Lo que Madara pensó como una buena experiencia y una salida romántica entre ambos, acababa de convertirse en un desastre. No podía creerse que Sakumo se hubiera atrevido a semejante acción, besar a su esposo, era algo increíble que aún trataba de asimilar. Miró a su esposo mientras caminaban hacia el clan sintiéndole extraño. Seguramente estaba así debido a los nervios que había sufrido.
Aunque agarraba por la cintura a su esposo, éste cada vez se apoyaba más en Madara que sentía el peso del cuerpo de Minato caer sobre el suyo. Pesaba, su esposo pesaba y a veces sus pies se chocaban entre ellos sin poder coordinarse correctamente. Sentía cómo empezaba a respirar con cierta dificultad y se agarraba a él con fuerza.
- ¿Estás bien? ¿Necesitas que paremos y te calmas? – preguntó Madara.
- Estoy bien, en serio – le dijo Minato – sólo... un poco mareado. Yo no quería besarle.
- Pues yo sí quería pegarle – dijo Madara sonriendo haciendo que Minato sonriera – lo siento, pero no iba a negártelo, le tenía ganas desde hace tiempo y no lo hacía por ti. Hoy me ha dado motivos finalmente para poder hacerlo y me ha sentado muy bien.
- Te quiero pero... ¿Podemos ir a casa? No me encuentro muy bien – comentó Minato sonriendo.
- Claro, ven aquí, yo te llevo.
Madara lo cogió en brazos sintiendo cómo Minato pasaba sus brazos alrededor del cuello de su esposo y apoyaba la cabeza en su hombro cerrando los ojos. El olor que desprendía Madara a jazmín siempre le relajaba. Se quedó dormido prácticamente al momento agotado y Madara no quiso pensar nada extraño, incluso cuando sentía cómo una de sus manos se debilitó resbalando de su cuello y cayendo sobre el abdomen de un dormido Minato.
Al llegar a la casa, Madara metió a Minato en la cama cubriéndole con el futón. Minato dormía tranquilamente y acarició su cabello antes de salir hacia la cocina a tomar un vaso de agua. Volvió corriendo a la habitación al escuchar gritar a Minato y al entrar, se lo encontró con un kunai en la mano temblando de miedo y sudando. Se acercó a él con rapidez apartando su kunai y abrazándole intentando calmarle.
- Ey, estoy aquí. ¿Qué pasa?
- Yo... no lo sé, había algo.
- ¿Algo? – preguntó Madara extrañado viendo la desierta habitación – déjame ver tus ojos.
Madara observó cómo se dilataban aún más que la última vez y al tocar su frente, sintió la fiebre aumentar.
- Nos vamos al médico – le dijo Madara preocupado cogiéndolo en brazos.
- ¿Estoy enfermo? – preguntó Minato sin apenas voz.
- Creo que te han envenenado.
- Pero... no he vuelto a probar la leche – susurró.
- No es la leche – dijo Madara dándose cuenta de lo que era – creo que sé quien está detrás de todo esto.
Madara salió de casa dejando que Minato volviera a apoyar la cabeza entre su hombro y su pecho. Caminó con rapidez hasta la casa del médico Uchiha y llamó a la puerta como pudo escuchando cómo la respiración de Minato cada vez era más irregular. Abrió una mujer y al ver a Madara llevando en brazos a ese chico rubio se apartó con rapidez de la puerta diciéndole que pasara al fondo. La mujer fue a despertar a su esposo que bajó enseguida vestido con el pijama para examinar a Minato.
- ¿Dónde lo dejo? – le preguntó Madara.
- Encima de esa mesa – le comentó – Dios, está ardiendo – dijo el médico al ponerle la mano en la frente – prepárame un barreño con agua fría y toallas, hay que bajarle la temperatura. ¿Ha tomado algo?
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¡Ten hijos para esto! (Naruto; Madara-Minato)
FanfictionMinato es el chico rebelde de los Namikaze que ha entrenado duro para hacer misiones fuera de la aldea pero sus padres, miembros del consejo del clan no le permiten salir debido a unos terribles asesinatos que están devastando al clan. Hartos de la...