La familia Potter

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Se escuchaban murmullos provenientes de una de las habitaciones y Emma supuso que era la cocina. Bajo lo que le faltaba de la escalera y se acercó al marco de la puerta. Esperó unos minutos tratando de recuperar un poco de valor, para poder entrar y enfrentar a las personas que la noche anterior la habían cuidado.
-¡Lily!-escuchó como gritaban. Vio una cabellera pelirroja pasar rápidamente y luego el sonido de un cristal rompiéndose. La pequeña Potter era un problema. Respiro hondo y entró en la cocina.
El señor Potter estaba sentado en la punta de la mesa, con el diario mágico, leyendo la sección de Quiddicht. Albus se encontraba sentado en el medio de la mesa, mientras comía y la señora Potter corría a la pequeña Lily por toda la cocina, con la intención de que que dejara la taza que tenía en su mano.
A Emma se le escapó una risita al ver a Ginevra Weasley corriendo; lo cual delató su presencia en la habitación. Todos los Potter allí presentes dejaron lo que estaban haciendo y levantaron la cabeza para poder observarla. Albus le dirigió una cálida sonrisa, con la intención de hacerla sentir cómoda, lo cual término incomodando más a Emma.
-Ah...Hola- la metamorfomaga observó a la familia, esperando a que preguntaran que le había pasado la noche anterior.
-Buenos días Emma, yo soy Ginevra la madre de Albus- sonrio en dirección a la chica e hizo un gesto para que se sentara a desayunar con ellos. Se ubicó al lado de Albus, mientras la señora Potter le servía café.
-Muchas gracias, señora...
-Nada de señora, sólo Ginny- dijo ella interrumpiendola. Emma sonrió y asintió con la cabeza. Miro a Albus, pero este estaba muy concentrado en su desayuno como para mirar a su amiga.
Escuchó unos golpes provenientes del pasillo y luego vio como James Sirius entraba en la cocina, serió y sin una palabra se sentó enfrente de Emma. James le sostuvo la mirada durante unos segundos y luego se concentró en su taza de café. La chica comenzó a sentirse incómoda, se podía sentir la tensión en el ambiente, algo había pasado.
-Emma ¿podrías acompañarme unos minutos afuera?- escuchó como el señor Potter se dirigía hacia ella y giro su cabeza para poder verlo; asintió y se paro para salir con el padre de Albus.

Atravesaron varios pasillos y habitaciones antes de llegar al jardín trasero. La casa de la familia Potter era muy grande. Emma contemplaba a Harry Potter durante unos segundos antes de que este comenzará a hablar.
-Creó que sería apropiado, que pudiera contarme lo que paso- Harry la miró interrogante. Emma se removió inquieta y abrió la boca para comenzar a explicar lo que pasó.
-Siempre fue lo mismo. Mi padrastro, golpes, marcas, maltrato; siempre terminaba igual, pero estos últimos años las amenazas empeoraran. Durante el verano tuve que escapar, ya que intento violarme, pense que el haber ido a Hogwarts me ayudaría a deshacerme de él, pero la profesora Mcgonagall -fue muy amable de su parte, aunque no lo hubiera hecho si supiera- lo encontró.
<< Un día me llamó a su despacho y lo ví ahí parado, como si fuera el padre perfecto, que hubiera estado buscando a su hija durante tanto tiempo. La profesora me dijo que pasaría las vacaciones con él. No podía decirle que no, ya que tendría que contarle a Mcgonagall lo que en realidad pasaba y no podía correr ese riesgo. Finalmente pase las vacaciones con él y todo empeoró. Así fue como le mande la carta a Albus y usted me encontró>>
Emma suspiró cansada, ya había dicho todo; no había vuelta atrás. El señor Potter se quedó callado durante unos minutos y con una mano en la barbilla, Emma suponía que estaba pensando. Finalmente habló...
-Bien, no creó que te pueda dar una solución ahora, pero mientras tanto te podrás quedar con nosotros hasta la vuelta de Hogwarts; quedan pocos días, así que no te preocupes.
-Muchas gracias señor Potter- Emma sonrió agradecida y Harry se la correspondió.
-No hay porque. Bien ahora debo irme a trabajar, puedes quedarte aquí si quieres y luego volver a entrar a la casa; mi esposa estará todo el día- el mago inclinó su cabeza en forma de saludo y se retiró a paso lento.
Emma se giro y contempló el lugar donde se encontraba. Se extendía todo un parque, con árboles y mucha nieve. Se podía ver una cerca a lo lejos que determinaba el final del lugar.
Emma estaba tranquila, definitivamente estaba a salvo; estaba segura de que Harry había dejado bastante inconciente a su padrastro. Sólo faltaban una par de días para volver a Hogwarts y volver a tener la seguridad de siempre. Tendría que hablar con Mcgonagall y explicarle lo que pasaba, para que no volviera a ver al imbécil de su padrastro.
-Creó que debo cambiar mi apodo, tu pelo ya no es blanco- esa voz le sonaba muy conocida. Emma se giro y observó a James Potter entrando por la puerta. Traía puesto unos jeans oscuros y una campera negra. Vio como James sonreía coqueto en su dirección.
-¿Qué quieres?- preguntó ella. Estaba decida a cortar cualquier relación con él.
-Venía a disculparme por........lo que pasó- dijo él rascándose la nuca. Estaba nervioso y ella lo sabía.
-No importa- Emma trató de pasar por su lado y evitar una charla, que ella no quería tener. Sintió como la tomaba del braso y susurraba...
-Espera por favor.....- la metamorfomaga se giró hacia él. James se veía cansado tenía ojeras bajo sus ojos. La acercó a él y la abrazo. Emma no sabía que estaba pasando, pero se quedó quieta y dejó que la abrazara. Ninguno supo cuanto tiempo estuvieron así pero cuando se soltaron Emma tenía el cabello blanco y las mejillas sonrojadas.
-Gracias- dijo ella y se acercó y dejó un beso en la mejilla del chico. James sonrió y dio media vuelta y salio por donde había venido.
Emma no la sabía pero algo había cambiado en ella y no era solamente su color de cabello.

Emma BlooderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora