27.Ya no hay esperanzas

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**Narra Donovan**

Las semanas pasaban demasiado lentas, no dejaba de pensar en mi castaño de ojos verdes, no había visto ninguna de aquellas notas, ¿la razón?, la chica, mi mejor amiga solo las recogía y las guardaba en una caja, no quería según ella que viera aquello y sufriera, prefería dejar que tomara mi tiempo y así mismo pudiera pensar en todo lo ocurrido aquellos días. Además me había ido de la academia, me había mudado con mis padres quienes no me negaron la estadía en su casa, a veces mi madre me encontraba llorando en el jardín cuando mi pequeño enano no estaba, ella me había dicho que lo buscara pero no quise hacerlo, ¿para qué?, eso solo haría que mi mente se pusiera peor. Mi aspecto no estaba mal pues mi madre me había dicho que saliera adelante por mi pequeño Noah y así lo había hecho, había encontrado un empleo de miedo tiempo en una siquera cerca de casa, por las mañanas mis padres cuidaban del pequeño mientras yo trabajaba, y así eran mis rutinas, no hacía nada divertido, no sonreía auténticamente, incluso tenía que tomar pastillas para poder conciliar el sueño, y en las noches el recuerdo de mi chico me invadía, soñaba con tenerlo a mi lado, durmiendo y en ocasiones me había levantando llamándolo con una enorme desesperación, no quise llamar para no incomodarlo. Fue aquel día que fui a la academia por algunas cosas que había olvidado que me topé con Jade

-Hola torpe

-Hola, ¿cómo te va Doni?

-Bien, creo

-Sí, oye hay algo que debo decirte

-¿Qué cosa?

-Es...hace dos semanas más o menos han estado llegando algunas cosas

-¿Qué cosas?

-Flores y notas, de Gabriel

-¿Qué?

-Yo pensé que si no te lo decía entonces no te preocuparías tanto y estarías bien pero hace tres días que no llega ninguna nota

-Joder, ¿las tienes?

-Sí, están en mi habitación, las guardé todas

-Vamos

Así ambos fuimos a aquel lugar, tomé la caja sentándome sobre el suelo para comenzar a leer, leí hasta llegar al 15 y me detuve, mis ojos se llenaron de lágrimas y seguí leyendo para luego levantarme guardando aquello

-Debo irme

-¿A dónde?

-Está en el hospital y ¿si no lo vuelvo a ver?

-Voy contigo

-No, ve a mi casa y trae a Noah, me alcanzas allá

-De acuerdo

Y así salí en mi auto de manera rápida, solo le pedía a Dios que aún estuviera bien y pudiera verlo, me maldecía por aquello, ¡por mi culpa él estaba así!, si tan solo lo hubiese perdonado, si hubiese hecho algo por salvar mi matrimonio, si no lo llegaba a ver de nuevo ya no podría continuar, y ahí estaba un obstáculo, un maldito embotellamiento en el centro de la ciudad bufé y golpeé el volante para luego sacar mi móvil y marcar el número de Gabriel, esperaba que alguien respondiera, quería saber que estaba bien

**Narra el Señor Schnaider**

Ya no había esperanzas, ni nada más qué hacer, pero ¿por qué todo había sido tan rápido?, era algo que no podíamos explicar, aunque de cierta forma sabíamos que la depresión de nuestro hijo lo había apoderado

-Tiene que hacer algo por él doctor, mi hijo no puede morir.-Insistía mi esposa

-Lo siento señores, Gabriel ya no responde al medicamento, este hospital no cuenta con el tratamiento más avanzado para luchar contra esa enfermedad

Y de nuevo comenzó una pelea entre nosotros y los padres biológicos de mi hijo, algo estúpido, lo sabía pero el dolor en todos era algo que no nos hacía pensar con claridad. Entonces escuché el móvil de mi hijo sonar sobre la mesa de al lado y lo tomé, al ver el número de Donovan en la pantalla miré a los otros, me acerqué a mi esposa y le tendí el celular

-Es Donovan.-Murmuré

-No contestes

-Él es su esposo, merece saber lo que está pasando

-¿Hasta ahora, cuando mi hijo está muriendo?

-No seas egoísta, Gabriel lo ama

Cuando iba a contestar él ya había colgado, suspiré y marqué de regreso

-¿Puedo...yo..Gabriel está bien?.-Preguntó entre el llanto, entonces supe que aún amaba a mi hijo, que a pesar de estar separados ese amor no se había acabado

-No, Gabriel está muy grave, ya no hay nada más que hacer por él.-Escuché un fuerte estruendo, supuse que había golpeado algo

-¿Podría ponerlo al teléfono?, sé que no...que no está bien pero quiero hablarle por favor

-Lo siento Donovan, mi hijo está sedado, lo han mantenido así estos últimos días porque el dolor que le da se vuelve insoportable

-Pero yo...-No pude escuchar otra cosa, parecía que el chico había colgado, entonces regresé a la habitación mirando un pequeño quien abrazaba a mi hijo con fuerza, y una chica de cabello negro y ojos color esmeralda, quien veía a mi hijo devastada.-¿Quienes son ellos?

-Soy Jade, amiga de Donovan, y él es Noah, hijo de Donovan y Gabriel, Donovan viene en camino o eso creo.-Dijo la chica, entonces de pronto mi hijo abrió los ojos mirando al pequeño, y comenzó a vomitar sangre

-Saquen a Noah de aquí.-La pelinegra tomó al niño en brazos mientras él pataleaba y extendía sus pequeñas manos hacia mi hijo, por un momento me recordó a mi pequeño cuando hacía rabietas, solo que esta vez él tenía toda la razón en hacer aquello

Salí tras ellos pues necesitaba ver que el pequeño estuviese bien, ahora era mi nieto ¿no?, debía asegurarme de que estuviera con bien y se calmara, pero entonces algo ocurrió, algunos paramédicos entraron en la sala con un paciente, pero no era cualquiera, pude reconocer al chico aquel, era Donovan, totalmente mal, sangre por todos lados

-¡Dios mío!.-Murmuré quedandome sin habla ante aquella escena, y entonces médicos comenzaron a entrar a la habitación de mi hijo sin dejar pasar a nadie más, mi esposa salió y la abracé temiendo lo peor

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora