Mi Salvación [Dean & ____] (Editando)

18. Siempre lo haré

A la mañana siguiente, abrí mis ojos con pereza, una sonrisa se formó en mis labios al recordar la noche anterior, de pronto me senté en la cama, para darme cuenta que todo estaba perfectamente igual que ayer, la misma habitación, la misma cama... gire y mire a Dean allí acostado justo a mi lado, boca abajo, durmiendo tranquilamente, una tierna sonrisa apareció en mi rostro al verlo así.

Me acerque lentamente hacia él y comencé a besar su espalda subiendo poco a poco hasta su cuello, en bese cada centímetro de el, e incluso dejando pequeñas marcas.

–Vaya– dijo Dean aun acostado y sin abrir los ojos –Seria la persona más feliz del mundo si siempre me despertaran así– sonrió

–Vamos dormilón, tienes que ir a trabajar–

El giro y me miro aun con esa sonrisa que tanto me derrite. –Ya ni me lo recuerdes– dijo

Me acerque a él y le di un beso en los labios. –Descuida, también yo tengo que hacerlo–

–Sabes... es tan hermoso despertar a tu lado que no sé qué haría si no estuvieras conmigo– me sonrió tiernamente

Me acerque con una enorme sonrisa ante sus palabras y comencé a besarlo de una manera tan linda y lenta, disfrutando cada segundo de aquel beso cargado de amor, de deseo... el me sujeto y me ayudo a sentarme en sus piernas, y mientras el beso continuaba, las manos cálidas de Dean no dejaban de acariciar mi desnuda espalda, mientras que yo jugueteaba con su cabello.

–Espera– dijo el apartándome un poco –Si sigues haciendo esto, llegare tarde al trabajo al igual que tu–

–¿Y eso te importa? – respondí besando su cuello

–La verdad... no– guardo silencio un par de segundos –Por cierto... hoy estas más cariñosa que de costumbre, ¿Qué es lo que te ocurre? – me pregunto divertido

Me encogí de hombros. – Descubrí la enorme suerte que tengo al tener todo lo que siempre he deseado–

–¿Y qué es eso que siempre has deseado? – me pregunto confundido

–Tu... mi madre... la felicidad de tu hermano y mi amiga... en conclusión... una verdadera familia– sonreí

El me beso. –Tú también eres todo aquello que he deseado–

****

Ahora me encontraba intentando hacer mi trabajo, el cuidar niños de guardería era demasiado fácil y divertido, la verdad no se como no pensé en estudiar esto, los pequeños, de apenas 4 o 5 años de edad eran demasiado creativos e inteligentes, claro aunque algunos eran intranquilos y traviesos.

–Bien pequeños, ya es la hora del descanso, así que en orden, tomen sus cosas y salgan al patio y recuerden, si necesitan algo, estaré aquí– les sonreí

Y así fue, los pequeños salieron al patio con unas enormes sonrisas, mientras que yo me quede en el salón a preparar las próximas dos horas que estarían aquí. Un par de minutos después, un pequeño niño estaba delante de mi, con una flor roja en la mano.

–¿Qué ocurre pequeño? – pregunte

–Para usted profesora– sonrió tiernamente –¿Me acompañaría afuera? – pregunto

–¿Ocurre algo? –

Pero el pequeño no respondió y solo me extendió su pequeña manita, yo me levante y la tome, pero antes de salir del salón, me entrego una bufanda.

–¿Y esto? – pregunte confundida

–Es para que no vea nada– mi miro el niño –Vamos o no llegaremos a tiempo– dijo de manera insistente

Reí ante su actitud, así que me vende los ojos y tome su pequeña manita, ya que temía caerme, comencé a caminar despacio, el pequeño, que por cierto su nombre es David, me guiaba sin ningún problema, después de caminar un par de metros, David se detuvo, así que yo hice lo mismo.

–Hemos llegado– dijo David con emoción –Ya puede quitarse la bufanda profesora–

–¿Tan pronto? – pregunte curiosa

–Si– respondió

–De acuerdo–

La verdad no sé cómo no me desmaye o algo parecido, solo me quede allí parada, sin saber que decir o que hacer ante lo que estaba delante de mi, incluso la rosa que tenia en la mano, al igual que la bufanda se me cayeron al piso, segundos después reaccione y una enorme sonrisa, junto con un par de lagrimas comenzaron a salir.

Veintitrés pequeños niños, de distinta edad, genero e estatura se encontraban allí parados, cada uno sujetando una hoja de color con una letra en cada una, escrita con plumón negro: "¿Quieres casarte conmigo?".

–¿Bonito cierto? – pregunto una voz detrás de mi, la cual me hizo dar un pequeño brinco

Gire y mire a Dean, quien se encontraba con una rodilla en el suelo, sujetando con su mano izquierda un increíble y enorme ramo de rosas blancas y en su mano derecha tenia una pequeña cajita de terciopelo color roja, con un anillo dentro de ella, este solo tenia una linda piedra color rosa y a los lados dos un poco mas pequeñas de color blanco.

–____ O'Brien, ¿Aceptarías mi propuesta? – me pregunto sonriendo, pero no era una clásica sonrisa digna de Dean Winchester, esta era diferente, y claro, la razón de esto eran sus nervios que se podían distinguir a kilómetros.

–Que... impresionante es todo esto– dije intentando articular la respuesta que él quería escuchar

–Vamos... no me dejes con este suspenso que me mata lentamente, además, si aceptas, los pequeños que me han ayudado a organizar todo esto recibirán a cambio pizza y helado, ¿No querrás dejarlos sin eso? ¿O si? –

Yo negué. –Eso no seria apropiado– las lágrimas salían sin pleno aviso –Acepto Dean–

El me coloco en anillo en mi pequeño dedo, y después de entregarme el enorme ramo, me abrazo tan fuerte, como con necesidad o algo así.

–Me has hecho el hombre más feliz del planeta con esa simple palabra, ¿Lo sabias? –

Yo guarde silencio y hundí mi rostro en su cuello. –

–Y también has hecho felices a esos pequeños, ya que obtendrán recompensa–

–Te amo Dean– dije sin pensarlo y aun derramando algunas pequeñas lagrimas

–Yo también lo hago hermosa– me dijo tomándome de los hombros y separándome un poco de él –Y siempre lo hare–

–Eso espero–

Dean me sonrió tiernamente y después dirigió su mirada a los pequeños niños que aún seguían levantando las hojas.

–Bien chicos, ya que su linda profesora acepto mi propuesta, todos tendrán lo que les prometí–

Ellos gritaron de alegría. –

–Bueno, regreso en un rato amor, debo complacer a los niños o puede ser que me hagan daño– me sonrió

–De acuerdo– dije limpiando mis lágrimas –Solo vete con cuidado–

–Claro preciosa, no me perdería nuestra boda para nada–