Bree y Leliana

353 28 17
                                    

Año 2942, Tercera Edad:

Seguimos avanzando al galope gracias a nuestras monturas las cuales se han convertido en algo más que fieles acompañantes. Es tarde y está anocheciendo, así que al adentrarnos en un bosque frondoso, Aragorn y yo hemos decidido ir a pie. Estas tierras no son seguras, por eso caminamos con precaución y con las armas preparadas. Según me ha dicho Aragorn, Bree debería quedar a diez minutos al oeste de dónde estamos ahora.

Conseguimos salir del bosque sin ningún problema y pronto empieza a llover con fuerza, a lo que nosotros respondemos vistiéndonos con un ropaje denso y con capuchas. Por fin llegamos a lo que parece ser Bree. Más pequeño y deprimente de lo que me imaginaba. Además, está rodeado por unas vallas rotas y decadentes pero altas, suficiente para que impidan el paso y la visión.

Antes de llamar a la puerta principal, Aragorn me detiene y advierte:

-No menciones mi nombre. Aquí soy Trancos.

No me pregunto porque y la verdad es que no me interesa. Inmediatamente llamo a la puerta con dos golpes secos. Una rejilla se mueve y un rostro de una persona vieja nos atiende, con amargura en su mirada.

-¿Qué les trae a Bree?

-Nuestros asuntos son cosa nuestra.

-No gracias, no queremos vagabundos, ya tenemos suficientes.

Antes de cerrar el pestillo, Aragorn lo detiene, poniéndose al frente de mí y atrayendo la atención del portero.

-Venimos a buscar refugio para esta noche en la posada del Poney Pisador.

-¿Ves? ¿Tan complicado era? Si es así, podéis pasar.

Después de abrir unas cuantas cerraduras y pestillos enormes, el centinela nos deja pasar y Aragorn me guía a través de las calles estrechas y pedregosas de Bree. El pequeño pueblo está habitado, por lo que veo, por humanos fornidos y misteriosos. Aragorn me contó que suele haber hobbits de vez en cuando por aquí, pero no he visto ninguno.

Nos detenemos en la posada mencionada por Aragorn, dejamos los caballos amarrados en un poste cercano y entramos por la puerta. Nos quitamos las capuchas y en cuanto nos acercamos a la barra, un señor viejo y encorvado pero alegre y sonriente nos atiende, que rápidamente reconoce a Aragorn. Yo permanezco callado y expectante.

-Me alegro de verle de nuevo por aquí señor Trancos, ¿lo de la última vez?

-Sí, pero hoy vengo acompañado.

-Nada más y nada menos que de un elfo. Por supuesto que sí. ¿Entonces qué le parece una habitación con dos camas individuales?

-Perfecto. Ya que estamos nos vendría bien comer algo.

Interrumpo a Aragorn y le digo, susurrándole:

-Yo no tengo hambre. Estaré en la habitación.

-Vale Legolas. Dele la llave a mi compañero, yo me quedaré a cenar algo.

-¡De acuerdo!

El gerente me da la llave y Aragorn me despide con la mano. Subo unas escaleras, bajo las atentas miradas de los humanos residentes y llego a mi habitación. Simple y pequeña. No necesito más, de hecho es más que suficiente.

Me despojo de mi atuendo y dejo mis armas y mi mochila pequeña en una silla cercana a mi cama. Me tumbo en el colchón mullido y desgastado y me arropo con las pocas sábanas de las que dispongo. Me dispongo a descansar durante unas escasas horas, pero mi movimiento se ve interrumpido por la captación de mis oídos. Oigo la cerradura de mi puerta quebrarse ante una manipulación y pronto me levanto de mi cama en dirección a la puerta, llevando conmigo mis dos dagas. Esos pasos no son de Aragorn, son más suaves y ligeros. Así que espero escondido detrás del marco de la puerta a la entrada de lo extraño.

La puerta se desliza y de ella entra una persona encapuchada, medio agachada y con dos dagas en las manos. Me coloco con cuidado detrás de él y pronto le sitúo mis cuchillos en su garganta. Él se para en seco y yo exijo:

-Tira las armas y dejaré que te expliques porque estás en mi habitación.

Una voz suave y melódica sale de su garganta a la vez que tira las dagas al suelo. Es aguda su voz. Femenina....

-He venido a ayudarte....

-A mí me parece que estabas tratando lo contrario.

-Suéltame y te ayudaré a seguir con vida.

Mis oídos captan otro movimiento, más ruidoso y sonoro, que se acerca a la puerta con velocidad y fiereza. Cuatro piernas de dos personas diferentes si los ruidos no me engañan. Se acercan a mi puerta cada vez más, están a punto de doblar la esquina del pasillo estrecho. Espero con paciencia y cuándo lo creo oportuno, empujo a la extraña humana contra la cama y me doy la media vuelta. Empuño mis dos dagas y las lanzo como si de flechas se trataran, las cuales se incrustan en el pecho de los dos hombres rastreros haciendo mucho daño, causándoles la muerte casi al instante. Después de esto, visualizo a Aragorn corriendo con su espada larga hacia la habitación. Antes de que me hable, le digo a la chica.

-No necesito tu ayuda.

Ella me mira con desafío y se levanta, acercándose a mí. Yo la advierto.

-No me fío de ti así que quédate quieta.

Aragorn llega hasta mí y me pregunta con miedo.

-¿Qué ha pasado?

-Mañana te lo contaré. Yo me ocuparé de los cuerpos. Mañana partiremos pero antes....mira quién se ha presentado aquí en nuestra habitación, armada.

Aragorn dirige su mirada ahora a la extraña mujer encapuchada, que ha recogido ya sus dagas y se encuentra levantada delante de nosotros.

-Bájate la capucha.

La mujer lo hace al instante. Mis ojos captan un cabello corto pelirrojo como el fuego, ojos azules como el mar, nariz pequeña y un rostro joven, el cuál no creo que haya vivido más de treinta años. No negaré que la joven me hace recordar a alguien.....

-Ahora dinos quien eres y que haces aquí.

-Mi nombre es Leliana, no necesitáis saber más. Simplemente vine a ayudar a tu compañero de esos ladrones.

-Como ves, no necesitamos tu ayuda.

-Tú no, pero tu amigo sí. Así que iré con vosotros.

Me quedo asombrado ante tal respuesta. La joven humana habla en serio....Yo tomo la palabra ante la negativa de Aragorn.

-¿Para qué te necesito yo?

-En estas tierras hay muchas amenazas y no creo que dures mucho por el camino que vas.

-Si no sabes ni a dónde voy.

-Vas a la Comarca.

-¿Cómo lo sabes?

-Le oí a tu amigo conversar con el viejo sobre ti.

-¿Y para qué quieres acompañarme?

-Digamos que son asuntos privados. Quieras o no, iré con vosotros.

-Es curioso.....Te cuelas en mi habitación armada, no nos cuentas porqué quieres venir y aún así insistes en venir.....Que graciosa eres, Leliana.

La chica se da la media vuelta mientras que el asombro se apodera de nosotros ante tal peculiar joven y finaliza, antes de marcharse:

-Mañana os espero en las puertas principales, al alba, no os demoréis.

La joven cierra la puerta y Aragorn y yo nos miramos sorprendidos a la par que consternados. Decidimos no hablar del asunto y volvemos a a nuestras camas, con el fin de descansar....pero no puedo....Esa joven y su pelo me recuerda a alguien.....La muchacha es enigmática e interesante....Pero aún así no confío en ella, no conozco sus intenciones.

Historia de un Destino. (NO TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora