Parte IV

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"Antes que tu entrases en esa casa vivía en tu cuarto gente mala y comprometedora. Por ser pobres, lo que más odiaban, era la pobreza de los vecinos, la nuestra, ya que no queríamos tener nada en común con su baja brutalidad. El esposo era un borracho y golpeaba a su mujer; a veces nos despertaban durante la noche ruidos de sillas derribadas y de platos rotos; una vez ella, corrió, ensangrentada y con el cabello revuelto, por la escalera, y en su persecución, salió el hombre, hasta que los vecinos se asomaron a las puertas y le amenazaron con llamar a la policía.
Desde el primer día mi madre quiso evitar toda relación con ellos, y me tenía prohibido hablar con sus niños, los cuales se vengaban de mi orgullo siempre que se les presentaba alguna ocasión. Cuando me encontraban en la calle, me dirigían palabras obscenas, y una vez me pegaron con pedazos de una nieve endurecida, de tal modo que la sangre corrió por mi frente. Por instinto, todos los demás vecinos de la casa odiaban a aquella familia, y cuando les sucedió algo...-creo que el marido fue encarcelado por robo- y tuvieron que mudarse de casa, respiramos todos de satisfacción. Durante algunos días estuvo colocado el aviso en la puerta que indicaba un cuarto desocupado, y luego lo quitó el portero, por quien se supo en seguida que estaba alquilado. Fue entonces cuando oí tu nombre por primera vez. A los pocos días llegaron los pintores y empapeladores para limpiar y decorar el cuarto sucio y se pasaban todo el día martillando; pero mi madre estaba muy contenta de que aquella gente sucia y escandalosa se hubiera mudado.

Carta de una desconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora