Julieta, en estos días de lluvia me da la impotencia de no enviarte ninguna carta, mi ausencia es notoria en estos tiempos, pero quiero que sepas que me retiro porque es la única forma de escribir. Se que no te llamas Julieta y mucho menos Dulcinea, porque esos dos nombres ya pertenecen a literatos colosos, tu nombre no puede ser escrito en mis manuscritos porque perdería la esencia, el misterio y la intriga. Prefiero mantenerlo en secreto, pero este secreto será de los dos y cuando aquello que era secreto acabe por fin habré de poner tu divino nombre en cada oración de mis escritos, por ahora seguiré escribiendo para ti, porque eso es lo único que me mantiene de pie.