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Los chicos pasan por mi lado corriendo. Niego con la cabeza y abro la puerta que se encuentra debajo de la escalera, la cual me lleva directamente a un sótano, en donde se encuentra la lavandería de casa. El lugar no da tanto miedo como me lo imagine. Los chicos lo tienen bien iluminado, aparte, hay unos sillones, un televisor, algunas pesas y en una mesa, hay muchos libros. Supongo que aquí abajo igual va a ver que limpiar.

Saco mi ropa sucia y la comienzo a meter dentro de la lavadora. Los chicos bajan minutos después, con sus cestos de ropa, lleno. Vaya, creo que ellos tampoco son de lavar mucho la ropa. Cojo mi libro que he traído, me siento en uno de los sillones y comienzo a leer. Y así paso más o menos media hora. Poniendo ropa, luego ponerla en la secadora, leer, sacar la ropa de la secadora y doblarla en el mismo cesto donde ha llegado. Con la ropa de los chicos es un poco más complicado y me da algo más de asco. No es divertido tomar sus prendas interiores y ponerlas en la lavadora.

—Te he traído algo para beber — miro las escaleras y me encuentro con la mirada de mi hermano.

Se le ve cansado. La marca de la pelea de anoche, ya no se ve tanto, pero supongo que si le debe molestar.

—Gracias.

Dejo mi libro a un lado y tomo el vaso en mis manos. Mi hermano toma asiento a mi lado, en silencio. Bebo un poco antes de mirarlo.

—¿Qué pasa?

—Nada.

—Me estas mintiendo.

El chico sonríe un poco, se acomoda en el asiento y mira sus manos con mucha atención. Yo por otra parte, solo lo miro, esperando pacientemente que me diga a que va su comportamiento.

—Estoy preocupado por ti.

—¿Por mí? ¿Por qué?

—Te noto extraña — susurra — es como si no quisieras estar aquí, eres distante con los chicos, cuando estos lo único que quieren hacer es que te sientas cómoda en casa... aparte, también te he visto actuar de una manera poco normal con Angela.

—Con Angela esta todo bien — río — no tienes por qué preocuparte por eso. Y con respecto a lo otro. Cristóbal, recién estoy llegando, no puedes pretender que me lleve bien con ellos, mucho menos que me sienta totalmente cómoda con su compañía. Recién nos estamos conociendo. No apures las cosas.

El rubio a mi lado termina asintiendo con la cabeza, analizando mis palabras. Él sabe que lo que le digo es cierto. La ropa ya se ha secado y la otra ya se ha terminado de lavar. Cojo las prendas secas, las dejo arriba de la mesa, luego tomo las mojadas y las meto en la secadora.

—¿Necesitas ayuda?

—¿Ya has terminado de hacer las cosas arriba?

—Bien — ríe — me voy entonces.

Lindo día para ir a la playa ¿no crees?

Es un mensaje de Angela. Me gusta estar en la playa, me relaja.

—Diles a los chicos que después de almuerzo nos iremos todo a la playa a pasar el rato — mi hermano me queda viendo desde las escaleras — será una buena manera de conocerlos más ¿no crees?

Sonriendo, termina subiendo las escaleras. Le digo a mi amiga que sí, pero que también vendrán los chicos. Sigo con mi tarea y no sé muy bien cuanto tiempo paso haciendo lo mismo, pero debe haber sido bastante, ya que voy mucho más de la mitad de la historia de Sarah.

—¡Todos a comer! — grita Bruno desde la puerta del sótano.

Doblo las ultimas prendas y las dejo bien acomodadas. Cojo mi cesto de ropa y me lo llevo hasta mi habitación. Los chicos han hecho un buen trabajo limpiando la casa. Supongo que los sábados serán un día destinado a ello. Dejo mi ropa en mi cama, lo mismo hago con el libro y me marcho.

#1 Mis 5 Idiotas |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora