Capítulo 14: Fiebre

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Madara miraba a Minato respirar con dificultad y tener ciertos espasmos en el cuerpo mientras sudaba. Tenía clara una cosa, aquella herida no era algo normal. Cogió la mano de Minato entre las suyas mirando el anillo de compromiso de ambos. Ni siquiera se había percatado de cuándo se lo había puesto.

- Llama a un médico – comentó Madara a su hermano.

- ¿Crees que es necesario? – preguntó – parece una herida que se le curará enseguida.

- No lo es, esta subiéndole la fiebre y su cuerpo tiembla. Es posible que tenga veneno con lo que le atacaron.

- En Konoha prácticamente no utilizamos el veneno, ningún clan.

- Pues hay algo que le está haciendo esto.

- Sí, tenía las defensas bajas, ha pasado unos días duros y posiblemente cogiera algo de frío y está resfriándose. Pero traeré un médico si te quedas más tranquilo.

- Sí – dijo Madara – tráelo.

Izuna se fue a buscar a un médico al hospital mientras Madara se quedaba allí buscando por toda la casa un trapo. Lo mojó en agua y escurriéndolo se lo colocó en la frente a Minato con la esperanza de que la fiebre le bajase. Era posible que simplemente estuviera cogiendo un resfriado, estos días el tiempo había cambiado y el clan Uchiha estaba metido en una zona dónde el frío solía ser habitual, por eso siempre dejaban aquellas antorchas por la calle tratando de matar un poco ese frío.

Tocó el cabello de Minato dejando que aquellos hilos dorados se enredasen en sus dedos. Estaba preocupado por aquel chico. Todos le decían que ese chico estaba loco, que inventaba cosas, que se las imaginaba pero la herida era muy real ¿Cómo no iba a creer en sus palabras cuando veía las cosas tan reales? Algo estaba ocurriendo allí y él lo averiguaría. Algo le hacía sospechar de todo el mundo, de todo su clan, hasta su hermano estaba en el punto de mira. No había podido descartar a nadie.

Rozó con sus dedos aquellos finos labios de Minato, jamás le había besado y se moría de ganas por hacerlo pero... algo le echaba hacia atrás. No quería un beso robado, quería que Minato se lo entregase voluntariamente y eso no pasaría, amaba a Sakumo Hatake, le habían obligado a casarse con él y sabía perfectamente que jamás le regalaría su cuerpo de nuevo. Madara había tratado de desfogarse como antaño con alguna mujer de su clan, pero le había sido imposible, en su cabeza sólo estaba Minato y aunque jamás se lo dijo y no pensaba hacerlo ahora... no podía estar con nadie más desde aquella primera y única noche juntos.

Tenía los gemidos de aquel chico grabados a fuego y pese a saber que no había disfrutado apenas por los nervios de la primera vez, quería creer que podía mejorar su experiencia aunque para ello Minato debiera aceptarle primero. Su matrimonio no iba nada bien, era de dominio público que no se aguantaban, Minato trataba de matarle y Madara a su vez se mantenía a distancia para evitar enamorarse, para no sufrir con un amor imposible, se hacían daño mutuamente y eso debía cambiar.

- Lo siento – susurró Madara uniendo su frente al trapo húmedo de la frente de Minato cerrando los ojos – lo siento mucho, no volveré a fallarte, no volveré a alejarme de ti aunque me destroces el corazón en mil pedazos. Eres mi esposo y debía estar aquí contigo. Te prometo... que conseguiré que este matrimonio funcione si me das la oportunidad.

Madara sabía que seguramente Minato ni siquiera podía oírle pero le daba igual, ese peso tenía que sacárselo de encima y no quería hacerlo cuando volviera su hermano, él... el líder de los Uchiha jamás debía aparentar debilidad frente a los suyos, eso es lo que le enseñó su padre y así lo cumplía. Quisiera o no... Minato y su seguridad se estaban convirtiendo en su gran debilidad. Si sus enemigos supieran que le estaba empezando a amar, que haría lo que fuera por él... se aprovecharían y le pondría en peligro, sus sentimientos ponían en peligro a sus seres queridos.

¡Ten hijos para esto! (Naruto; Madara-Minato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora