El Callejón Diagón

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Recorrimos todo el callejón. Fuimos a la tienda Madam Malkin "Túnicas para todas las ocasiones", Emporio de la lechuza, donde me compre una lechuza blanca con ojos azules, también fuimos a Flourish y Blotts, donde compre los libros necesarios y más. El único lugar que le faltaba recorrer a Emma era Ollivanders, la tienda de varitas.
Abrió la puerta, haciendo tintinear la campanilla ubicada encima de la puerta.
-¿Hola? ¿Hay alguien aquí?-preguntó ella. Había dejado a Hagrid fuera de la tienda, diciéndole que todo estaría bien, pero ahora empezaba a dudar un poco.
-Señorita, en qué puedo ayudarla- se escuchó una vos en el fondo de la tienda, Emma asustada miro y vio a un hombre anciano, con cabello blanco, encorvado y con arrugas.
-Ahm, soy Emma Blooder y buscó una varita.
-Claro, por qué estaría aquí sino-dijo el hombre como respuesta- Por cierto, soy Ollivanders, mucho gusto Emma.
Ella le sonrió al anciano y avanzó hacia el mostrador.
-Bien, le daré alguna varitas para que prueba cual es la mejor para usted, recuerde que la varita escoge al mago y no al revés. ¿No es demasiado grande para comprar su primera varita?-preguntó Ollivanders, intrigado por la repentina aparición de una bruja no tan joven.
-Pues a decir verdad este será mi primer año en Hogwarts.
-¿Porqué sera eso?-preguntó él.
-No sabría decirle- Emma había aprendido a mentir muy bien, podría decirse.
-De acuerdo, probemos con la primer varita- el anciano se fue hacia la parte de atrás de la tienda una vez más y volvió con unas cuantas cajas de diferentes colores, alargadas y desgastadas- Bien. Madera de Acebo, núcleo: pelo de unicornio, 30 cm. de largo, flexible y bonita.
Emma a largo su mano hacia la varita y la tomó. Sintió como un calor recorría por su mano y al final de esa sensación, de la punta de la varita salieron unas chispas rojas.
-Maravilloso- exclamó Ollivanders, asombrado añadió- nunca en todos los años que he trabajado aquí, un mago o una bruja han obtenido su varita tan rápido- Emma sonrió ante lo dicho por el viejo hombre, tomándoselo como un cumplido.
-Bueno creó que fue más fácil de lo que esperaba. Muchas gracias Señor Ollivanders- Emma le sonrió al viejo.
-No hay porque. Son siete galeones- dijo el hombre extendiendo su mano por encima del mostrador.
-¡Oh!, Sí claro- Emma depósito los galeones en la mano del señor y se despidió con un asentimiento de cabeza y con una sonrisa salió de la tienda, cerrando la puerta detrás de sí.

Emma caminaba con la vista puesta en su varita, asombrada y aún sin comprender cuantas cosas podría hacer con eso objeto chocó contra alguien.
-¡Eh!, cuidado blanquita- levantó su vista y se encontró con unos ojos avellana. Eran de un chico. A decir verdad era muy bonito, Emma lo contempló por unos segundos, cabello castaño, cuerpo bien formado, sonrisa burlona. Sí, definitivamente era guapo.
-¿A quién le dices blanquita?- estaba enojada, no había sido su intención chocar contra él, pero no hacia falta que le dijiera "blanquita", cuando claramente no lo era.
-Pues a ti. ¿Es que acaso estas sorda? Creó que deberías revisarte y por si no te has dado cuenta tienes el cabello blanco. Lo cual es muy raro, dime ¿porqué?- definitivamente Emma no entendía absolutamente nada.
-Porqué ¿qué?- preguntó ella confundida, viendo como el chico de sonrisa burlona soltaba una carcajada.
-¿Porqué tu cabello es así? Es obvio que no naciste así naturalmente, ¿o sí?.
-Jajaja, eres muy gracioso. Miro como me río- contesto ella sarcásticamente.
-Pues no veo como te ríes- Emma hizo una mueca, ese chico no podía ser tan idiota. De verdad no se daba cuenta cuando una persona usaba el sarcasmo.
-James- se escuchó un grito a lo lejos y apareció una cabellera pelirroja. El chico llamado "James", se dio vuelta y le sonrió- te estamos esperando, porqué tardas tanto- el pelirrojo miro en dirección a Emma y sonrió juguetona mente- ¡Oh!, ya entiendo.
-Fred te presentó a...- el chico castaño la miro interrogante, esperando a que dijiera su nombre.
-Emma Blooder- respondió con un gesto indiferente- ahora con su permiso...me voy- Emma trató de pasar por entre medio de los dos chicos, pero estos le bloquearon el paso devolviéndola donde estaba- ¿Se podrían correr?- preguntó ella un poco irritada de toda la situación.
-Pues pediste permiso, pero nosotros no te lo dimos aún-hablo el chico pelirrojo; no puede ser ya había olvidado su nombre.
Emma los miro enojada e irritada. Estaba furiosa, sin importarle mucho que tuviera dos chicos delante de ella el doble de fuertes, los empujó dejándose el paso entre ellos y caminando, mientras refunfuñaba.
-¡Wow! Eres metamorfomaga- exclamó uno de ellos. Emma sorprendida por aquella palabra siguió caminando sin prestar atención a lo que gritaban los dos idiotas detrás de ella.
Estaba decidida a encontrar a Hagrid y que le explicará que era "metarmofomaga", si es que se decía así.

Emma BlooderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora