravesó por su mente como un meteorito en la atmósfera, se levantó de un salto y corrió hacia la salida sin detenerse ni para bajar las escaleras, se calzó sus zapatos y salió despavorida de la casa ignorando la rabieta y las advertencias de su madre quien intentó detenerla inútilmente.

Una vez en la calle y lejos de casa reguló la velocidad y con paso normal se dirigió a buscar a su mejor amiga para pedirle ayuda e ir de compras. Gastaría sus ahorros en algunos atuendos femeninos para impresionar a Sasuke, y aprovechando alardear un poco con su eterna rival sobre su compromiso.

Y entonces ahí se encontraba ella, a punto de tocar la puerta de los Yamanaka, pero algo la hacía dudar, pensaba que tal vez podía interrumpir algo, su mejor amiga posiblemente estaba ocupada teniendo una cita con Sai.

Después de unos minutos de pensarlo, al fin se decidió en llamar a la puerta, antes de dar el primer golpe, una explosión muy cerca aturdió sus sentidos, haciéndola volar por los aires a un par de metros.

Cuando reaccionó su cabeza daba vueltas y su vista estaba nublada, había perdido el equilibrio debido al estruendo, sintió un líquido tibio salir por sus oídos y llevó sus dedos ahí para encontrar sangre.

—¡Sakuraaa!

A lo lejos escuchó la voz de Ino llamarla y alcanzó a distinguir que salía a su ayuda, entonces intentó ponerse de pie pero sus piernas le fallaron y volvió a encontrarse con el piso.

—Ino...

Su visión era borrosa pero pudo ver cuándo su amiga fue lanzada por los aires por otra explosión antes de que pudiera alcanzarla, después escuchó la voz de Sai gritar por Ino, y eso fue lo último que percibió antes de sentir su cuerpo pesado y caer inconsciente.

La explosión traía un tipo de somnífero ¿cómo fue posible que no lo vio venir?

[...]

En todas las entradas de la aldea había mucha seguridad por órdenes del hokage.
A unos cuantos kilómetros de ahí, un grupo de tres AMBU habían quedado fuera de combate y yacían inconscientes en el piso.

El área era la prueba de un combate con explosiones, todo esto era examinado por los ojos de un despreocupado moreno quien los había encontrado, afortunadamente vivos. Los auxilió y mandó un halcón para pedir que mandaran apoyo médico, pues las quemaduras estaban entre primer y segundo grado, además de resultar con signos de envenenamiento.