Nuevos Pasos

565 34 10
                                    

Año 2941, Tercera Edad:

Estreno este libro pequeño lleno de hojas en blanco. Hoy dos días después de la batalla por Erebor, por fin he encontrado un pequeño puesto avanzado controlado por los montaraces Dúnedain. No he conseguido encontrar al joven Aragorn pero por lo menos, esta noche podré descansar tranquilo, ya que me falta me hace, después de este día tan largo y de ningún desperdicio.....

Por fin diviso a la lejanía lo que parece ser un riachuelo de agua dulce, escondido entre los árboles altos y erguidos, lo que me hace dibujar una leve mueca de felicidad en el rostro, falta que me hacía.

Dejo reposando a mi montura atada en un tronco cercano y comienzo a despojarme de la ropa sucia y muy maltratada. Sumerjo un pie en el agua fresca y pronto todo mi cuerpo. En el ambiente no se oye nada ni tampoco presto atención en ello. Hacía tiempo que no me daba un buen baño. Todavía sigo sin saber dónde me encuentro exactamente. Calculando los días que llevo viajando, que no me he cruzado con ningún ser humano y que hace un día que no veía ningún bosque, sólo páramos desiertos, podría situarme en la cara suroeste de las Montañas Nubladas. No negaré que corro peligro por estos lares ni tampoco que ando un poco perdido pero mi cuerpo necesita un descanso, el cual es escaso.

Empieza a atardecer y creo que debería de volver a ponerme en marcha y salir de este bosque. Lo apropiado sería seguir todo recto para no desviarme de mi camino.....

De repente, antes de subirme a mi montura, algo me sobresalta y me hace parar en seco, como una estatua. Una larga espada afilada me amenaza el cuello. Ante esto, levanto las manos en señal de paz y me voy dando la vuelta lentamente hasta que mis ojos quedan enfrentados con el del misterioso encapuchado. Su voz se alza entre el silencio:

-¿Qué hace un elfo vagabundeando por mis tierras?

-Yo no vagabundeo en ningún lado.

Exitósamente y casi como un acto de suicidio, empuño mis dagas a toda velocidad y le desarmo, tirando su espada a lo lejos. Mantengo mis dos dagas en lo alto, ahora en su cuello, yo sonrío. A lo que él responde, devolviendo la sonrisa:

-¿De verdad quieres hacerlo?

-El que hace las preguntas ahora soy yo.

-¿Seguro?

Desvía su mirada a nuestro alrededor y yo hago lo mismo. Para mi mala o buena suerte, visualizo cómo me rodean otros cinco encapuchados, escondidos entre los arbustos y apuntándome con sus largos y erguidos arcos. Yo trago saliva. Pero me resisto a dejar de amenazarle.

-Estos hombres están esperando a mi señal para acabar con tu vida.

-Es curioso. Yo también estoy esperando esa señal, para acabar con la tuya.

-¿Qué conseguirás con eso? También morirás. Y si de verdad quisiéramos matarte, ya lo habríamos hecho.

No me fío de nadie y menos de unos desconocidos. Pero lo último que querría, es condenarme al suicidio de esta manera tan absurda. Así que bajo las dagas y el encapuchado hace una seña con su mano, a lo que los demás responden bajando sus arcos y posicionándose alrededor del que parece ser el líder.

-Te propongo algo....Veo que estás fatigado y hambriento....

-No necesito vuestra ayuda.

-Yo creo que sí. Si sigues por ese camino no llegarás muy lejos. Nosotros tenemos otras formas de salir de este bosque sin morir en el intento.

-¿A dónde me vais a llevar?

-A un lugar seguro.

Me da la espalda y le sigo. No me relajo, no puedo hacerlo. Cómo ya he dicho no me fío de nadie. Tendré el arco preparado por si hacen alguna tontería....Parece que no quieren hacerme daño, aún así, no tendré ningún reparo en clavarlos una flecha en la cabeza.

Por fin reposo en lo que parece ser un pequeño puesto de avanzadilla, ocupado por no más de una veintena de hombres. Todos viejos, con el rostro pálido pero desafiante. Altos y de cabellos oscuros. Dejo mi montura junto a unos barrotes, me desarmo, y me siento en una roca, esperando hablar con el supuesto líder. Al cabo de un par de minutos hace su aparición y se sienta a mi lado. Él, comienza a hablarme:

-Dime, ¿Qué hace un elfo Sindar por las tierras del Norte?

-¿Cómo sabes que soy Sindar?

-He visto tus dagas. Están grabadas en acero élfico muy antiguo y tiene grabados Sindar, de tiempos oscuros....

-Veo que sabes mucho de eso.

-Déjame que me presente. Mi nombre es Halbarad y soy uno de los capitanes que vas a encontrar aquí en Rhudaur.

-No he venido aquí a hablar de mí, Halbarad.

-Ya que te estoy acogiendo con hospitalidad, podrías decirme, ¿de que trata tu "misión"?

-Busco a un montaraz Dúnedain.

-¡Estas de suerte! Aquí somos todos Dúnedain. ¿A quién buscas en concreto?

-Es hijo de un tal Arathorn. No se su nombre pero por estas tierras se le conoce como Trancos.

En cuanto pronuncio ese nombre, de los ojos del montaraz sale una luz brillante y una sonrisa de su boca. Se levanta rápidamente y abre los brazos, mirando al cielo, a la vez que me responde:

-¡Por Eärendil! ¡No he visto un elfo con tanta suerte como tu!

El montaraz continúa hablando:

-Aragorn, su nombre es Aragorn. Es mi primo y descendiente del grandioso Arathorn, hijo de Arador. Pero no llegarás a encontrarlo aquí, ni en Cardolan ni en Arthedain.

-¿Dónde se encuentra?

-Se ha ido a Rivendell hace una semana. Le pregunté para qué, y me dijo que era como su casa.

-Pues mañana al alba, partiré hacia Imladris....Si no te importa, Halbarad, me iré a descansar a la tienda.

Me levanto yo también, cansado y perdido. Pero el montaraz me agarra del brazo, haciendo detenerme y me pregunta:

-Una pregunta, ¿por qué estas tan lejos de tu hogar?

Siento una puñalada en mi estómago y cierro los ojos, intentando no recordar lo inevitable.

-Digamos que prefiero estar aquí que allí....

El Dúnedain me despide con un simple gesto y me dirijo a mi pequeña tienda. Tengo que reconocer que no esperaba que me trataran así de bien.

Me tumbo en el fino colchón de seda y me arropo con las sábanas. Hace mucho frío, así que me arropo con mi propia ropa encima de la manta. Me posiciono boca arriba y giro el cuello un poco a la derecha. Un pequeño agujero de la tienda me deja el suficiente espacio para poder visualizar el cielo estrellado....

Observo las estrellas con nostalgia y eso hace recordar tantas cosas, tantas noches despierto.....Algo dentro de mí en ese momento hace que busque un pequeño libro dentro de mi mochila, el cual desconozco el porque de tenerlo conmigo....Me lo regaló mi padre hace muchos años para que escribiera poemas en él. No lo estrené nunca. Las páginas siguen en blanco aunque intactas y bien cuidadas. Se puede escribir en él....

Ya vale por hoy. Creo que me podría acostumbrar a escribir aquí todas las noches.....Tengo tiempo y abundan las páginas. Esto hace relajarme y así por lo menos, disfrutar mejor de mi constante soledad. Pero por hoy creo que es suficiente. Mañana me espera un día largo. Si no malgasto el tiempo, creo que estaré en Imladris al atardecer....

Algún día tendré que volver al Reino del Bosque....Cuando encuentre con Aragorn y hable con Lord Elrond....Tal vez vuelva, al menos para ver cómo le va a mi padre por ahí, a ver cómo marcha el reino sin mí...












Historia de un Destino. (NO TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora