James Sirius Potter

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-¡James Sirius Potter!- grito Emma en medio de uno de los pasillos de Hogwarts.

Habían pasado dos meses desde la llegada de Emma a su nuevo colegio. Dos meses en los que Emma había sido víctima de ataques. Ataques de bromas para ser exactos. James Sirius, el cual le había dicho su nombre completo el día de la selección, le hacia todas las bromas posibles. Como ahora; había estado caminando por los pasillos, ya que debía ir con Mcgonagall a sus clases particulares. Debido a que entró en sexto año sin saber la mitad de las cosas, la directora le había dicho que la ayudaría con las clases. Se había levantado temprano un sábado, el cual es su día de descanso para tener clases con Mcgonagall. Estaba por llegar al salón de clases, cuando sintió como un espeso líquido le caí por la cabeza. Estaba segura de quien era el culpable y por su culpa llegaría tarde con Mcgonagall.

-¡James Sirius Potter!- grito Emma en medio de uno de los pasillos de Hogwarts.
-¡Blanquita! ¿Qué te paso en el cabello?- Emma tenía el pelo rojo de la furia. Una vez más era víctima de una de las bromas del merodeador. Le habían dicho que James y sus cuatro amigos eran Los Meroreadores. Emma se giro hacía él y lo miro, si las miradas mataran, James estaría tres metros bajo tierra.
-Te. Mataré- dijo Emma lentamente. James sonrió burlón y se dio la vuelta y salió corriendo. Si eso no era ser obvio, no sabía que era.
Emma se limpio con un hechizo y siguió caminando, luego tendría su venganza, sino Mcgonagall la mataría si llegaba tarde.
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Dos horas de transformaciones. Era hora del almuerzo y Emma estaba desesperada por llegar, porque tenía mucho hambre. Últimamente vomitaba todo lo que comía, todas las noches, ya que estaba sola la mayor parte del día. Cuando había terminado su primer cena en el Gran Comedor, le habían mostrado la sala común y su habitación. No pudo hablar con ninguna de sus compañeras, ya que las únicas tres chicas que dormían allí la ignoraban. Esos dos primeros meses se los paso en los jardines de Hogwarts sola, leyendo, mirando, con las tareas. A veces se juntaba con James, mientras comían o cuando él le hacia bromas a ella. Pero Emma vivía todos los días prácticamente sola. Ella estaba acostumbrada, pero pensaba que allí, en un lugar donde hubiera personas como ella, tendría compañía.
Llegó al Gran Comedor y entró. Se sentó en el medio la mesa de Gryffindor. Mientras se servía para tomar, sintió como alguien se sentaba a su lado.
-Lamento lo de antes Blanquita- dijo James a su lado, mirándola. Emma ni siquiera se giro cuando contesto.
-Estoy acostumbrada Potter- Emma suspiro cansada. Estaba agotada de estar siempre igual; tenía ojeras bajo sus ojos por la falta de sueño, el haberse levantado para ir al baño a vomitar todas las noches, la cansaba.
-¿Porqué estas tan sola Emma?- preguntó él. Emma lo miró y se sorprendió por la pregunta- Siempre que te veo estas sola, en los jardines, en el comedor, en la clase, ya pasaron dos meses, deberías haber hecho amigas, ¿no crees?- Emma no sabía que contestar, abrió la boca para hablar, pero ninguna palabra salió de ella y la volvió a cerrar. Desvío su mirada al plato que tenía enfrente y lo apartó, el apetito se le había ido. No quería comer nada. Vio como una mano le acercaba nuevamente el plato- Ya estas demasiado delgada como para no comer Emma. Seguro que tienes hambre- Ella miró a James nuevamente y negó con la cabeza.
-Estoy Bien- dijo levantándose del banco y yéndose del Gran Comedor.

Estaba en los jardines, acostada leyendo. Se había ido del gran comedor enojada consigo misma, por todo. James tenía razón, era su culpa no tener amigos o alguien con quien hablar por lo menos. Había estado unas dos horas allí sentada y ya estaba aburrida. Sacó de su túnica el paquete de cigarrillos y prendió uno. Estaba sóla, así que no podrían decirle nada. Comenzó a fumar y sintió como le quitaban el cigarrillo del mano.
-Te he dicho que fumar esto te hará mal Emma.
-James devuelveme eso. ¡Ahora!- grito Emma furiosa, con el cabello rojo.
-De acuerdo tranquila- dijo el levantando las manos y sonriendo. Le tendió el cigarrillo y Emma lo tomó de un tirón- ¿A qué sabe?- preguntó con una sonrisa curiosa.
-Pues si quieres puedes fumarlo- dijo ella sonriendo pícaramente. Le tendió en cigarro a James y él lo tomó dudoso. Se lo llevó a los labios y inhaló. James se puso rojo y comenzó a toser, se inclinó hacia al suelo y soltó el cigarro; Emma lo tomó rápidamente, mientras reía por la reacción del chico.
-No te rías, me ahogó Blooder- dijo el sentándose junta ella y apoyando su espalda en el árbol, mientras respiraba agitadamente. Ella le sonrió y se acercó a su oído.
-¿Te gusto?- preguntó ella sonriendo burlona mente. James rodó los ojos y comenzó a reír.
-Me encanto- se giro a verla, quedando cerca de rostro. Emma volvió a sonreír y se alejó, apoyando su espalda contra el árbol- Debo irme. Deberíamos juntarnos más Blanquita. No debes alejarte tanto, eres muy divertida- Emma sonrió, mientras se llevaba el cigarrillo a la boca. Nunca le habían dicho eso- Además, eres hermosa- le susurro James al oído. Cerro los ojos mientras reía por el último comentario del chico. Sintió como él se levantaba y se iba.
Emma volvió a quedar sola, pero feliz porque tal vez, se gabia ganado un amigo.

Emma BlooderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora