Bosque Oscuro

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Año 2942, Tercera Edad:

Como de costumbre en los fríos y lúgubres parajes del Bosque Negro, no se observa ningún rayo de sol, todo está tapado por las trampas tejidas por las crueles alimañas y árboles viejos y secos. Aún así cuándo entramos, el sol ya se estaba escondiendo. 

Conduzco nuestro corcel hacia las puertas de mi reino. Todo esta tranquilo, se respira paz. Pero no cabe duda que los elfos del Gran Bosque hemos vivido tiempos mejores. Se nota que el ambiente no es el que desearíamos, más no se trata de una situación crítica.

Leliana ha permanecido callada desde que entramos en el bosque. No hemos sido atacados por ninguna amenaza, ya sea porque me lo conozco como la palma de mi mano o porque hemos estado cerca de nuestro reino, más bien las dos cosas juntas.

-¿Es aquí?

Yo asiento y nos quedamos expectantes en frente de las hermosas y enormes puertas del reino de Thranduil. No digo nada, no hace falta. Simplemente, espero...Ante esto, Leliana me mira extrañada, preguntando de nuevo.

-¿A que estamos esperando?

-Paciencia.

Mi compañera permanece unos segundos callada, pero insatisfecha, aún más extrañada.

-Menudo recibimiento al príncipe...

Yo muestro una mueca de diversión y de repente las puertas se abren con rotundidad . Nos bajamos del caballo y accedemos al interior del reino. Nada más entrar, un largo y extenso pasillo formado de guardias erguidos e inmóviles, con sumo respeto, nos da la bienvenida. Sobran las palabras para describir el reino del Bosque, tal belleza, tal magnitud. Uno de los pocos reinos élficos que quedan sólidos y fuertes en toda la Tierra Media, junto a Lothlórien y Rivendel.

Leliana no cabe en sí de asombro y admiración. Diviso a padre en la lejanía, andando con prisa hacia nosotros, con suma elegancia y talante, todo digno de su persona.

-¡Hijo mío!

Thranduil me abraza y yo correspondo con placer y cariño. Por fin en casa, por fin mis seres queridos.

-Padre.

-¡Discreto y rápido ha sido tu viaje!. No te esperábamos aún.

-Este es mi bosque, mi hogar. Siempre se me antoja volver, aún cuando no he marchado a ningún lado.

-¿No nos vas a presentar?

-En efecto padre. Ella se llama Leliana.

Giro la cabeza y mi compañera visualiza con detenimiento la armadura de uno de los elfos de la fila, como si de una estatua se tratase. Padre sonríe incómodo y yo ejerzo una indicación sobre Leliana para que esta se percate de la situación. Así lo hace, y se acerca a nosotros con incomodidad y sin saber mucho que hacer, si saludar sonreír o simplemente, respirar.

-Majestad.

-Bienvenida muchacha.

-Ella me ha acompañado durante casi todo mi viaje. Nos conoció a mi y al montaraz en Bree y desde entonces no se ha separado de mí en todo este tiempo. Fue esencial guiándome por las tierras de Eriador y es una excelente combatiente.

-Estupendo. No hará falta que diga que puede pasar aquí el tiempo que quiera, y si necesita algo, que no dude en pedirlo.

Leliana hace una reverencia extraña para nosotros y padre responde, besándola la mano con amabilidad y porte.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2017 ⏰

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