La partida

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Se sentó encima del baúl, con la intención de que cerrara. Hacia una hora y media que Emma había decido empacar, pero como siempre que se proponía hacer algo, terminaba surgiendo algo mucho más importante. Fred la había llamado para salir a caminar y ella como buena persona que era le había dicho que sí. Habían estado caminando durante dos horas; él la había llevado a recorrer el pueblo donde se encontraba la casa de sus abuelos y luego habían parado en una cafetería muggle, en la que Fred había comenzado a gritar para que le sirvieran una taza de café. Cuando terminaron volvieron hacia la Madriguera por un camino de tierra y en un intento de hablar civilizadamente con Fred Weasley, se cayó en un charco de lodo; y Emma al ver que el chico no la ayudaba a levantarse le tiro una bola de lodo en el rostro; así fue como una guerra de barro comenzó entre ellos dos.
Emma sonrió al recordar su última tarde en el hogar de los Weasley. Fred la había tratado muy bien, pero no habían vuelto a hablar sobre el suceso ocurrido en la cocina, simplemente le dijo que lo olvidará. Algo que parecía completamente imposible para Emma, ya que había sentido sus manos recorrer la mitad de su cuerpo. Sacudió la cabeza tratando de alejar esos pensamientos y volvió a intentar cerrar el baúl.
Volvería a Hogwarts y estaba más que feliz. Extrañaba la sensación que le producía estar acostada en los jardines o cuando se ría en los pasillos con Albus, simplemente necesitaba volver. Sabía que sólo habían sido dos semana, pero le había parecido una eternidad; no sabía que haría cuando comenzarán las vacaciones de verano.
Levantó su cabeza al escuchar como la puerta de la habitación se abría y una cabellera azabache se asomaba en busca de unos hermosos cabellos pelirrojos.
-¡Emma aquí estas!- exclamó Albus, mientras sonreía- debo acostumbrarme a verte con el cabello pelirrojo- dijo él mientras se acercaba y la ayudaba con el baúl. Era cierto ella tampoco se acostumbraba a verse a si misma pelirroja. Fred la había convencido de que usara su color de pelo natural y ella para no discutir más con él, aceptó. El impacto de la familia Potter-Weasley había sido asombroso. Nadie se imaginaba que Emma fuera pelirroja, muchos sonrieron, en especial Albus, que hacia mucho tiempo que quería saber cual era el color de pelo de su amiga, y otros simplemente le preguntaron porque no lo enseñó desde un principio. James, que la había visto entrar con Fred, toda sucia y soltando carcajadas cada dos por tres, estaba muy serio; así que simplemente la miro y se dio media vuelta para subir las escaleras y preparar sus cosas para Hogwarts. A ella le había resultado muy extraño que reaccionará así, pero luego de un rato lo olvido porque cierto pelirrojo la había llevado a la cocina, para terminar de devorar todo lo que había en el refrigerador.
-Lo sé, es algo nuevo hasta para mi Albus- dijo ella sonriendo y bajando del baúl, para que su amigo, quien tenía más fuerza, lo cerrara.
-He visto que has estado con Fred mucho tiempo. Esperó que no me cambies- dijo mirándola. Emma río, considerando que Albus debería estar de broma, pero cuando fijo su vista en aquellos preciosos ojos esmeralda, se dio cuenta de que él hablaba en serio.
-¿Cómo crees? Albus eres mi mejor amigo nunca te cambiaría por nadie. Es cierto que he estado bastante tiempo con Fred, pero ha sido porque él es muy amable conmigo y además...le he contado sobre mi anorexia- dijo ella agachando su cabeza y fijando la vista en el suelo. Albus abrio los ojos sorprendido y se acercó con la intención de decir algo consolador.
-Lo siento, pensé que no querías hablarme por haberme ido el otro día cuando te habías golpeado el hombro- dijo él mirándola atentamente, a la espera de su respuesta. Emma levanto el rostro y esbozó una sonrisa.
-Albus, nunca me enojaría por algo como eso y lo sabes. Debería ser yo la que tendría que disculparse- se acercó y lo abrazó, escondiendo su rostro entre el espacio entre su hombro y cuello. Él la rodeo con los brazos y la acercó más a él- Lo siento, te prometo que nunca te cambiaré por nadie, Al- sintió como sonreía y apretaba un poco más su agarre, antes de deshacer el abrazo.
-Bien basta de cursilerías, te ayudaré con esto- dijo, mientras señalaba su baúl y se daba la vuelta para poder finalmente cerrarlo.
Emma sonrió y se acercó a ayudarlo, para así poder terminar rápido y volver cuanto antes a su verdadero hogar.

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Emma reía silenciosamente en la parte trasera de la Van (es una camioneta del mundo muggle), James se encontraba a su lado derecho y Albus al izquierdo y Fred Weasley enfrente de ella y a su lado estaban Molly y Rose Weasley.
El pelirrojo hacia muecas en dirección a Emma, con la intención de que se riera. El chico no quería admitir que estaba burlando a su tía mientras hablaba en la parte delantera del auto con Harry Potter. La metamorfomaga no podía dejar de reír, era la única; Albus y Rose estaban concentrados en su lectura y Molly escuchaba música a través de un aparato muggle. James miraba a su primo serio, Emma nunca lo había visto tan callado y silencioso, algo le pasaba a James Sirius Potter, pero ella no quería averiguar, aún, que era lo que lo tenía tan callado.
Emma volvió su mirada hacia Fred, quien le sonrió y se inclinó para tocar la rodilla de Albus. El azabache levantó la mirada molesto de que lo interrumpieran en su lectura; el chico de cabellos pelirrojos le hizo una seña para que cambiará de asiento y así el pudiera estar al lado de Emma. Albus fijo su vista en la de su amiga para saber si estaba de acuerdo con lo que el Weasley proponía; la pelirroja sonrió y asintió con la cabeza. Albus se movió lentamente para no caerse con el movimiento de la Van, mientras refunfuñaba y se sentaba enojado.
Emma río y vio como Fred se sentaba a su lado y le sonreía; los cabellos de ella se volvieron rosas, se había sonrojado.
Fred comenzó a hablarle sobre quiddicht y lo escuchó atentamente; en momentos hacia comentarios que hacían soltar carcajadas a Emma que se escuchaban en todo el auto y hacia que los señores Potter se giraran en su dirección. Se divertía demasiado con él.

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-¡Albus! Por favor- rogó Emma a su amigo. Estaban en el compartimiento del tren camino a Hogwarts. Albus se había sentado con ella para poder estar tranquilo y Emma no dejaba de molestarlo, quería estar un rato sola y él no quería irse- Bien, me iré yo- dijo ella exasperada. Salió del compartimiento y se dirigió hacia los baños.
Tenía la esperanza de poder encontrar algún vagón vacío mientras recorría en tren en busca del tocador. No esperaba encontrarse con nadie conocido en su trayecto, ya que prácticamente no conocía a nadie.
Los moretones en su cuerpo habían disminuido y sus costillas estaban completamente sanas, el vendaje se lo había retirado Ginny unas horas antes de partir hacia Hogwarts. Estaba muy agradecida con la señora Potter, la había ayudado mucho. Había ganado un poco de peso durante su estadía en la casa de los Weasley; sus costillas no se notaban tanto como antes, se podían sentir si uno pasaba sus manos por su abdomen, pero estaba mucho mejor que antes. No había vuelto a vomitar durante la última semana; esperaba que en Hogwarts no volvieran sus hábitos.
Sumida en sus pensamientos, chocó contra una superficie dura, cayó de lleno al suelo y sintió un profundo dolor en su retaguardia, alzo la cabeza y vio como James Sirius la observaba atentamente desde arriba. Emma bufo y se levantó como pudo; miro a James lista para disculparse, pero el chico se dio media vuelta y entró en un compartimiento vacío. La pelirroja abrió los ojos como platos al ver su reacción. Indignada lo siguió, esperando una explicación de su parte, sin darse cuenta cerro la puerta detrás de sí y se encontró con un James sentado del lado de la ventana, con la vista fija en el paisaje.
Se sentó enfrente suyo y lo contempló seria. Carraspeo y chasqueo sus dedos, hizo de todo para llamar su atención, pero el castaño seguía ignorándola.
-De acuerdo, me canse de que me ignores. Vine aquí a disculparme por haber chocado contigo, pero lo único que haces es ignorarme. ¿Podrías decirme qué es lo que te sucede James?- preguntó ella molesta. El chico la observó, con esos ojos avellana que tanto extrañaba.
-Lamento haberte chocado- dijo él y volvió su vista hacia la ventana.
-Bien algo más que quieras compartir conmigo, por ejemplo, el hecho de que los últimos días de vacaciones me has ignorado tanto a mi como a Fred o que tal vez estas tan aislado que ya nadie sabe que te pasa- dijo ella subiendo un poco el tono de voz. James la miró enojado, y Emma levantó sus cejas, no entendía que era lo que le pasaba.
-Lamento ocupar tus pensamientos con mi presencia, no era mi intención robarle la atención a mi querido primo Fred- exclamó furioso.
-¿De qué estas hablando?- preguntó la metamorfomaga confundida.
-Creó que el enamoramiento por mi primo te ha cegado- dijo él finalmente. Emma entendió lo que le pasaba a James; estaba celoso. Celoso de su relación con Fred, pero ¿porqué? No eran más que amigos.
-Si eso es lo que piensas, realmente no me conoces- dijo levantándose del asiento y yéndose del compartimiento.
Anhelaba llegar a Hogwarts y hundirse en las profundidades del castillo.

Emma BlooderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora