"Había un coche a la puerta y en él fuimos a tu casa. Oí otra vez tu voz, sentí otra vez la ternura de tu proximidad y tuve el mismo aturdimiento e infantil confusión que en la ocasión pasada. Por primera vez, desde hacía diez años, volví a subir aquella escalera...
No, no puedo expresarte cómo sentí todo dos veces en aquellos instantes; los tiempos pasados y los presentes, y sobre todo a ti, y siempre a ti. Poco había cambiado en tu habitación: algunos nuevos cuadros, más libros, algunos muebles nuevos; pero todo me saludó familiarmente. En el escritorio estaba la jarra de las rosas, con mis rosas, las que yo te había enviado la víspera, día de tu cumpleaños, como recuerdo de una a quien tú no recordabas, a quien no conocías ni siquiera en aquel momento en que tan cerca nos hallábamos, las manos en las manos, los labios sobre los labios. Pero me alegré de que cuidases mis flores: así, por lo menos, había cerca de ti un aliento de mi ser, un hálito de mi amor.
"Me tomaste en tus brazos. De nuevo pasé contigo toda una noche encantadora; pero
tampoco en la desnudez de mi cuerpo me conociste. Me abandoné dichosa a tus caricias y
pude comprobar que tu amorosa fogosidad no establecía ninguna diferencia entre una verdadera amada y una mujer cualquiera; comprobé que te brindabas con pródiga abundancia de tu ser. ¡Fuiste tan cariñoso, tan tierno para mí, a quien habías encontrado en un lugar de recreo nocturno; tan distinguido y al mismo tiempo tan sencillo! Otra vez, ciega de felicidad, sentí la dualidad de tu persona, tu pasión intelectual y sexual que desde niña me había intrigado. Jamás he conocido en ningún hombre tanta ternura una tan grande explosión de su intimidad, apagada, sin embargo, después de un olvido infinito y casi inhumano. Pero también yo me olvidé. ¿Quién era yo en la oscuridad a tu lado? ¿Era la niña ardiente de otra época, era la madre de tu hijo, o era una extraña? ¡Ah, todo me resultaba tan familiar, tan ya vivido y al mismo tiempo tan nuevo en aquella apasionada noche! Recé porque nunca terminase.
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Carta de una desconocida
RandomEs una novela de Stefan Zweig. Publicada en 1922, cuenta la historia de un escritor que recibe la carta de una mujer que no conoce y que ha estado enamorada de él toda su vida.