CAPITULO 5: ¿UN SUEÑO O MI PASADO?

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  Kagome caminaba muy asustada corría por el pasillo, pero justo en ese momento choca con alguien.

- Perdón – dice Kagome y al ver a la persona que la miraba indiferentemente se alejó unos pasos – "No otra vez" – pensó Kagome.

- No se preocupes...no le haré daño, Señorita Higurashi, me retiro.- dice él hombre alto, ojiazul y corto cabello negro con una coleta.

- "Vaya, no es como los otros dos"-dijo Kagome mientras lo veía alejarse.

- ¡Kagome! ¿Dónde estabas?- dijo una chica de cabellera negra tras de sí.

- Oh...Sango – dijo con sorpresa.

- Bueno ya es tarde, apresurémonos o faltaremos a clase.

- Sí....

Ambas se dirigieron al salón, dentro todo transcurría "normal", Kagome no le dirigía ni una mirada a Inuyasha, él cual no podía dejar de observarla y pelear con Kouga. Después de la escuela Kagome se dirigió a su casa, cuando llegó, dejó sus cosas y se cambió. Estaba totalmente sola.

- Tengo mucho sueño, creo que dormiré un poco y después haré mi tarea- dijo para sí misma en su habitación, se acostó en su cama.

Su cuarto estaba pintado de blanco, tenía las cortinas rosas al igual que la almohada y las sábanas de su cama, en un principio eso era la vida para Kagome, casi siempre de color rosa, pero ahora todo había cambiado. A los pocos minutos de estar en su cama se quedó dormida pensando en lo que había sucedido y además tuvo un sueño.

Sueño de Kagome.

- ¿Qué es este lugar? – se encontraba a las afueras de una hermosa
Mansión, la cual era de color blanco, tenía una fuente frente a la puerta principal y habían unos preciosos jardines llenos de flores, ella se encontraba de pie cerca de unos árboles cuando de pronto ve la figura de un hombre y una mujer sentados bajo un árbol abrazados.

- ¿Dormiste bien? – dijo el joven.

- Sí ¿Y tú?

- ¿Cómo no habría de estar bien si tú estás conmigo?

- Lo mismo pasa conmigo – dijo la joven dándole un beso en los labios el cual fue muy bien correspondido.

Kagome se acercó más para ver a la pareja, cuando llegó ahí no pudo evitar su asombro: Era Inuyasha y ella, él se encontraba con un antiguo traje de gala color negro y ella llevaba un vestido blanco, en su mano tenía una pulsera y en sus orejas unos aretes del mismo color, su cabello suelto y lo que resaltaba era una pequeña corona plateada en su cabeza.

- No puedo esperar para nuestra boda – dijo la Kagome que estaba con Inuyasha.

- Sí...

- ¿No estás feliz?

- No, al contrario no puedo esperar los dos meses que faltan...Me gustaría tener una gran familia, muchos y muchos hijos.


- Jejeje. Bueno, pero no muchos.


De pronto todo se oscureció, Kagome no podía ni ver su sombra. Comenzó a caminar sintiendo que las piernas le temblaban, de pronto se escuchó un grito.
Kagome sintió un gran pánico, entonces divisó una puerta....

- ¿Qué es esto? – dijo la aún más aterrada Kagome.

Vió a Inuyasha, Sesshomaru, Miroku, una mujer mayor muy parecida a Inuyasha y a un hombre él cual tenía un gran parecido con Inuyasha y Sesshomaru. Estaban regados por la habitación y llenos de sangre. Por fortuna no podían verla.

- ¿Qué creen qué hacen? – dijo Inuyasha.

De la nada apareció un hombre alto de largo cabello negro y ojos rojos, junto con una mujer que tenía el cabello amarrado, después apareció una niña muy blanca e inexpresiva, de ojos negros junto con otro pequeño de ojos amatista.

- Condenarte a vagar en la oscuridad, a vivir eternamente, a la necesidad de sangre consiguiendo de este modo Kagome te tema y la boda se detenga.- dijo el hombre.

- Naraku, eres un desgraciado.


- No menos que tú. Su sangre noble ha sido exquisita como se esperaba de unos nobles, pensándolo bien debería dejarlos morir ya no les queda mucho tiempo a todos. Aunque creó que será mayor castigo ser un inmortal.-

Después de decir esto se acercó al decaído Inuyasha y le dio de su sangre, los demás sirvientes hicieron lo mismo con los demás. Nuevamente todo se puso oscuro, Kagome deseaba despertar y se cubrió los ojos con las manos, al quitárselas notó que estaba en la recepción de la Mansión.

- "¿Y ahora qué?" – pensó la ya aturdida Kagome. De pronto se vió de pie frente a Inuyasha, él cual la miraba con una mirada que reflejaba tristeza.

- Amor, ¿Te encuentras bien? – dijo tomándole el rostro a Inuyasha.

- Sí, sólo estoy un poco agotado.

- No tienes fiebre, estás muy frío – dijo ella tocándole la frente- deberías recostarte, además estás muy pálido.

- No, estoy bien.

- ¿Tú hermano será nuestro padrino?

- Supongo.

- Mejor me voy si no quieres hablar.

- No, quiero que te quedes junto a mí. – dijo abrazándola y ella correspondiendo. – En estos momentos te necesito más que nunca.

Kagome miró la escena muy conmovida pero de repente vio como su mirada cambiaba al acercarse a su cuello y abría su boca mostrando unos blancos y afilados dientes pero justo en el último momento se detuvo conteniéndose. La otra Kagome e Inuyasha dejaron de abrazarse y subieron las escaleras. Luego oscuridad.

- ¡Kagome! ¡Kagome!

- "¿Quién es?"

- Hija, levántate, ya vine.

Kagome abrió sus ojos.

- Mamá.

- ¿Estás bien?

- Sí..

- Ven a cenar que ya es tarde y me parece que no haz hecho tu tarea.


- Sí, ya voy."¿Por qué tuve ese sueño?, ¿Esto habrá sucedido realmente?

En ese momento un muchacho se alejaba caminando por una calle poco transitada cerca de la casa de Kagome.

- "Sí Kagome, eso pasó hace mucho...fue el inicio de todo, mi sueño era formar una familia contigo, pero eso ya no puede ser aunque quiera, físicamente estoy muerto...y además... Tú no me recuerdas bien y el día que recuerdes lo que sucedió mucho después me odiarás." – cruzó una avenida hasta las puertas de una gran mansión – "Maldito Naraku, destruiste mi vida desde el momento en que me convertiste en esto."  


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