Final

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Okay Irene, calma es solo un chico... el chico que te ha gustado desde hace tiempo, el chico que te ha hecho sonrojar tantas veces que has perdido la cuenta, el chico que te manda cartas cada semana diciendo lo mucho que le gustas... si, no estoy nerviosa. ¿A quién trato de engañar? ¡Estoy jodidamente nerviosa!

Irene se dio la vuelta intentando escapar, los nervios le hacía querer huir del lugar. Pero gracias a un choque de cabeza y al poco equilibrio de Irene, esta cayó al suelo.

- ¿Irene a dónde vas?

La rubia observo a su amiga mirándole con una sonrisa, dándole a entender que estaba al tanto de la sorpresa. Sam ayudo a Irene a pararse, le dio la vuelta, puso sus manos en sus hombros y la empujo sin soltarla hasta las puertas del gimnasio.

- No estés nerviosa Irene, solo debes sonreír y asentir.

- Espérate asentir de que estás hablando...

No pudo continuar porque fue empujada hasta las puertas del gimnasio, observo el gimnasio donde nada raro parecía que sucedería. Se sintió un poco mejor, por suerte no había una orquesta o algo peor. Se acerco hasta la mitad del gimnasio esperándose algo, pero solo encontró un botón que decía en letras grandes: ''NO LO OPRIMAS. '' Se rio con el papelito porque sabía cuáles eran las intenciones. Oprimió el botón y un gran ruido se escucho por todo el gimnasio, Irene cerró los ojos y los volvió abrir para ver todo lleno de papelitos de color rosado, azul y violeta, también pudo observar como un cartel se abría y en grandes aparecía la pregunta que se esperaba durante mucho tiempo, pero en voz de Caleb no de ella. Jamás vio a Caleb de ser un chico de cañones con confeti o grandes acciones, lo veía más sencillo, no tan... cliché.

Caleb apareció y fue hacia la chica, se sentía nervioso, este no era su plan original para declararse pero entre las opciones que Sam y Sally le habían dado este era el menos loco y extravagante, eso que había tenido que armar un cañón de confeti durante el receso y las dos horas libres, también rogarle al conserje para que lo dejara.

- Irene, mi hermosa chica de ojos azules y cabellera rubia hoy solo quería preguntarte si serias mi novia querida princesa porque yo... espérate eso no iba. Creo que... Aaah le dije a Sally que no me aprendería esto en un día.

- ¿Sally?

No le sorprendía que todo esto haya salido de la imaginación de Sam y Sally. Esos cañones de confeti eran de las cosas que el consejo estudiantil tenía guardado por si acaso era necesario.

- Caleb, no.

Contesto a ella. Caleb duro un poco entender, pero vio el cartel donde decía en grandes palabras la pregunta que él había deseado decirle desde hace un largo tiempo.

El no espero más y salió corriendo del gimnasio. Irene al darse cuenta que el no la dejaría explicarse, lo siguió hacia el camino que había tomado. El chico había salido al patio trasero, y ella no se quedaría de brazos cruzados mientras él se alejaba de ella.

Corrieron por todo el patio que se encontraba vacio. Al final Irene se le tiro encima a Caleb y ambos cayeron al suelo, Irene encima de él y Caleb comiendo tierra.

- Genial primero me rechazas, después me tacleas. ¿Qué sigue? Que me dejes sin descendientes. - murmuro.

- ¡Idiota! - Grito Irene.- Te dije que no porque si te aceptaba iba aceptar las ideas exageras de Sam y Sally, pero no iba aceptarte a ti.

- Espera... - Murmuro Caleb.- No eres tan liviana como creí. ¿Puedes pararte?

Irene se quito encima para sentarse enfrente del. Caleb se sentó cruzando sus piernas, feliz de que su falda contara con short por debajo.

- Caleb las palabras eran de Sally, el confeti y el cartel era idea de ellas, no tuyas. Te diré que si, obvio esta, no me importa si me lo preguntas directamente o haces un desastre porque lo abras pensado y hecho tu además esa es una de las cosas que me encanta de ti no eres perfecto y aunque tu creas que yo lo soy, no es verdad. Antes de llegar a este colegio solo éramos yo y mi prima en un colegio lleno de personas crueles, pero estábamos juntas y no nos interesaba, joder, ella era como mi hermana y se suicidio por culpa de ellos. En ese colegio no era todo rosado, cosas suaves, dulces y tiernas, era dolor, cortadas y sufrimiento, era todo lo contrario a lo que soy ahora. Cuando mi madre se entero decidió cambiarme de colegio y vine a este, lo cual lo vi como una oportunidad de también cambiar, pero la gente cambia o miente mejor y yo aprendí a mentir mejor, me gustaba la Irene que era aquí, me gustaba no sentir ese dolor aunque solo era una farsa pero me gustaba mi mascara... pero lo malo de cambiarme es que dejaba a mi prima sola en ese colegio, sus padres jamás le dieron atención poco les importaba si su hija sufría de maltrato en ese colegio, cuando se los contamos no paso nada, no hicieron nada y las cosas empeoraron hasta llegar a...

- Irene no tienes que contarlo todo. - Caleb la interrumpió, creyendo que Irene se estaba lastimado ella misma con el recuerdo.

- Debo hacerlo. - Suspiro.- Hasta llegar ahora, ella arriba y yo aquí. El punto es que, yo no soy la chica de la que te enamoraste Caleb, no soy esa chica que siempre sonríe al principio era falsa pero después pensé soy feliz ósea salí del infierno, pero todo esto me recordó que en realidad yo no soy esa Irene y que tampoco soy la otra, yo soy... Irene. Mi color favorito es el rosa pastel, me gusta vestirme con colores oscuros, no me gusta defraudar a las demás personas, ni sonreír a cada rato, no soy perfecta jamás seré perfecta pero es que en realidad no quiero nada perfecto yo solo quiero...

Y no pudo continuar, porque Caleb había agarrado su rostro y juntado sus labios con los de ella, haciendo lo que él quería hacer desde hace años, besar a la rubia que lo volvía loco y poético ósea que lo tenía enamorado.

- Algo perfecto para ti.

Completo su frase, a lo que ella asintió sorprendida de lo que el supiera.

- Eso es lo que he querido desde hace tanto y lo he encontrado ahora que te tengo a ti.

- Lamento el discurso de mi vida, pero no me arrepiento se siente tan bien sacar todo eso.

- ¿Irene, quieres ser mi novia?

- ¿Caleb, quieres ser mi novio?

- Creí que jamás preguntarías.

Con sonrisas ambos se dieron su primer beso como novios.

Y así señoras y señores es como termina esta historia que debió comenzar como el chico desconocidos que le manda cartas a la chica de sus sueños, pero termino como los dos tontos enamorados que duraron mucho para poder decirse lo que sentía. Quisiera decirles que Irene y Caleb terminaron felices para siempre, se casaron, tuvieron bebes, y una gran historia que contar, pero no les mentiré, no sé qué paso después de esta historia y tal vez nadie jamás lo sepa, pero les puedo asegurar que no fue la única historia escrita por Caleb e Irene.

Pero ya saben.

Todo comenzó en el locker 23...

...y termino con un admirador no tan secreto, una historia y un número.

Locker 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora