Madara ya estaba listo para dormir en los cojines del salón cuando sintió esa incomodez del suelo, necesitaba un futón y el único en toda la casa lo tenía Minato, pero por su maldito orgullo que él no entraba allí a pedirle un hueco en su cama, menos teniendo en cuenta que podía despertarse como la primera noche con él... siendo atacado por un Kunai.
Al final tras probar varias posturas sin acoplarse al suelo, acabó levantándose y marchándose a la casa de sus padres. Era mejor desertar ante la familia que ante su esposo. Entró por la puerta de la cocina sin hacer ruido para no despertar a nadie. La misión era simple... buscar en un armario un futón y salir a su casa de nuevo, claro que encontrarse a su hermano allí sentado en la mesa tomando un té no se lo esperó.
- ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la cama con tu esposo? – preguntó Izuna sonriendo.
- Me... me ha echado de la cama – le dijo Madara y entonces fue Izuna quien empezó a reírse.
- El chiquillo tiene genio ¿Eh? – le dijo burlón.
- No te rías, no ha sido exactamente él, más bien yo le he dicho que me iba a dormir fuera para hacerle sentir culpable y...
- Y le ha dado igual.
- Sí – dijo – se ha ido a dormir tan tranquilo dejándome fuera de la habitación, ni siquiera ha tratado de convencerme para que entrase.
- Madara... ese crío no es tu madre, es tu esposo. No le convencerás con trucos baratos que sólo funcionan con madres. Vas a tener que ganártelo. Enserio ¿A qué has venido?
- A por un futón.
- Coge uno de mi armario – le dijo Izuna.
Madara caminó por el pasillo interior intentando no despertar a sus padres y buscó en la habitación de su hermano un futón. Estaba rebuscando allí cuando se le cayó un bote con unas pastillas y lo tomó en su mano observándolas, no sabía lo que eran y no se atrevía a preguntarle a su hermano por ellas, esperaba que él se lo contase pero le habían dejado un poco preocupado. Las dejó en su sitio, cogió el futón y salió de allí de nuevo hacia la cocina.
- Tu esposo sigue despierto – comentó Izuna dando un sorbo a su té.
- ¿Enserio? ¿Cómo lo sabes?
- A diferencia que tú, he pasado todas las noches con él – comentó – no apaga nunca la última vela hasta que va a dormirse por completo, suele quedarse un rato leyendo pergaminos de su clan, quizá técnicas que quiera aprender.
- Tenía una técnica que estaba perfeccionando, me atacó con ella – le dijo Madara – quizá esté tratando de averiguar cómo funciona exactamente.
- Le relajan los vasos de leche, le ayudan a dormir. Le subo uno todas las noches.
- Hoy no lo has hecho.
- ¿Me estás pidiendo que lo haga?
- Yo no pienso entrar en su cuarto – le dijo Madara – corro el riesgo de que quiera asesinarme, sigue empeñado en que yo soy el asesino de su clan.
Izuna empezó a reírse aún con más ganas y al final acabó diciendo que iría él a prepararle el vaso de leche, se lo daría y se volvería a casa a dormir para dejar a los recién casados en su primera noche a solas en la casa.
Su hermano fue el primero en acabar la bebida y marcharse a casa de Madara para prepararle el vaso de leche de todas las noches. Mientras él hacia eso, Madara corría de nuevo a la habitación de su hermano a buscar aquellas pastillas y tratar de averiguar lo que eran. ¿Estaba enfermo su hermano y no se lo había dicho? Eso era improbable ¿Por qué no iba a decírselo? En la familia eran cinco hermanos y desde luego Izuna era su favorito, el menor, el más pequeño de todos, quizá por tener una edad más parecida a la de Minato es por lo que ambos llegaban a entenderse tan bien, no estaba seguro. Debió casarse Izuna con Minato y no al revés, o eso pensaba Madara, él no sabía cómo tratar a un chiquillo de esa edad y más cuando intentan matarte a la menor oportunidad.
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¡Ten hijos para esto! (Naruto; Madara-Minato)
FanfictionMinato es el chico rebelde de los Namikaze que ha entrenado duro para hacer misiones fuera de la aldea pero sus padres, miembros del consejo del clan no le permiten salir debido a unos terribles asesinatos que están devastando al clan. Hartos de la...