Albus Severus Potter

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Emma estaba, como siempre, acostada en los jardines, con su libro y su paquete de cigarrillos escondido en la túnica. No había vuelto hablar con James, desde su encuentro en los jardines. Sólo se lo cruzaba en las clases y a la hora de comer. Emma seguía estando sola, ya había pasado otra semana y seguía sin poder hablar con alguien.
Fijo su vista en el lago, había dormido poco esa semana, Mcgonagall la tenía muy ocupada con todos los deberes que le había dado para hacer. Tenía muchas cosas por hacer todavía y una de ellas era visitar la famosa biblioteca de Hogwarts. La verdad es que Emma era muy aburrida. Contempló unos minutos más el lago, estaba tan tranquilo y silencioso. Sintió como las ojos caídas de los árboles eran aplastadas contra el pasto, eso significaba que alguien se estaba acercando.
-Hola- dijo una voz a su lado. Emma giro la cabeza y pudo contemplar a un chico de 14 años, pelo azabache y unos increíbles ojos esmeralda- Soy Albus Potter. Veo que te gusta este lugar- dijo sentándose bajo el árbol junto a ella.
-Pues si, una vista preciosa- contesto Emma volviendo a mirar el lago- ¿Eres el hermano de James?- pregunto ella intrigada.
-Si lo soy, ¿tu eres?- preguntó él con una ceja alzada y una sonrisa.
-Emma- término de decir sin prestar mucha atención a Albus.
-¿Sólo Emma?- preguntó.
-Oh no, lo siento. Emma Blooder- contestó, tendiendo su mano hacia Albus, él cual la aceptó gustoso.
-Bueno estas sentada bajo mi árbol. Si quieres te lo puedo compartir- dijo el sonriendo.
-No sabía que los árboles tenían dueño- dijo ella sonriendo burlonamente. Albus soltó una carcajada y negó con la cabeza, mientras sacaba un libro de su túnica.
-¿Tu también lees?- preguntó ella emocionada de poder compartir con alguien su pasión por los libros.
-Si leo, bastante para ser exactos- Albus sonrió en su dirección y se enfrascó en la lectura. Emma río feliz de haber encontrado a su compañero de lecturas.
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-Emma- grito Albus, mientras veía como la chica caminaba por delante de él. Ella se giro y sonrió en su dirección, y esperó que llegara con ella.
-Hola Albus- dijo ella, viendo como el chico estiraba la mano pidiendo un minuto, mientras respiraba entrecortadamente- Veo que has corrido bastante. ¿Porqué el apuro Potter?- dijo ella sonriendo.
-Jajaja, muy graciosa. Te estaba buscando para ir juntos a clase.
-Albus tú estas en cuarto, yo en sexto; vamos para lados diferentes- dijo ella, mirando como el chico ponía cara de indignación y se erguía.
-Lo sé, pero pense que tal vez...a ya olvidalo- Emma río y siguió su camino hasta la clase de transformación, dejando a un Albus indignado. Se había hecho muy buena amiga de él; compartían todo y más que nada los libros. El día que lo conoció hablaron hasta la hora de la cena y luego se juntaron al día siguiente. Emma podría decir que había encontrado a un buen amigo. En esa semana no se había separado de él, por el simple hecho de que no quería estar sola y apreciaba mucho su compañía. Albus ya sabía de su adicción con los cigarrillos y no le molestó, pero Emma sabía que no tardaría mucho en cambiar de opinión.
Entró en el aula y se sentó al final de la fila, pegada a la pared. Si se aburría podría ver por allí. Sintió como alguien se sentaba a su lado y giro la cabeza para ver. No era nadie más que James Sirius Potter.
-James- saludo ella con un movimiento de cabeza en su dirección. Volvió su vista hacia la clase y prestó atención al profesor de transformaciones.
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-Ya pueden irse, no olviden el ensayo que les he dejado- terminó de decir el profesor y se retiró del salón. Emma tardó más de lo común en guardar sus cosas. Cuando salió Albus estaba esperandola en la esquina del pasillo para ir juntos a comer.
-¡Hey, Al!- dijo ella con una sonrisa- ¿cómo estuvo tu clase?.
-Bien, aunque Scorpius no paro de hablar- dijo él irritado. Emma soltó una carcajada y juntos caminaron hasta el comedor- deberías conocerlo Emma, te va encantar- dijo él. Emma hizo una mueca, no estaba acostumbrada a hablar con personas que no conocía, Albus fue la excepción.
-Esta bien, pero no quiero que sea hoy- dijo ella rodando los ojos por la insistencia de su amigo. Era la quinta vez que le preguntaba lo mismo durante toda la semana. Entraron en el comedor y se separaron, cada uno a su mesa. Emma se sentó cerca de Los Merodeadores y ellos la miraron.
-¿Qué?- preguntó ella enojada por tantas miradas en su dirección.
-Pues nunca te sientas con nosotros- dijo Fred mirándola confundido.
-No me senté con ustedes, me senté en la mesa. Ustedes están cerca de mi en ese caso- dijo ella sonriendo burlona. Emma tomó un poco de puré de patatas y un pequeño pedazo se pollo, y comenzó a comer la poca comida que había en su plató.
-¿Porqué comes tan poco?- preguntó Franck Longbottom, mirándola interrogante. Emma lo miró durante unos segundos y luego volvió su vista al plato. Sin darse cuenta su cabello cambió a un celeste claro, mostrando lo triste que estaba. Emma pensó que debería dejar sus hábitos enfermizos, como la bulimia y la anorexia. Se dio cuenta que la miraban y levantó su rostro y miró a Los Meroreadores. Sonrió tristemente y cerro sus ojos volviendo su cabello a su color natural, blanco. Abrió los ojos y se levantó.
-Se me fue el apetito- dijo ella, para luego irse del Gran Comedor. Giro su cabeza hacia la mesa de Slytherin, buscando la mirada de su amigo Albus. El mencionado la vio pararse y le sonrió, Emma no le devolvió la sonrisa y se fue. Dando a entender a su amigo que lo necesitaba en ese momento.

Emma lloraba en silencio bajo el árbol, ubicado en los jardines de Hogwarts. Albus había aparecido y habían hablado durante un rato. Él no preguntó lo que paso, sólo hablaron de cosas sin sentido. Luego ella le había pedido si la podría dejar un rato a solas y Al le había dicho que sí. Cuando Albus se fue y Emma estaba segura de ello se puso a llorar en silencio. Dejaba que las lágrimas cayeran por sus mejillas, sin retenerlas. Tenía las rodillas pegadas al pecho y su cabello estaba completamente gris. La tristeza la embargaba, estaba cansada de todo lo que estaba pasando. Ella sabía que era su culpa, que ella había elegido ese camino y ahora debía hacerse cargo. Las lágrimas seguían cayendo y dejando todo húmedo a su paso. Hacia una hora que estaba en esa posición, ya estaba cansada y había perdido las últimas clases de la tarde, debía ir a cenar, pero no tenía ganas.
Apoyó su cabeza en la corteza del árbol y cerro sus ojos, deseando por una vez en su vida poder desaparecer, por un rato; que nadie supiera de su existencia. Se levantó cansada de llorar y se dirigió a los baños del segundo piso, decidida a dejar toda su depresión fuera de sí.
Avanzó por uno de los tantos pasillos de Hogwarts. Mientras caminaba miraba hacia el piso, tratando de secar el rastro que dejaron sus lágrimas.
De repente chocó contra alguien, que hizo que Emma cayera al suelo de culo. Soltó un gemido de dolor y levantó su rostro y vio como el chico extendía su mano para ayudarla a levantarse. Emma la aceptó y se levantó; observó mejor al chico y se dio cuenta que era James Potter quien la había tirado al suelo.
-Te estaba buscando Emma- dijo él. Emma levantó una ceja interrogante- ¿Qué te ha pasado? ¿Has estado llorando?- Emma agacho su cabeza, seguramente tenía los ojos hinchados y rojos, además de que su cabello estaba gris con blanco, ya que había comenzado a volver a su color. James la tomó del mentón, levantándole así el rostro, para que pudiera verlo- ¿Estas bien?- obviamente no lo estaba. Había estado llorando por más de una hora, qué clase de pregunta era esa. Emma río y asintió con la cabeza, dándole a entender que quería irse. James no la soltó, sino que la acercó a él y la abrazo. Emma se quedó unos segundos en shock y luego le correspondió; no estaba acostumbrada a ese tipo de cariño.
No supo cuanto tiempo estuvieron así, pero cuando James la soltó le dijo:
-Vamos a comer. Y veré que comas- dijo él sonriendo y la tomó de la mano. Así juntos se fueron al Gran Comedor, Emma sintiéndose cálida junto a la mano de James. Luego podría ahogarse en su depresión, porque ahora estaba con James y eso se sentía realmente bien.

Emma BlooderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora