CAPITULO 17: LA MASCARADA (PARTE 1)

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You'll never understand,
the meaning in the end,
we're standing at the gate,
you'll meet the darker fate,
your purity and rage,
your passion and your hate,
you promised more than bliss,
with your God and with your kiss,
I'm on my knees,
I beg your mercy,
my soul is my loss,
I'm well hung from your cross.
Take me,
take me in your arms my love and rape me,
don't hide behind your rage
I know you love me,
and always will,
you're my possession,
of that my love there really is no question,
don't hide behind your rage
I know you love me
and always will,
my better half it's true
has seen the darker side of you,
innocence stripped away,
at least I've the brighter fate...

Kiss - Cover de Dope Stars Inc.





KYRA

Y llegó el día de la mascarada.

Estaba contenta por todo lo que había logrado con Alexandra. El gimnasio de la escuela parecía la plaza de San Marcos. Había varios bufones, malabaristas y chicos en sancos para divertirnos. Nos costó mucho sacar todas las graderías, casi un día completo con la ayuda de todos los del equipo de , futbol y béisbol. Pero lo logramos. Sólo dejamos una adentro; en la parte más alta estaría el DJ con un escritorio enorme que le pusimos para las tornamesas, los discos y algo de comer. En la parte más baja estaría la barra de bebidas y comidas que dos chicas se encargarían de atender; en el centro de la mesa había una figura en hielo de Jhon, el capitán del equipo de basket, con un balón como si estuviera saltando para hacer un lanzamiento de tres puntos. Eso fue idea de Alexandra, no mía.
Danielle había pagado las impresión de las invitaciones y en el lugar estarían personas ajenas a la escuela, entre ellos, algunos patrocinadores que ella se encargo de conseguir. No había que ser muy brillante para saber que esa chica con más poder del que tenía sería un peligro. Si es que ya no lo era.

Los disfraces, por el tema de la fiesta, eran de lo más colorido, pomposo, extraño y costoso del mundo. Pero se veían geniales...

Cuando entré a la fiesta, todos posaron su mirada en mí. Estaba usando un vestido negro de principios del 1700, las mangas llegaban a los codos y de ahí se abrían en campanas con encaje. El corset era negro con tejidos plateados y el escote era recto pero bastante bajo con un moño negro en el centro. El antifaz que estaba usando era blanco; tenia la forma del murciélago de pero con más puntas en la parte de abajo y la decoración era como de pequeñas garras o espuelas en las puntas, como las alas de un murciélago. Estaba usando un sombrero negro de tres puntas parecido al del comodoro Norrington* pero con encaje plateado en los bordes y plumas blancas en el lado izquierdo. Lo único que le daba color a mi traje era mi cabello rojo que había rizado un poco y que dejaba caer a ambos lados de mi cuello.
Identifiqué a Alexandra y Ximena porque ambas llevaban exactamente el mismo traje, sólo que la primera lo usaba de color azul rey y la segunda de color rojo intenso.
Danielle llegó cerca de las nueve de la noche como la mayoría de los invitados. No me sorprendí, en absoluto, cuando vi que su traje era exactamente igual al mío, pero blanco. Se notaba a leguas lo parecidas que éramos.
Después de ella, me era imposible identificar a los demás invitados. El carnaval de Venecia, o las mascaradas, fue una fiesta que se inventaron los burgueses para mezclarse con el pueblo sin ser reconocidos. Exactamente lo mismo estábamos haciendo nosotros, mezclándonos todos con todos sin saber quiénes éramos. Muchos usaban máscaras venecianas con plumas, decorados, etc; otros usaban antifaces, también con plumas, a veces de un solo color o con decorados como el mío.

Tengo que reconocer que Danielle se veía esplendida. Su antifaz, al contrario del mío, era negro, y su cabello, también rizado, lo había pintado de blanco, salvo unas puntas que se dejó negras.

Me pregunté si la chica ya se había dado cuenta de quién era yo. O sea, se notaba en los trajes, pero me picaba la curiosidad. Había notado que su cabeza era más rápida de lo normal, era alguien, seguramente, maquiavélico. Mientras que yo usaba el traje negro con antifaz blanco para intentar pasar desapercibida sin dejar de ser elegante, ella usaba el blanco con antifaz negro para deslumbrar y, aun así, seguir siendo misteriosa.

Tuve algo de celos pero, no muchos. Así como ella se veía perfecta, yo también.

Llegadas las diez de la noche no tenía ni la menor idea de donde estaba Ángel. No había olvidado nuestro beso en el parque. La semana siguiente a ese beso fue atareada. Danielle y Alexandra me ocuparon en la decoración y yo me dejé absorber porque lo estaba disfrutando. No tuve ni un segundo libre para hablar con ella.

Ese beso fue explosivo, para ambas pero, yo no estaba dispuesta a tanto. O, por lo menos, no todavía. Apenas estaba conociendo a la pelinegra, ya suponía que entre ella y Danielle hubo algo raro, como también estaba completamente segura de que entre Alexandra y Ximena definitivamente había algo. Pero, igual, me tenía ansiosa su presencia. Antes de mudarme yo era la reina, ahora sólo la chica nueva, y no tenía intenciones, ni deseos, de volver a coronarme. Ser la chica nueva estaba bien para mí.

¡Ah sí! También entré al equipo de porristas.

― Vaya... que predecible eres Danielle, un traje negro igual que tu alma― dijo Ángel detrás de mí.

Me giré para encararla y me encontré con... Casanova.
A diferencia de las demás mujeres, ella parecía más cómoda con un traje para hombre. Era el mismo traje, rojo con decoraciones doradas, encaje blanco, chorrera blanca, medias del mismo color, peluca burguesa con un moño negro, zapatos negros y capa negra, que uso Heath Ledger en la película de Casanova durante la escena en que se encuentran en el primer baile del carnaval de Venecia. La única diferencia era que su antifaz era de un negro sencillo suspendido en el rostro por un cordón negro y no lo cargaba en la mano como en la película.

Y sí, me encantan las películas.

Por un momento pensé en hacerme pasar por Danielle. ¿Cuánto tiempo le tomaría darse cuenta de que no lo era?

― ¿Y qué con ese cabello? Pensé que adorabas tu rubio natural― comentó segundos más tarde.

La tentación era grande, pero no.

― No soy Danielle, soy Kyra― corregí bajando el rostro.

Casi pude tocar su expresión de terror.

― Lo...lo siento Kyra, es que...no te reconocí― excusó sonriendo nerviosa.

¿Qué le daba nervios? ¿Qué estuvo a punto de decir algo comprometedor?

― No te preocupes, esa es la gracia de la fiesta, que no nos podamos reconocer los unos a los otros― comenté restándole importancia.
― Te ves muy bonita― soltó acariciándome la mejilla para elevar mi rostro.

El gesto me sonrojó un poco y tuve que morderme el labio para disimularlo un poco.

― ¿Te parece que mi alma esta negra como el vestido?― pregunté a modo de reto.
― En tu caso, para nada, te ves elegante, no malvada― respondió.
― ¡Que bueno! ¿Quieres bailar?― le invité ya jalándola a la pista.

<<<****>>>

DANIELLE

¡Vaya! ¡Que sorpresa! Kyra tenía exactamente el mismo traje que yo pero versión black. Eso sólo confirmaba lo que ya sospechaba. Esa chica era de todo menos inocente.

Pero le resté importancia. Si el traje hubiera sido del mismo color seguramente me habría encolerizado pero, ella era negra y yo blanca, ella elegante y yo esplendorosa. Ambas igual de hermosas.

Jhon, a mi lado, venía disfrazado como el amante de María Antonieta, Hans Axel von Fersen. Y lo reconozco, se veía extremadamente guapo.

El problema de la mascarada, y tal vez la razón por la cual algunos trajes se veían repetidos, era que no teníamos muchos referentes, así que todos buscábamos en las películas de época un traje acorde a lo que queríamos. Estaba segura de no haber sido la única que buscó en imágenes de Google "Carnaval de Venecia" "María Antonieta" "Casanova" "Orgullo y prejuicio" "El fantasma de la Opera" "Piratas del Caribe" "The Tudors" "Las hermanas Bolena" etc. Podía jurarlo.

Aunque nadie se reconocía entre sí, yo sí podía diferenciar a muchos. Azrael vestía como el de V de Vendetta, lo supe por su forma de caminar y de hablar. No tenía nada que ver con un carnaval de Venecia pero, al menos, cumplía con lo de la mascarada. A lo lejos también distinguí a las arpías, demasiado obvias con sus vestidos iguales pero de diferente color. David estaba al otro lado del gimnasio acorralando a una chica que no pude ver pero, supe que era él por el enorme anillo de Masón que heredó de su padre; vestía como el protagonista de Orgullo y Prejuicio. Y así con muchos otros. A Kyra la reconocí por el color de cabello y su peculiar forma de hablar bajando el rostro. ¿Por qué alguien como ella bajaría tanto el rostro?

Y claro, mi hermosa Ángel, mi amante, estaba con ella. Vestía como Casanova y se veía muy bien. En un vestido pomposo como el mío o el de las arpías no quedaría para nada bien. No era su estilo.

Que irónico que se disfrazara de Casanova. ¿Lo habría hecho con o sin intención?

También noté como entre esas dos había una conexión rara. La pelinegra se veía especialmente encantada acariciando el rostro de la pelirroja.

Sí, claro, "nunca te dejaré". PFF... POR FAVOR, un niño puede mentir con más credibilidad que ella.

¿Qué pasa Danielle? ¿Celos?

No, bueno sí, pero no tantos. El chico más apuesto de la escuela estaba a mi lado, ¿Por qué habría de sentir celos cuando muchas estaban celosas de mí?

― Osita, ¿quieres algo de tomar?― preguntó dándome un suave beso en los labios.
― Oh no...no te voy a soltar para que las demás chicas aprovechen sus antifaces para caerte como buitres, vamos los dos por las bebidas― respondí.

El soltó la carcajada.

― Parece que estas de buen ánimo hoy, ¿Qué hice para ganarme esto?― inquirió mientras caminábamos.
― Lo dices como si fuera una tirana contigo― me quejé.
― Tal vez no una tirana pero llevas un buen tiempo distante, creo que tienes un amante― comentó.

Y yo también solté mi carcajada, metálica y estridente.

― Si te tengo a ti, ¿para qué querría una amante?― bromeé.
― ¿Una?― cuestionó confundido.

Bajé el rostro un poco para que el sombrero de tres puntas me cubriera el rostro y la expresión de: "ERES UNA COMPLETA ESTUPIDA".

― Está bien, UN amante, lo siento señor del DRAE*― excusé y, aparentemente, funcionó.
― No se... a veces pienso que no te conozco, es decir, sé que eres bruja y otras cosas pero, parecen superficiales― declaró pasando su mano por mi cintura para pegarme a él.

¿De verdad se iba a poner existencial?

― ¿Qué más quieres saber de mi? Es decir, sabes que a veces soy muy cariñosa y a veces no, tú sabes que nunca tuve a mis padres cerca para mimarme, no soy la persona más mimosa del mundo― llegamos a la barra.
― No me quejo por eso, me refiero a que últimamente te la pasas mucho con Ángel, y yo sé que estas harta de las arpías pero, ¿también te tienes que alejar de mí?― se recargó de espaldas a la barra con los codos sobre esta.

Suspiré.

Le tenía cierto cariño al chico; llevábamos dos años juntos, después de casi veinticuatro meses de sexo debía tenerlo.
Pero a veces todo era muy monótono, y yo no me veía como un ama de casa llena de hijos. Tenía mis propias metas, mis sueños. Jhon era ese tipo de chicos que sabes buscan una esposa para toda la vida y una familia feliz como en los comerciales de cereal. Yo no era así. Nunca lo fui y no pensaba serlo. Es decir, lo quería mucho pero no lo amaba. A diferencia de lo que Ángel seguramente pensaba, él no era un juguete sexual para mí. Jhon, dentro de todo, era una persona con quien la pasaba bien, me gustaban sus atenciones, sus besos y sus abrazos pero, no lo amaba.

― Está bien, ¿Qué te parece si esta noche te compenso todo el tiempo que no he estado contigo?― propuse acercándome con sensualidad.
― Eso suena bastante bien, ¿y cómo lo harías?― curioseó tomándome de la cintura con lascivia.
― Mmm... creo que tengo un par de ideas...― susurré para luego besarlo.

Ángel y yo sólo éramos amantes, por ende, ella podía andar con la nueva todo el tiempo que quisiera, y yo podría estar con mi novio todo el tiempo que se me diera la gana. Porque, al final, Jhon era mi novio oficial, era con quién hablaba por celular hasta pasada la media noche, me quejaba de muchas cosas, sobre todo de las arpías, y otras cosas que los novios hacen.

<<<****>>>

ÁNGEL

Todavía no se me quitaban los nervios por haber confundido a Danielle con Kyra, ¿cómo pude cometer semejante error? Son completamente diferentes.
El disfraz de Kyra me sorprendió, pensé que sería algo que Danielle usaría y por eso las confundí. Ni siquiera se me pasó por la cabeza que pudiera ser la chica nueva cuando vi el cabello rojo rizado.

Se notaba a kilómetros lo poco que las conocía.

Kyra me arrastró a la pista de baile justo cuando el DJ detuvo la música.

― Como esto es una mascarada, vamos a poner algo suave para que las nuevas parejas se conozcan un poco― anunció.

No reconocí la melodía pero era lenta y todos, de inmediato, buscaron pareja.

¿Alguien se habría dado cuenta que debajo de este disfraz de hombre estaba yo, una mujer? ¿Y qué si se daban cuenta? Era una mascarada, podíamos fingir ser lo que se nos antojara porque, al día siguiente, todos regresaríamos a la normalidad.

Ya en la pista, Kyra se colgó de mi cuello y yo la tomé por la cintura. Su cabeza se recargó ligeramente sobre mi hombro y yo llené mis pulmones con su perfume. Tenía que reconocerlo, la ambientación del lugar te transportaba a otro mundo.

― ¿Por qué te gusto?― preguntó susurrando.

Me sorprendí.

― Ahm...no lo sé, son muchas cosas― respondí esquivando sus ojos.
― Dime una― presionó.
― No lo sé... desde que te conocí en esa fiesta, fue algo raro, como te sonrojabas, tu forma de ser, tu inocencia, el beso... no lo sé Kyra― contesté arrugando el entrecejo. Me confundía pensar en ese tipo de cosas, era como pensar en por qué seguía acostándome con Danielle
― ¿Por qué te parezco inocente?― inquirió.
― Pues...a veces...como hablas de tu gato, como te sonrojas, lo juguetona que eres, como hablas, como te expresas, a veces te ves como una niña― intenté explicar enredándome en mis propias palabras.
― O sea, piensas que soy una inmaduro― concluyó,
― ¡NO! No...para nada, sólo...tierna― no sabía cómo explicarlo porque ni yo misma me entendía.

Soltó algo como un "mmm..." y siguió bailando como si nada.

― ¿Quieres algo de tomar?― necesitaba alejarme un momento para pensar.
― Bueno, lo que me quieras traer― contestó sonriendo.
― No tardo― anuncié y la dejé en la mitad de la pista.

Cuando llegué a la barra me encontré con alguien vestida exactamente igual a Kyra pero de blanco. Aparentemente el disfraz era conocido.

― Disculpen― dije.

La chica estaba abrazada a, me imagino, un tipo bastante más alto que iba disfrazado de algo que no identifiqué. Tenía un sombrero negro de tres puntas como el de Kyra con bordados dorados, una capa como la mía del mismo color y con decoración dorada, el traje era, también, dorado con encajes blancos y unas botas militares en cuero más o menos anchas hasta la rodilla.

La pareja se rió antes de moverse.

― Me regalas dos ponches― pedí a quien estaba sirviendo las bebidas.
― Claro― respondió mientras sacaba un par de vasos desechables.
― Nos vemos después, Ángel― soltó la del traje blanco mientras se alejaba.

Sorprendida, me quedé observando la pareja algunos segundos hasta caer en cuenta de quienes eran: Danielle y Jhon. Nunca se pasó por mi cabeza que ella usaría un disfraz blanco como si fuera una virgen inmaculada. Ella, la más malvada de todas, se vestía como una santa paloma. ¡Bah! Eso sí es ser muy cínico.

― Toma― indicó la chica de las bebidas.
― Gracias― tomé las bebidas y regresé con Kyra.

Tenía ganas de jugar un juego que, tal vez, me ayudaría a liberar la tensión que había entre las dos.

― Mucho gusto señorita, ¿me permite invitarle una bebida?― pregunté con voz ronca.

La pelirroja me analizó a través del antifaz.

― Claro, respetable caballero― respondió tomando el vaso. Jugó un poco con él antes de beber.
― Sin ánimos de ofenderla, siento que llamarla señorita es demasiado engorroso para mí, ¿podría conocer su nombre?― inquirí indicándole con un gesto que saliéramos de la pista de baile. Ya habían cambiado la música y ésta empezaba a llenarse.

Kyra esperó a que estuviéramos alejadas del ruido de la pista para responder.

― Mi nombre es Kyra Viassús, ¿y el suyo, caballero? ¿Puedo saberlo?― curioseó.
― Mi nombre es Ángel Jhacomme― revelé inclinándome como si estuviera saludando a una reina.

Se veía un poco perturbada por el juego de "no nos conocemos y somos otras personas", pero lo ignoré. Quería demostrarle algo.

― No veo que esté acompañada, ¿me permite ser su chaperón?― pedí todavía inclinada pero tomando su mano derecha como si fuera a besar un anillo.
― Dígame, caballero Jhacomme, ¿es usted así de coqueto con todas la mujeres de la fiesta?― cuestionó.

Me aclaré la garganta para seguir hablando ronca.

― Sólo cuando son tan hermosas como usted― declaré mirándola sin levantarme.
― Entonces está bien, aceptaré su petición de ser mi chaperón, siempre y cuando no me deje abandonada por alguna señorita que encuentre más hermosa que yo― manifestó levantando la mano para que yo lo hiciera también.

Noté que sus mejillas estaban casi del mismo color de su cabello y tuve que morderme los labios para no sonreír.

― Me parece imposible encontrar alguien tan hermoso como usted― excusé.
― A mí no me parece tan imposible― comentó tomando otro poco de su ponche.

<<<****>>>



KYRA

Ya sabía para donde iba ese juego de Ángel y no me gustaba para nada. Si seguía con eso me convencería de muchas cosas que no eran ciertas, todavía.
Sin embargo, se sentía extraño jugarlo, pretender ser la dama antigua era algo cansado, dentro de todo me costaba un poco hablar con tanta formalidad. A ratos tenía la impresión de que la lengua se me trabaría.

― Quisiera saber si la he visto antes, ¿me mostraría su rostro, Kyra?― pregunto Ángel ya con sus manos en mi antifaz.
― No, señor Jhacomme― le quité la mano con algo de brusquedad ― esto es una mascarada, se supone que no debemos revelar nuestras identidades― dije bebiendo un poco más de mi ponche. No es que me gustara la bebida, pero era lo único que tenía a la mano para cubrir mi sonrisa, en ocasiones, pícara.
― Pero ya me ha dicho su nombre, ¿no me ha revelado su identidad ya?― insistió.
― ¿Cómo sabe si le he dado mi nombre real?― inquirí juguetona para quemar tiempo, no estaba dispuesta a escuchar las declaraciones de Ángel.
― Me parece que una señorita tan hermosa como usted no sería capaz de mentir con algo tan serio como un nombre― comentó sin ganas de rendirse.
― La inocencia es la máscara más peligrosa, señor Jhacomme, no se confíe de una cara bonita, o bueno, en este caso, no se confíe de un vestido elegante― declaré revelándome por completo.
― Me gusta creer en la buena fe de las personas― soltó antes de tomar de su ponche.
― Está bien, si me divierto lo suficiente con usted, le mostraré mi rostro al final de la fiesta― cedí.

Lo siento, soy física y mentalmente incapaz de no jugar.

― Me ofende Kyra, ¿pone en duda mi capacidad de diversión?― cuestionó sólo para seguir el juego.
― Lo hago, señor Jhacomme― reconocí asintiendo.
― Me parece injusto, pero acepto la apuesta― se inclinó y besó el revés de mi mano.

Cubrí mi rostro con el vaso de ponche, que ya estaba vacío, fingiendo que bebía para no dejarla ver lo roja que me ponía su gesto. Se levantó al mismo tiempo que quitaba el vaso de mi boca y subía mi mentón.

― ¿Sería muy atrevido pedirle un beso?― curioseó acercando mucho su rostro al mío.

Su olor me endulzó de inmediato. La vi acercar sus labios, cerrar los ojos, concentrarse en besarme pero, yo no lo iba a permitir. No era fácil, yo también quería otro beso, lo deseaba como nada en el mundo, sin embargo, ya estábamos jugando algo, cada una tenía su papel y debía seguirlo hasta el final. Fue su idea, no mía.

Con dolor y esfuerzo, di un paso atrás.

Pude notar que por sus ojos cruzó algo de rabia.

― ¿Pasa algo?― preguntó tratando de mantener la compostura.
― No me tome por una cualquiera, caballero Jhacomme, que le permita coquetear conmigo no significa que puede tomarse semejantes atrevimientos― declaré tratando de no sonreír.
― Discúlpeme, estoy algo ansioso esta noche― excuso bajando el rostro.
― Puedo notarlo, pero esperemos a conocernos un poco más antes de hacer algo de lo cual podríamos arrepentirnos― manifesté fingiendo molestia.
― Como usted ordene, Kyra― me hizo reverencia.
― Permítame, debo ir al lavado― dije levantando un poco el vestido y me alejé.

Ángel me ponía nerviosa, su esencia, esa forma de mirarme, de actuar, todo. No quería caer tan rápido en los brazos de alguien a quien apenas y conocía. Claro que el beso de la fiesta fue raro, y el de la noche hace una semana también pero, nada de eso era suficiente. Más bien, no podía ser suficiente, eran muy pocas cosas. Ademas, estaba Danielle. A mó no me engañaba, yo podía percibir quien era ella así como estaba segura de que ella podía percibir quién era yo. Ángel era de su propiedad, casi lo juraba.

Entré al baño y me quedé mirando mi reflejo en el espejo. Me veía muy hermosa en ese traje, el negro contrastaba a la perfección con mi color de piel, ojos y cabello pero, me delataba. Alguien que me conociera sabría que ese color me quedaba perfecto. Es decir, no fue error que Ángel me confundiera con Danielle pues, en algún momento, yo fui como ella.


DANIELLE

Como era normal en una fiesta, Jhon se distrajo en menos de nada con sus amigotes del equipo de . En un extremo del salón colocaron una especie de mini casino, y esta partida de "machos" cayeron redondos en el vicio del poker. Sólo les faltaba fumar habanos y tomar whiskey. Yo ni siquiera me senté, aunque Jhon me lo pidió. Sabía que mi orgullo no me dejaría en paz si perdía algo de dinero, sin importar cuán poco fuera, y esa es la base de la adicción al juego, el orgullo de no perder y considerarse capaz de recuperar todo el dinero perdido.

― ¿Segura que no quieres jugar?― insistió Jhon pasando su mano por mi cintura. Él estaba sentado y yo de pie.
― Completamente segura pero puedo dejarte dinero para que apuestes por mí― respondí sacando varios billetes de la cartera.
― Sabes que no tienes que darme dinero― replicó ofendido.
― No, tranquilo, dejar algo de dinero en esta mesa hará que mis ansias de jugar se calmen― expliqué. Era cierto.
― Pues si quieres jugar, juega, no nos molesta tu presencia― intervino David.
― Es que no quiero caer en la adicción― hice un puchero.
― Está bien, osita, no te voy a presionar, para lo que sea que necesites me buscas ¿ok?― declaró.
― Ok...― susurré dándole un suave beso en la mejilla.

No alcancé a alejarme de aquella zona cuando un Azrael se me acercó para bailar.

― ¿Me concede esta pieza, señorita?― preguntó inclinándose.
― ¿De verdad te ha funcionado esa técnica con alguna chica?― inquirí con las manos en la cintura.

Levantó la mirada pero no el cuerpo, y me analizo de arriba abajo.

― ¿Estas de blanco?― cuestionó aterrado.
― ¿Qué tiene de malo?― y yo me ofendí con la pregunta.
― No sé, pensé que vendrías de negro― se irguió.
― Es un color muy bonito pero me gusta llamar la atención― encogí los hombros.
― ¿Qué haces sola? ¿Dónde está Jhon?― curioseó mirando a mi alrededor.
― Está en el mini casino gastando dinero― contesté medio suspirando.
― ¿Y tú no estás ahí?― Azrael sonaba sorprendido.
― Claro que no, evito al máximo los juegos de azar, estoy segura de que tengo adicción a ellos― repliqué.

Iba a decir algo más cuando, a lo lejos, detrás de Azrael, noté que Kyra se alejaba de Ángel y la dejaba sola.

― Hablamos después, ¿vale?― corté ya rodeándolo.
― No deberías acosar tanto a la pobre de Ángel, le pueden salir garras― comentó mi amigo fingiendo que era algo sin importancia.

Me detuve y lo miré. ¿Cómo sabía él eso?

― Soy más observador de lo que crees― soltó guiñándome un ojo para luego empezar a caminar hacia el mini casino.

Lo analicé mientras se alejaba. Aquello era una completa sorpresa. Pero, le reste importancia y fui con Ángel.
Debo reconocerlo, se veía muy bien metida en ese disfraz. Mi parte vulgar se babeó por un momento.
Estaba cerca de la salida, recargada contra el poste de una de las canchas de baloncesto mirando a los malabaristas hacer trucos con unos pinos.

― ¡Bu!― le medio grité en el oído aprovechando que habían puesto algo de rock.

Salté en su lugar y casi se echa la bebida encima.

― ¿Por qué te asustas? Yo sé que estoy de blanco pero no soy un fantasma― dije sonriendo grande.

Me miró en silencio por varios segundos.

― ¿Por qué de blanco?― cuestionó finalmente.
― ¿Por qué a todo el mundo le sorprende que me vista de blanco?― repliqué, otra vez, ofendida.
― No es un color que veamos en ti― defendió levantando los hombros.
― Pues yo sí lo veo en mi, ¿no te parece curioso que tu amor tenga el mismo traje que yo pero negro?― disparé.

Sé que la tomé por sorpresa. Al parecer ya se había dado cuenta de la similitud pero restándole importancia al color.

― Imagino que debe salir en alguna película― respondió escondiendo su cara con el vaso de ponche que se llevo a la boca.
― Yo no lo saqué de una película...― revelé tomando también de mi ponche pero para esconder la sonrisa.

Hubo una ligera lucha de miradas hasta que ella cedió.

― ¿Qué quieres?― directo al grano...
― ¿Por qué asumes que quiero algo?― ataqué sin piedad.
― ¿Estas enojada porque estoy con Kyra?― curioseó levantando una ceja.
― ¿Por qué habría de estarlo? No has hecho nada que yo ya no supiera, de antemano, que harías― levanté los hombros como ella lo habría hecho momentos antes.
― ¿Entonces?
― Sólo te pongo charla.
― Tú nunca "sólo" haces algo, siempre tienes un motivo.
― Oh... ¡por favor! No me hables como si fuera la peor persona del mundo, habrán peores en alguna parte― solté una ligera risilla.
― Hablo en serio― cortó.
― ¿Qué pasa? Sólo vine a saludarte, vi que estabas sola y aproveché, eso es todo.
― Sí, claro― de nuevo se refugió en su ponche.

La imité y, levantando los hombros, le demostré que me valía madres lo que creyera.

― Entonces... ¿no estás enojada?― ahora usaba el tacto. Esta chica aprendía rápido.
― ¿Por qué? ¿Ya son novias?― una de mis manos ya iba directo a mi cintura pero, sabiendo que esto siempre delataba mi soberbia, la detuve.
― Ese es el plan...―confesó bajando la voz.

Controlé cualquier movimiento de cejas que mi rostro intentara. Aunque tenía el antifaz, entrenaba para situaciones futuras.

― ¿De verdad crees que aceptará?― reté.
― ¿Y por qué no?―defendió.
― Sin saber si se habrá dado cuenta de que tú y yo tenemos "algo".
― ¿Por qué lo dices?
― Azrael lo sabe, y yo no le dije nada.
― Yo tampoco.
― Bueno, entonces una tercera persona se dio cuenta.
― ¿Insinúas que Kyra sabe?
― Te digo que no lo sé.
― ¿Entonces qué dices?
― Nada, sólo te pregunté si creías que ella aceptaría.
― ¡En fin!― cortó de nuevo.

Se bebió el último sorbo de su ponche.

― Toma el mío, parece que tienes sed― le entregué el vaso y me quedé con el de ella.
― Gracias― debió otro poco.
― Estas nerviosa, ¿cierto?
― ¿Por qué habría de estarlo?
― Porque estoy aquí, con el mismo disfraz que ella, más bien, ella con mi mismo disfraz, me parece que no quieres que me vea contigo.
― No seas ridícula, sabe que somos amigas.

No dije nada y fingí distraerme con uno de los malabaristas que lanzaba fuego por la boca.

― ¿Y Jhon?― inquirió incómoda por el silencio.
― Jugando poker.
― Tan raro que tú no estés jugando.
― No es raro, siempre me mantengo alejada de esos juegos, soy vulnerable a la adicción.
― ¿Más de la que tienes por la cocaína?
― Sí
― ¿Y entonces? ¿Te quedaras sola toda la noche?
― Alguien tan hermoso como yo no se queda sola en una fiesta― repliqué con ganas de sacarle la lengua.
― Parece que esta vez sí, todos están emparejados.
― He visto varios y varias solas
― Pero no quieres que nadie sepa quién eres, así que no te acercarás a ninguno― dedujo. Lo peor de todo es que acertó.

Entendí la función del vaso de ponche.

― ¿Segura que no te molesta que esté con ella?― insistió.
― No, puedes tirártela si quieres, yo estoy con Jhon, tu puedes andar con ella, siempre y cuando no me descuides a mí, no me importa― mentí.
― Me cuesta creer en tu tranquilidad― confesó.
― También te cuesta creer que yo esté disfrazada de blanco pero, ¿Qué le podemos hacer?― dije medio sonriéndole.
― Te convertirías en "la segunda"...― comentó como intentando hacerme picar un anzuelo.
― Tu ya eres "la segunda", lindura, y ella también, primero fue sábado que domingo, y primero fui yo que ella― aclaré y, por la reacción de sus ojos, parece que la ofendí.
No lo soporté y sonreí tan grande como pude. De nuevo, ella era apenas un aprendiz.

― Ahí viene tu chica de negro, nos vemos después...― susurré alejándome antes de que Kyra me .


Friends with Benefits - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora