IV

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Día miércoles por la mañana, una mañana muy brillante, por cierto. La luz entra con violencia por a través de las cortinas, el canto de las aves también me hace compañía. El día sería realmente perfecto si no me sintiera fatal y no estuvieran todos los hombres de la casa metidos en mi habitación pensando en que van a hacer conmigo.

—Tengo dos exámenes hoy — susurra Bruno mientras me observa de reojo —, lo siento Amy, pero yo no podré quedarme para cuidarte.

El chico realmente luce apenado por eso, lo cual me causa un poco de gracia teniendo en cuenta que en ningún momento le he pedido que se quede conmigo. Bruno me causa mucha ternura.

—No la podemos dejar sola — susurra mi hermano.

—No me va a pasar nada...

—Dereck ¿tienes algo que hacer hoy?

El chico levanta su mirada y se lleva la cuchara llena de leche con cereal a los labios. Niega con la cabeza en modo de respuesta.

—Teniendo en cuenta que tu padre es médico eres el más capacitado para estar con Amy hoy.

—Eso no tiene sentido... — susurra el pelinegro observando al rubio con sus azules ojos — yo no sé mucho sobre cómo cuidar a enfermos.

—Cuando Alexander se rompió la pierna fuiste tú el que se quedó con él — añade Dustin — asique apoyo a Cristóbal en esta decisión, tú debes ser el que se quede con ella.

—Aparte sabes cocinar — Alexander deja su mano en el hombro del chico, el cual no deja de comer — y eso es super importante. Los enfermos no pueden dejar de alimentarse.

Al parecer, mi opinión no es importante en el dialogo que están compartiendo estos cinco chicos, aunque pensándolo bien, la opinión de Dereck tampoco es muy tomada en cuenta.

—Está decidido entonces — Cristóbal se pone de pies con una sonrisa en sus labios — tú serás la persona que cuidara de mi pobre e indefensa hermanita menor.

Todos salen de mi cuarto, a excepción de Dereck, el cual se ha quedado mirando la puerta un poco atontado por lo que acaba de pasar. Hasta ha dejado de comer.

—¡Una pierna rota no es lo mismo que fiebre y dolor de estómago! — exclama saliendo de la habitación.

Dejo que un suspiro se escape de mis labios y me cubro bien con las colchas. Me está comenzando a dar frio, además, el dolor de estómago aumenta a cada segundo. Cristóbal siempre ha sido ese tipo de chico muy preocupado por los demás, cuando éramos pequeños, él no iba al colegio si yo estaba enferma, yo sentía que debía hacer lo mismo, asiqué las pocas veces que él se enfermó, yo permanecí a su lado.

—¡Recupérate pronto Amy! — exclama Bruno y Alexander desde las escaleras.

Segundos después, todo queda en silencio.

—Bien, he hablado con mi padre y... — cuando me ve toda tapada deja de hablar — ¡no puedes estar así cuando tienes fiebre! — exclama y se acerca rápidamente a mi para quitarme todas las frazadas de mi cuerpo.

—Pero tengo frío — susurro desganada.

—No me interesa — gruñe a la misma vez que me muestra el vaso con el que había entrado — tienes que tomarte esta pastilla — me la muestra — y beberte todo este líquido ¿has comprendido?

—El hecho de que este enferma, no me hace una persona estúpida — gruño y tomo ambas cosas que me ha entregado.

—Uno nunca sabe — sonríe de medio lado.

Me tomo la pastilla y me bebo toda el agua. Después de unos segundos intentando convencer a Dereck de que no me voy a morir si es que me cubro un poco el cuerpo, él me termina tapando solo con la sabana.

#1 Mis 5 Idiotas |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora