No podía saberlo

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Todo estaba completamente oscuro. No sabía donde estaba ni que había pasado; sólo sentía ruidos y murmullos a su alrededor, pero no podía abrir los ojos. Le pesaban demasiado, escuchó a alguien gritar y luego silencio nuevamente.
Emma comenzó a parpadear para acostumbrarse a la luz ambiente, paso sus manos por la suave tela de la cama en la que se encontraba; por mucho que quisiera no podía recordar nada de lo que había sucedido.
Abrió los ojos completamente y dejó que sus oídos se acostumbraran al ruido que había en la habitación. Recorrió con la mirada el lugar en el que estaba y encontró ciertas caras conocidas; Albus estaba al lado izquierdo de su cama y detrás de él, Rose y Scorpius. Mcgonagall hablaba con una mujer regordeta vestida de blanco; más atrás se encontraba Molly murmurando con Fred y a su lado derecho se encontraba James. No la miraba a ella, sino a punto fijo en la habitación; Emma siguió su mirada y pudo ver que había un chico en la camilla, curado. Supo al instante que se encontraba en la enfermería y rápidamente, atormentandola llegaron los recuerdos...el Slytherin, su mejilla moretoneada, su caída al suelo, la desesperación por llegar al baño, ella misma usando sus dedos para vomitar y finalmente James.
James, pensó ella. Giro su cabeza y lo vio, apretaba fuertemente su mandíbula y tenía la mirada pérdida; fue ahí entonces cuando Emma se dio cuenta de lo que había pasado. Su respiración se aceleró, debería contarle todo, él mismo había presenciado todo, pero podría inventar una excusa, diciendo que fue por la caída del golpe; podría salvarse.
-Emma- se giro hacia donde provenía la voz que había pronunciado su nombre, la directora la miraba interrogante, sus ojos mostraban lo angustiada que estaba por su alumna- ¿cómo te encuentras?- pregunta ella y se llevó las manos a las caderas.
Emma no sabía que contestar, por un lado estaba confundida, tratando de asimilar la situación y por el otro estaba tan preocupada por la reacción que tendría James cuando estuvieran a solas.
-He estado mejor- contesto ella con una sonrisa ladina. Sus ojos se cruzaron con los verdes de su amigo Albus, ella le sonrió también a él, para que no se preocupara.
-¿Podrias explicarme que ha pasado por favor?- volvió a preguntar Mcgonagall.
-Iba caminando por los pasillos cuando choque contra un Slytherin, tuvimos una agradable conversación y luego me dio un puñetazo- dijo ella mientras se tocaba la mejilla afectada- luego me dejaron ahí tirada en el suelo, llegue hasta el baño, vomité y luego James me encontro- término de relatar la historia con los ojos fijos en Mcgonagall, para que supiera que no mentía.
-¿Recuerdas el nombre o el rostro del alumno?- preguntó. Ella meneo la cabeza y apoyo la espalda contra la almohada.
-¿Me he lastimado?- Emma asumió que la mujer vestida de blanco debía ser la enfermera, así que dirigió su pregunta hacia ella.
-Nada que no se pudiera curar; ya te encuentras en buen estado para irte de aquí, los dos días fueron suficientes, pero quiero que te cuides de esos chicos niña- dijo ella. Emma asintió. Dos días, dos días habían pasado en los que había estado inconsciente.
-Muchas gracias- dijo, mientras bajaba su cabeza y retorcía las manos.
-Bien, todos vuelvan a sus respectivas clases- dijo Mcgonagall y se retiró, no sin antes inclinar la cabeza en dirección a Emma. Salió de la habitación y los demás se fueron retirando, la enfermera se fue a su oficina y Albus le tocó el codo, ella lo miró, su amigo le dirigió un mirada que decía: "debemos hablar". Emma asintió y luego él se retiró. Lentamente se movió para levantarse de la camilla y sintió como una mano se posaba en la parte baja de su espalda, se giró, James la ayudaba a bajar.
-Te acompaño- dijo él seriamente y se apartó unos centímetros para que ella se pusiera los zapatos.

El recorrido fue un incómodo silencio y no fue hasta que Emma se digno hablar, que la tensión se rompió.
-Gracias por llevarme a la enfermería.
-No fue nada- contesto James y volvió a quedarse en silencio, incómoda se acomodó un mechón de su cabello pelirrojo, detrás de la oreja- ¿fue eso exactamente lo que pasó Emma?- preguntó él tomándola del codo para frenarla. Se miraron a los ojos fijamente y ella respondió:
-Claro que sí, no mentiría con algo así, nunca- contesto un poco más brusco de lo que quería. James la soltó y se giro para seguir caminado. Fue Emma quien lo freno esa vez- ¿esta todo bien?- preguntó preocupada por la reacción de él.
-Perfecto- dijo y siguió.
-Pues no lo parece- exclamó ella unos pasos más atrás- ¡James!- el chico se giro y la miro.
-Cuando llegue te vi haciendo eso con tus dedos Emma, eso es algo que hace una persona que tiene problemas con la comida- y allí estaba lo que Emma esperaba que no sucediera- ¿tu eres bulimica?- preguntó, sus ojos reflejaban la preocupación y la lucha interna que tenía.
-No, no lo soy James- mentira, una gran, gran mentira- lo que me viste hacer fue para que el vómito que me producio el golpe saliera, nada más- le tomó las manos, rogando que creyera en ella y no insistiera más con el tema. Suspiro y la rodeo con los brazos, encerrándola entre sus musculosos brazos, le había creído, Emma suspiro de alivio. No se soltaron durante un buen rato y cuando lo hicieron, él la acompañó hasta la sala común, donde Emma se recostó hasta la hora del almuerzo.
No sin antes pensar en que le había mentido a la persona que más quería en el mundo, sin saberlo.

Río, río tan fuerte que Fred le chisto. Estaban en el Gran Comedor almorzando. Se encontraba entre Frank y James y frente a ella estaba Fred, con su cabello pelirrojo desordenado y su típica sonrisa burlona. Comían, Emma comía, mientras Fred hablaba de un chiste, pero no importaba, porque a lo lejos Albus la saludaba y le hacia señas para que salieran del Gran Comedor, ella negó repetidas veces con la cabeza y vio como su amigo azabache bufaba molestó, sonrió y volvió a la conversación que ocurría frente a ella.
-Te digo Fred, que si mezclas a un unicornio y un pegazo, saldrá un pegacornio- exclamó James indignado. Frank reía y negaba con la cabeza, por la estupidez de sus dos amigos.
-¿Qué es lo que discuten ahora?- preguntó la metamorfomaga.
-Nada, dejalo James, lo conversaremos en privado- dijo su primo serio, tomando un bocado de su comida, Emma se río y su cabello se volvió violeta. Fred al ver eso sonrió y tomó un mechón suyo y lo uso como bigote; James sólo la miro con picardía en los ojos.
Así siguieron comiendo entre risas y chistes, hasta que un niño de tercer año se acercó a Emma y le susurro unas palabras en el oído...
-Mcgonagall quiere que vayas a su despacho- antes de que la pelirroja pudiera preguntar el niño salió corriendo. Emma se levantó y les sonrió a los tres, antes de irse de la mesa y cruzar la puerta del Gran Comedor, en dirección a la oficina de la directora Mcgonagall.

Camino, hasta que se encontró con la gárgola, dio la contraseña y subió la escalera, tocó la puerta y esperó el pase de su querida directora.
Entró y vio todo como siempre, los escritorios, los libreros, Mcgonagall en su habitual silla y delante de ella....había un hombre de cabellos castaños-pelirrojos, estaba de espalda a la puerta, así que Emma no pudo verle el rostro.
-Emma querida, lamento haber interrumpido tu almuerzo pero este hombre...- antes de que Mcgonagall terminara la frase el hombre se levantó y se giro quedando de frente a Emma. Tenía los rasgos parecidos a ella, salvo por los ojos que eran grises. Sonrió y habló con una voz suave, pero gruesa.
-Hola Emma, soy Edword, tu padre, tu padre real- el mundo se detuvo y Emma no supo que pensar.

Emma BlooderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora