Recuerdos. (I)

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Año 3434, Segunda Edad:

-Deberíamos obedecerle.
-Nuestros guerreros son osados y valientes. Hemos reunido el mayor ejército que ha habido en nuestro reino, nunca hemos sido tan poderosos como ahora, confío. Además, me niego a cualquier tipo de sublevación, y menos hacia él, lo sabes.
Mi figura interrumpe la conversación. Oropher me mira con felicidad y me indica con la mano que me acerque. Padre permanece inquieto, mirando una especie de mapa, a la vez que añade.
-Nos jugamos mucho, y tú sólo piensas en la gloria y no en las consecuencias.
Padre sigue intranquilo, Oropher le mira ahora con incomodidad y yo decido calmar los ánimos.
-Lo que está claro es que no se trata de una simple batalla. Si tanto los Noldor como los hombres van a unirse, nosotros no deberíamos ser menos.
Oropher me palmea la espalda con aprobación y padre insiste.
-Claro que iremos a la batalla, lo que me preocupa es el cómo.
-Hijo, tu siempre tan preocupado...
Ahora Thranduil mira a su padre con rabia y enfado y responde.
-Estamos arriesgando las vidas de nuestro pueblo, todo nuestro ejército. A Sauron sólo le basta ganar esta batalla para sumir a la Tierra Media en una oscuridad y tú preocupado porque Gil-Galad se lleve la mayor gloria.
Oropher ahora con un semblante más serio, finaliza.
-Aquí mando yo. ¿Esta claro?
Padre me dirige la mirada y me señala mi marcha. Yo obedezco y abandono la sala rumbo al patio exterior.
Allí me espera un oficial que me pregunta con la mirada, esperando una especie de señal u orden.
-El ejército está listo mi señor.
-Partiremos en breve.

Al cabo de un rato inesperadamente largo, sale Thranduil acompañado de varios capitanes, seguidos por Oropher, el cuál este último se dirige hacia mí, portando una especie de daga reluciente y afilada, realmente hermosa, añadiendo.
-Guárdala y nunca la pierdas, pues ha pertenecido a nuestra familia desde tiempos oscuros.
-No tengo palabras.
-Honrala, honra nuestro linaje.
Oropher me sorprende y me despide con un sentido abrazo, seguido de una despedida paseando su puño diestro por su pecho, yo respondo haciendo lo mismo y guardando la daga al lado de mi carcaj.
Después de esto, Padre se posiciona a mi lado y Oropher toma el mando, observado delante de varios militares. A la vez que pronuncia las últimas órdenes de batalla, yo reviso mi arco y carcaj, mi armadura plateada y la daga de Oropher.
-Sabemos lo que tenemos que hacer, como y cuándo. Nuestro reino y toda la Tierra Media pende de un hilo. No podemos fallar, no lo haremos.
Ante esto, Oropher hace una seña con el brazo y tanto lo capitanes como él van rumbo al ejército, que está esperando en la salida suroeste, no así mi padre, que con un movimiento seco me detiene con la mano.
-Legolas, tu no vas.
Mis ojos se llenan de asombro e incredulidad.
-¿No es en serio verdad?
Padre me asiente con los ojos, seguido de dos palabras, que retumban con crueldad en mi interior.
-Lo siento.
Mi rostro se llena de furia y rabia, a la vez que de frustración e impotencia, replicando.
-Sabes lo importante que es para mí luchar en una de vuestras batallas a vuestro lado, lo que siempre he soñado...Ya estoy preparado.
-No, todavía no.
No tengo palabras. Padre lo sabe y vuelve a responder.
-No estamos preparados, nosotros no. Si ganamos en Dagorlad, la idea de tu abuelo es tomar el mando e ir en primera línea hacia Barad-Dur. Es un suicidio, y el lo sabe. Por eso te ha dado la daga.
-Pero si tenemos un gran ejército... Unidos los hombres y nosotros podremos acabar con esto.
-Lo sé, pero en tal caso de que perecieramos...
Le interrumpo con enfado y un gesto claramente negativo, a lo que él responde reclamando mi atención.
-Escúchame, si no volvemos ni tu abuelo ni yo, guía a nuestro pueblo. Se que serás capaz hijo.
Le miro compasivo y triste, a la vez que avergonzado. Thranduil me habla, esta vez con armonía  y afecto.
-No permitiré que te sacrifiques, tu no.
-¿Entonces por qué vas? ¿Por qué marcháis?.
-Hay cosas en la vida que se tienen que hacer Legolas. Cosas que se tornan arriesgadas y peligrosas. Pero hay que defender a los más débiles, sobre todo nosotros, los poderosos, nunca lo olvides.
Thranduil gira el cuello y divisa a la lejanía como Oropher marcha en la vanguardia en busca del ejército. Yo le visualizo con honor y respeto, y el finaliza.
-No es tu guerra hijo. Tu estás destinado a mayores prodigios....Se que te esperan grandes cosas, que ni tu abuelo ni yo podremos llegar a alcanzar nunca.

Padre se despide agarrandome del cuello y tornando mi frente con la suya. Después de esto, se permite dar un respiro profundo y cerrando los ojos. Da media vuelta y observo como mi familia parte hacia la guerra, hacia el honor.
Desenvaino la daga, y les veo. Observo el Gran Bosque, y les reconozco.





Historia de un Destino. (NO TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora