¿Prólogo?

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Lo primero de todo, antes de empezar, ¿Qué haces leyendo esto? Hay dos opciones: La primera, que tu curiosidad se haya apoderado de ti, causándote esta la motivación y la consiguiente suerte para encontrar estas anotaciones, más extensas que breves. Y la segunda, que el destino y no el azar, tuviera planeado que tú estuvieras ahora mismo, dedicando tu tiempo y tu mente a esta especie de diario, que sólo ha pasado por mis manos y por incontables momentos históricos.

Espero que al otro lado de mis escritos esté la persona precisa y adecuada a los que van dirigidas estas densas y abundantes páginas que me han acompañado desde un lejano y determinado momento de mi vida. No negaré que no era mi intención hacer un libro de mi vida y menos destinándolo a una persona.

¿Por qué en su día decidí empezar a escribir mis "aventuras"? Básicamente por la soledad pero principalmente debido a un acontecimiento doloroso y fortuito que aún sigo recordando, ahora victorioso. Pero que me marcó profundamente en mi estilo de vida.

¿Realmente me conoces tanto como te crees? La respuesta obvia es no. Evidentemente sabrás que mi nombre es Legolas Hojaverde, hijo de Thranduil, nieto de Oropher. He pasado a la historia como un integrante de la ya famosa "Compañía del Anillo", representando a los elfos en la misma. También conocerás mis hazañas, batallas (no todas), y rumores sobre mí. Pero a pesar de que eres un miembro cercano y querido (sobra decirlo) para mí, aún no sabes la verdadera historia de este elfo Sindar. También mostrarte mis sinceras disculpas ante tanta desinformación ya que no tuve momento alguno para contarte. Eres la única persona que conoce mis pensamientos, aquí al desnudo, así que viviré tranquilo el resto de mi vida.

Después de esta breve introducción, empezaré a relatarte, muy resumidamente, mi vida hasta el momento exacto en el que empecé a escribir mi "día a día". Por último, debo advertirte de que he suprimido muchas páginas irrelevantes y monótonas para que tu lectura sea más sencilla y fácil de digerir, sino sería imposible de acabar.

Nací en el año 2800 de la Segunda Edad en el Bosque Negro, antes llamado Bosque Verde. En una familia real y con un linaje poderoso y muy antiguo, a la par que exitoso y legendario. Desde pequeño se me inculcaron los valores de la paz y la sabiduría pero a la vez las nobles artes de la guerra. Mi padre, Thranduil, y mi abuelo, Oropher, me criaron con todo su amor y su afecto. Del gran parte de mi físico y habilidades se lo debo a ellos. Con el paso de los años, fui creciendo, tanto mi cuerpo como mi mente. Pronto fui, aún con mi corta edad, uno de los guerreros elfos más letales de toda la Tierra Media. Mi padre siempre hablaba orgulloso de su primogénito, de su heredero, ante los más poderosos. Mi relación con él fue fría, porque Thranduil apenas mostraba sus sentimientos, pero nos apreciábamos, ya que sólo nos teníamos el uno al otro. Una de tantas obsesiones de mi padre fue que contrajera matrimonio con una hermosa doncella elfa. Más erró en todos sus intentos, porque aunque pretendientas no me han faltado nunca, ninguna consiguió conquistar mi corazón.

Los años pasaban y mi admiración por mi reino y el bosque seguía en aumento. Tenía claro que mi vida no estaba en los salones o la política, sino en el bosque.Tampoco era muy dado a tener amigos ya que no lo necesitaba. Parecía que mi destino iba a estar sellado, cuando una noche cualquiera, impredeciblemente, me cambiaría la vida. Corría el año 2800 de la Tercera Edad en el Reino del Bosque, cuando una muchacha de cabellos lisos, con trenzas y de mediana estatura acudió a mi padre en busca de asilo y comida. El rey, siempre de corazón noble, la aceptó en su reino y aparte de encontrarla comida y refugio, la dio un trabajo, en la guardia Silvana.

La intención de mi padre no fue gratuita ya que sus habilidades en el ejército la hacían sobresalir, no sólo de las elfas, sino también entre los varones. Pero mi intención al aceptarla, distaba mucho de la de Thranduil. Esa elfa era diferente a las demás que conocía y vi en ella algo especial. Sobra decir que me quede prendado de tal belleza y dulzura en cada uno de sus gestos, sus miradas, sus labios, sus ojos, sus cabellos, sus orejas grandes y su escultural cuerpo. Iluso de mí el creer que no llegaría a ser más que una compañera de oficio.

Los días y las noches las disfrutaba con ella, con esa elfa de edad más corta que yo pero que alcanzaba los seiscientos años. Mostraba una seguridad y una rebeldía que me asombraba. Inconscientemente, me estaba enamorando de ella. Hacía cosas que antes no hacía por nadie. La invitaba a las fiestas privadas de mi padre, la nombré mi capitana de la guardia para así poder pasar más tiempo con ella, la traía regalos lujosos de todas las partes de la Tierra Media e incluso la hice dueña de mis sueños cada anochecer. Pero a la vez que mi admiración y mi afecto por ella iba creciendo, la angustia se apoderaba de mí. No encontraba el momento ni el lugar para demostrarla lo que sentía por ella. Cada vez que intentaba tener un momento más íntimo y privado con ella, el rey me lo destruía. Y aunque ya se lo perdoné, por aquellos años la tensión entre los dos iba en aumento. Al mismo tiempo que mi relación con la Silvana pelirroja crecía a pasos de gigante, me distanciaba de mi padre.

Yo sé que mis sentimientos eran correspondidos, pero ella lo intentaba evitar, ante la oposición de los complejos de mi padre. El caso es que, nunca llegué a probar el sabor de sus labios y nuestra relación fue meramente laboral y de amistad, lo que me destruía por dentro. Pero como la veía tan cerca de mi todos los días, nunca llegué a pensar que se alejaría de mí.

Bien, llegado el año 2941 de la Tercera Edad, esos miedos tomaron forma propia. Un grupo de trece enanos se adentraron en nuestro bosque y causaron la famosísima batalla por Erebor, "La Batalla de los Cinco Ejércitos". Participé en aquella batalla, tanto mi padre como mi capitana de la guardia. Después de aquella guerra, me fui obligado a irme a las tierras del norte, con los Dúnedain.

¿Por qué? Mi corazón y mi orgullo estaban hundidos en la miseria. Me vi obligado a no volver al Reino del Bosque. No fue por la batalla, ni mucho menos. Un enano llamado Kili, el cual no olvidaré en mi vida, me arrebató lo que yo más quería. Mi compañera había sido conquistada por aquel zarrapastroso enano en dos escasos días. Esos dos días me los pasé de un lado para otro, protegiendo a mi compañera, la cual la importaba más ese sucio Kili, que yo. No me importó, seguí apoyándola y ella seguía evitándome, pero esta vez, sus miradas tenían otro destinatario. Estuvo a punto de morir en las Colinas del Cuervo pero yo estaba ahí para salvarla, y no era la primera vez.

Terminó la batalla y no regresé, no podía. Dejando a mi compañera, que lloraba la pérdida de Hijo de Dúrin. Todavía siento una flecha en mi estómago cuando recuerdo aquella escena.

Me fui lejos y no volví a saber de ella. Algo me empujó a comenzar este diario y empezar una nueva vida, olvidando todo lo demás. Viviría momentos incontables en los años siguientes, pero siempre soñaría con ese nombre peculiar y enigmático....Tauriel....


Historia de un Destino. (NO TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora