When winter hush turns summer pink
In half the time it takes to blink
But it all depends on what'choo think
About the girls of summer
When all you think of all day long
Is a pretty face inside a song
With a thought like that you can't go wrong
About the girls of summer
Oh yeah... (Do you know... everybody knows now)
Some girls are all about it
Some girls they love to let it fly
Some girls can't live without it
Some girls are born to make you cry
Over & over again
My favorite thing that drives me wild
Is when a city girl walks a country mile
For a boy she loves God bless the child
Inside the girls of summer
Oh yeah... (Do you know... everybody knows now)
Some girls are all about it
Some girls they love to let it fly
Some girls can't live without it
Some girls are born to make you cry
Yeah... over & over again
Yeah... yeah... yeah... yeah... yeah
They get'choo climbin' the walls
They get'choo caught in their spell
They get'choo speakin' in tongues
Could this be Heaven or Hell
To fall in love twice a day
Is such a sweet place to be
The best things about life are free
The pussywillow up your tree
To the one who climbs
They'll always be the girl... yeah
Some girls are all about it
Some girls they love to let it fly
Some girls no doubt about it
Some girls are born to make you cry
Some girls can't live without it
Some girls got twenty reasons why
Over & over & over & over & over...Girls of summer - Aerosmith
ÁNGEL
Blanqueé los ojos ante su afirmación.
―No los controlas todo, Danielle Bonnet― dije observando su rostro a través del reflejo del espejo.
Estábamos en el baño de mujeres y ella se estaba maquillando con mucha tranquilidad. La fiesta había sido un mes antes y en ningún momento demostró molestia por el hecho de que yo estuviera con Kyra.
Al principio pensé que no lo sabía ―tonta yo― porque nos trataba exactamente igual que antes, la única diferencia era que ya no controlaba la situación para poderse acostar conmigo. Incluso, me atrevo a decir, a veces parecía que le molestaba mi cercanía.
Lo cierto es que mi noviazgo con Kyra nos tomó por sorpresa a todos. Y sí, me incluyo en el plural. De repente me vi a mí misma actuando como actúan las personas cuando tienen novios o novias. Salía con ella a todas partes, la abrazaba y besaba cada que tenia oportunidad, le llevaba chocolates y la acunaba en mis brazos casi como si quisiera protegerla. Claro, al principio quería hacerlo, me preocupaba la reacción de las arpías y, sobretodo, la de Danielle. Pero nunca paso nada. Las arpías no dijeron nada, y si lo hicieron no fue en voz alta. Danielle tampoco se pronunció, de hecho, con maestría, evitaba el tema. Y yo, obviamente, no quise preguntarle. Si la pólvora estaba fría era mejor no moverla o explotaría.
―Eso crees tú― respondió mientras se encrespaba las pestañas. Por un momento pensé que lo último lo había dicho en voz alta.
Ladeé el rostro hacia un lado como si el cambio de perspectiva me permitiera entenderla mejor.
Danielle era realmente muy bonita, pero engañosa. Ese cabello rubio y ojos dorados daban la impresión de ser angelicales e inofensivos. Incluso, su tono de voz, siempre dulce casi disfónico. Si la mitad de cosas de las que hablara no fueran ironías, sarcasmos y órdenes, nadie sospecharía de ella. Me llevé los dedos al puente de la nariz como si me doliera la cabeza y apreté los labios hasta convertirlos en una fina línea. ¿Por qué diablos tenía que embobarme de esa forma? Ya estaba con Kyra, no necesitaba de Danielle. Era increíble que la rubia lograra engatusarme sin intentarlo siquiera.
―Ni loca me meto al equipo de porristas sólo por ir a ese estúpido viaje, yo puedo quedarme aquí, el mundo no se va a acabar con mi ausencia― declaré mirando hacia la puerta. Tenía la sensación de que en cualquier momento se abriría.
Danielle maquillaba sus ojos con sombras verdes.
―Kyra irá, será una buena oportunidad para que estén juntas― comentó muy concentrada en su tarea.
Tuve que esforzarme para sostener la quijada en su lugar y no abrir la boca como una tonta. Sin embargo, fue mi expresión la que me delató.
―Que no hable del tema no significa que no esté enterada, no puedes estornudar sin que yo no lo sepa― advirtió mirándome por el espejo.
― No es eso lo que me sorprende― confesé separándome de la pared para recargarme contra el lavamanos a su lado.
― ¿Entonces?― ya sabía la respuesta pero quería que se la dijera en voz alta.
― No pensé que te preocuparas por mi relación con Kyra― revelé levantando los hombros.
La pestañina ―rimel― ni siquiera se le regó. ¿Cómo le hacía para siempre mantener esa calma inquebrantable? En muchas maneras, admiraba a Danielle. Y eso no era bueno.
Me quedé esperando su respuesta pero ésta nunca llegó. Guardó todo el maquillaje y me hizo indicaciones de que saliéramos del baño.
― Ve haciendo maletas, en dos días nos vamos de viaje con el equipo de baloncesto― ordenó mientras se acercaba a la puerta del salón donde teníamos clase.
― Ya te dije que no seré ni me haré pasar por porrista― repliqué.
― Nunca dije que lo harías― cortó ― ves muchas películas― agregó con burla al abrir la puerta.
Durante la clase no presté atención a los garabatos del tablero y sí terminé por analizar la relación que había creado con la rubia desde que Kyra fuera mi pareja oficial.
Ni un beso, ni un roce de manos y, obviamente, tampoco nada de sexo. Era como si, de repente, Danielle evitara tocarme. El lunes siguiente de la fiesta no fue a recogerme en su convertible como siempre lo hacía. Pensé que se le había olvidado o algo, pero no. Nunca más lo volvió a hacer. Mi rutina había cambiado. Ya no pasaba mis tardes teniendo sexo con Danielle sino caminando por ahí con Kyra. Nada de sexo.
Al principio me había parecido extraño, la costumbre de estar siempre con la porrista estaba muy metida en mi subconsciente. Al punto en que durante al menos una semana salía y me quedaba en la puerta de la casa esperando a que su carro apareciera hasta que recordaba que no aparecería nunca más.
Sin embargo, curiosamente, en la escuela hablábamos mucho. Bueno, cuando Kyra estaba presente Danielle procuraba distraerse en otras cosas pero, siempre al inicio de las clases, hablábamos las tres como si nada. La rubia nos contaba sobre sus discusiones con Jhon, sobre nuevas rutinas en el equipo de porristas, de las arpías, de sus vecinos aburridos, de cualquier cosa menos de algo que implicara mencionar mi relación con Kyra. La mayoría de ocasiones lo había dado como accidente, ahora ya sabía que todo fue perfectamente calculado y premeditado por ella. Como todo lo que tenía que ver con Danielle Bonnet.
Dos días después, ahí estaba yo, en la madrugada con una maleta con ropa para dos días y algo de comida para el viaje. ¿Cómo lo hizo? No tenía ni la más mínima idea. Tampoco quería saber. Yo no era porrista, ni parte del equipo de baloncesto, obviamente, ni siquiera cargaba las toallas de los jugadores o sus botellas con agua ―ni me habían ofrecido el trabajo para fingir mi razón de viajar con ellos ni pensaba aceptar tampoco―. Sólo estaba allí con todos los demás esperando que dieran la orden de subir a los buses.
― Hola Ángel― dijo una chica de color que paso a mi lado con sus amigas. Las tres me sonrieron y siguieron derecho sin esperar mi respuesta.
― Hola nena― dijo alguien más, esta vez, un chico del equipo de baloncesto que cruzaba con su brazo alrededor de los hombros de su novia.
Para ambos saludos sólo atine a sonreír. Desde que anduviera con Danielle, debía reconocerlo, de repente era popular. Todos me conocían, no sólo los que estaban dentro de su círculo, sino toda la escuela. Era como si me hubiera dado color.
― ¡Hey!― me gritó un chico a lo lejos. Él sí era el encargado de las toallas y las botellas de agua.
Le saludé con la mano y de nuevo me encerré en mis pensamientos. Tal vez Danielle sí era tan bruja como las arpías, Jhon y David, creían. ¿Azrael lo creería también? Hasta donde tenía entendido, esos dos eran los mejores amigos del mundo pero Danielle lo usaba como a los demás. ¿Lo sabría él?
― ¡A los buses!― ordenó el entrenador del equipo de baloncesto de pie frente a dos enormes buses.
Este era el primer juego como visitante y le seguían otros dos, si ganaba. Según entendí, si ganaba esos tres partidos llegaría a la final del campeonato. La verdad no es que estuviera muy al tanto de la situación. Con decir que nunca había asistido a uno de los juegos del equipo desde que llegara a esa escuela.
― ¡Que te subas mujer!― reclamó Danielle sorprendiéndome por detrás.
Casi brinco del susto.
― Dale amor, sube― pidió Kyra justo detrás de la rubia.
Parpadeé varias veces.
― ¿Pasa algo?― preguntó la pelirroja arrugando el entrecejo con preocupación.
Danielle pasó a mi lado y se subió al bus como si nada.
― No, nada― respondí adjudicándole todo a mi imaginación. Era imposible que esas dos llegaran juntas. La rubia era bastante cuidadosa a la hora de encontrarse con Kyra a pesar de que ésta fuera parte del equipo de porristas.
La pelirroja me tomó de la mano y me jaló para subirme al bus.
Las últimas sillas ya estaban apartadas por Danielle y nadie se sentaba en las cercanías como si tuvieran un letrero de "reservado para la señorita Bonnet". Mi novia me llevó hasta allá pero se sentó en la fila delante de la última donde la rubia estaba muy acomodada.
Casi inmediatamente se subieron Jhon, David y Azrael hablando casi a los gritos sobre estrategias para vencer al equipo rival. Aunque el último no era un defensa, según tenía entendido, hablaba de tácticas de ataque y no sé qué más. Se sentaron detrás de nosotras junto a Danielle y ella se unió a la conversación. Minutos más tarde llegaron las arpías y con una sonrisa se sentaron en las sillas que estaban a nuestro lado después del pasillo. Acomodaron sus maletas y se arrodillaron en los puestos para poder hablar con el grupo de atrás.
― ¿Tú qué opinas, Kyra?― preguntó David apoyando sus brazos sobre la cabecera de la silla de mi novia.
― ¿Sobre qué?― inquirió ella levantando la cabeza para poderlo ver.
― Jhon dice que debemos jugar a engañar al otro equipo, hacerles creer que nuestro mejor jugador es Manuel para que todos busquen como marcarlo y que así nos dejen más o menos libres a él y a mí― explicó.
Kyra lo meditó.
― No seas ridículo, nadie se creerá eso, Manuel es muy malo jugando― replicó Danielle antes de que Kyra respondiera.
― Bueno, pero hay formas de engañarlos, si le pasamos mucho el balón ellos pensarán que confiamos en sus lances― intervino Jhon.
― Estoy de acuerdo con Danielle, Manuel es malo comparado con otros del equipo― contesto Kyra.
― Entonces usen a otro de carnada― sugirió la arpía número uno, Alexandra.
― ¿A quién?― cuestionó Ximena.
― ¿Qué tal Omar? Es rápido, podrá cruzar la cancha en menos de nada, todos irán tras él― dijo el capitán del equipo.
― Pero tiene pésima puntería, de nada servirá que llegue al otro lado de la cancha si cuando lance el balón no entrará, se lo robarán y es posible que mientras lleguen al otro lado de la cancha se organicen y les anoten dos o tres puntos en contra― solté.
Callé tan rápido como hablé. Ellos siguieron en la discusión tomando en cuenta mi apunte pero juro que Danielle movió una de las comisuras de sus labios. El gesto no duró más de un segundo. Había sido una sonrisa.
Noté que para participar en la charla me había dado la vuelta y estaba de rodillas sobre la silla en la misma posición que las arpías. El movimiento fue veloz, ávida por intervenir no había caído en cuenta de lo que estaba haciendo. ¿Cómo era que yo sabía aquel detalle sobre Omar? Nunca había asistido a un juego.
**********
― Deberían sacar a Omar del equipo― comentó Danielle mientras esperábamos que la profesora llegara.
― ¿Por qué?― pregunté con descuido. No le estaba prestando mucha atención pero procuraba mostrar algo de interés para no enojarla.
― Es muy rápido pero, sus lances son terribles, cualquiera de las chicas del equipo de porristas puede anotar tres puntos con más facilidad que él― respondió jugando con su lapicera.
No le dije nada y sólo mascullé algo que sonaba como un "ah...". Kyra soltó otro apunte.
***********
¿Cómo era que recordaba aquello? Ni siquiera le estaba poniendo cuidado...
Me escurrí en la silla con la esperanza de que me tragara cuando el bus arrancó y todos gritaron con emoción. Serían dos días fuera de la ciudad en un hotel cinco estrellas sólo por cumplir con 40 minutos de juego. Cuatro horas después habíamos llegado a nuestro destino. La música y la gritería no se habían calmado en ningún momento, como tampoco lo había hecho la discusión detrás de mí. Kyra participaba en la charla a ratos, se acurrucaba a mi lado como un gato buscando calor hasta que algo de lo que decían llamaba su atención y ahí, de nuevo, se arrodillaba sobre la silla para opinar.
¿Cómo era que Danielle estaba tan tranquila hablando con mi novia? Aunque antes lo haya hecho, yo estaba en medio de las dos, eso contaba. ¿Y por qué "novia" me sonaba tan extraño?
Ya en el hotel algunos fueron directamente a sus habitaciones para dejar las maletas mientras que otros corrieron a la piscina. Casi todos estaban haciendo lo segundo. Ahí noté como Danielle y Kyra se movían de manera similar para ir a la alberca. Cada una se acercó a su pareja, Danielle a Jhon y Kyra a mí, y pusieron cara de cachorro.
― ¿Vamos?― habían preguntado casi al unísono. No es que la rubia estuviera cerca para escucharla pero me encontré muy concentrada en lo que hacía y me sorprendió haber leído en sus labios la palabra que Kyra acababa de decirme.
― Como quieras― respondí levantando los hombros.
No sé qué dijo Jhon pero, ambos fuimos arrastrados a la piscina.
Ambas tenían el traje de baño bajo la ropa ―todas las porristas lo tenían― y mientras nos llevaban a la alberca, se iban desvistiendo. Cuando llegamos, sólo llevaban un bikini. Fue curioso notar que sus trajes de baño eran del mismo color que el vestido de la mascarada. Danielle tenía uno blanco de dos piezas, la parte de arriba de dos triángulos y de amarrar en la espalda y el cuello y la parte de abajo sencilla del mismo color. Kyra llevaba uno exactamente igual en negro. Tuve que forzar el cuello para dejar de mirar a la rubia. Ya conocía su cuerpo, al derecho y al revés, con ropa y sin ella. ¿Era muy complicado dejar de mirarla?
Estreché a Kyra por la cintura y la piel me ardió. Su cabello estaba un poco más largo y con el alisado se veía aún más largo con su rojo intenso como un demonio en medio de un hotel.
La conclusión de mi pensamiento me tomó tan de sorpresa que no pude evitar detenerme. ¿Por qué siempre le daba a Kyra una personalidad demoniaca cuando ella era todo lo contrario? ¿Por qué a Danielle la asociaba con ángeles cuando era exactamente lo opuesto?
― ¿Pasa algo, mi vida?― curioseó Kyra de nuevo con expresión preocupada. ¿Así de terrible era mi cara?
― Este...no, ve a la piscina, yo...yo buscaré un lugar para dejar nuestras cosas― respondí forzada y nerviosa.
― ¿Segura? Si quieres vamos a la habitación, pareces enferma― ¿en serio?
― No te preocupes, tú quieres entrar a la piscina, me duele un poco la cabeza pero yo creo que con el agua fría se me calma de inmediato― mentí llevándome una mano a la sien.
Sus ojos verdes me analizaron por un momento pero luego, casi como si le hubiera hecho algo, quitó la mirada bruscamente.
― ¿Qué esperan? ¡Adentro!― Danielle estaba detrás de nosotras y yo acababa de darme cuenta que estaba justo al lado de la alberca.
Con habilidad, la rubia nos arrebató las maletas al tiempo que Jhon y David nos abrazaban por detrás y se lanzaban con nosotras al agua.
Efectivamente, el agua fría de la alberca dispersó mis pensamientos de inmediato. No me importó tener la ropa mojada pero apenas me vi libre de los brazos del basquetbolista salí a tomar aire y aproveché para agarrar a Danielle de los pies y lanzarla al agua. Soltó las maletas, muy consciente de que estas no se podían mojar, y cayó hundiéndose conmigo. Dentro del agua nuestros rostros quedaron muy cerca y lo sentí como una eternidad antes de alargar el cuello para besarla. La rubia sonrió grande y triunfante mientras ponía sus manos en mi pecho para impulsarse fuera del agua.
Salí a tomar aire casi de inmediato y me acerqué a Kyra abrazándola por detrás.
― Ya no tienes excusa para no meterte a la piscina― dijo David echándome agua en la cara con las manos.
― No se preocupen, pusimos sus cosas con las nuestras― anunció Ximena acercándose lentamente.
― Pero tienes que quitarte esa ropa ya si quieres que se alcance a medio secar― advirtió Alexandra sentada en el borde de la piscina.
Me sorprendí al darme cuenta que tenía el vestido de baño puesto debajo de esa ropa. ¿En qué momento me lo puse? O, mejor dicho, ¿por qué me lo puse?
El día prometía ser revelador.
Me acerqué a Alexandra y le entregué la ropa mojada. Sin mirarme mal, ni decir nada, sólo sonriéndome cálidamente, la recibió y la acomodó en varias sillas para que se secara.
El resto de la tarde no la pasamos en la piscina, jugamos, hablamos, nadamos, etc. Sorprendentemente, ellos se habían convertido en mis compañeros. Claro que en la escuela la diferencia entre "compañeros" y "amigos" se desdibuja.
Los del equipo de baloncesto, por órdenes del entrenador, sólo estuvieron en la piscina dos horas, luego los enviaron a descansar para el partido de esa noche. Las porristas, y yo, nos quedamos un rato más.
― Bueno señoritas, todas afuera― ordenó Danielle desde un extremo de la piscina. Faltaban tres horas para el mentado partido.
Se escuchó una queja general.
― ¡Ahora!― insistió ― Nosotras también tenemos que descansar un poco, no podemos darnos el lujo de llegar cansadas a animar a nuestro equipo ―agregó con las manos en la cintura.
Se veía muy sexy toda mojada...
Blanqueé los ojos al descubrirme pensando eso.
El equipo hizo caso y, una a una, salieron de la alberca.
Las habitaciones del hotel estaban dispuestas para dormir en parejas. Los hombres estaban en el quinto piso mientras que las mujeres estábamos en el tercero. Los entrenadores de ambos equipos tenían su habitación junto al ascensor para cuidar que ninguno se hiciera el listo y se pasara al otro piso.
Me pregunté si Danielle intentaría llegar con Jhon o él con ella. Kyra y yo no teníamos ese problema.
Apenas llegamos a la habitación ella lanzó las maletas a la cama y se dejó caer sobre una silla que había al lado. Todavía escurríamos agua.
Su cabello, ahora mojado, estaba ondulado y se veía más abundante que de costumbre. Desde la puerta la observé. Su piel estaba ligeramente tostada por el sol y no tenía pecas como todos los pelirrojos que conocía. Había dejado las piernas abiertas y los brazos cayendo por los lados buscando que el agua escurriera hacia el piso y no en otra parte de su cuerpo. La cabeza estaba ladeada hacia la izquierda con los ojos suavemente cerrados. Si prestaba atención podía ver como su yugular latía al ritmo del corazón. Un extraño calor me subió por la espalda y pronto me cubrió todo el cuerpo. Sentía una molestia en la parte baja del vientre y se me hizo agua la boca.
Lentamente me acerqué a Kyra y le extendí la mano.
Ella abrió los ojos y me miró cuando escuchó mis pasos húmedos acercarse. Analizó mi mano por varios segundos y luego la aceptó. De un jalón la puse de pie y la pegué a mi cuerpo. El ardor que había sentido antes de entrar a la piscina regresó. Con la yema de los dedos recorrí su brazo desde el hombro hasta la muñeca lentamente. Podía sentir sus pezones endurecidos contra mi cuerpo y su piel erizada soltaba corrientazos en la mía.
Bajé mi rostro y la besé.
El beso fue suave, lento, eléctrico. Adictivo.
Poco a poco lo fuimos profundizando hasta que mi mano la tomó a ella por el cuello y la pegó más a mí. No quería parar. Pasó sus manos por mi cintura y se aferró a ella con las uñas cuando pasé mi lengua por su cuello para evitar soltar algún gemido rebelde. Mordí su cuello suavemente, y dejé marcas de mis colmillos en él y en su hombro. Sentía el cuerpo acalorado, ya no era agua lo que nos cubría sino transpiración. Respirábamos con dificultad tomando apenas la cantidad necesaria de aire para seguir besándonos. Caminé con ella hacia la cama y me acosté sobre su cuerpo. Las tiras de la parte superior del bikini marcaban un dibujo en forma de A con su clavícula que besé. Se retorcía con cada uno de mis toques y se mordía los labios para no gemir enterrándome las uñas en los brazos y la espalda. Aquel dolor me excitaba aun más. Con la yema de los dedos repasé de nuevo sus brazos pero, esta vez, también su cintura y sus piernas. En este último lugar se arqueó hacia atrás. Las costillas se le marcaron y sus senos se inflaron.
Mientras la besaba desataba los nudos de su sostén y con un mordisco en el cuello este se soltó por completo dejando sus perfectos senos a la vista. Un gemido se le había escapado y fue como si me inyectaran sexo directo a la médula espinal. Besé y mordí sus pezones endurecidos con delicadeza. Luego, fui repartiendo pequeñas mordidas por su cintura hasta llegar a los huesos de la cadera y bajar por sus muslos hasta las rodillas.
Por alguna extraña razón hacia con ella lo mismo que con Danielle; morderla hasta el cansancio.
Pensar en Danielle en aquel momento me alteró. Me detuve bruscamente y subí hasta encontrar su boca. Quería sentirme dentro de ella. Mi mano bajó por su cintura hasta la cadera y luego se coló por la parte inferior de su bikini para buscar su tan preciado calor.

ESTÁS LEYENDO
Friends with Benefits - TERMINADA
Teen FictionLos amigos con derecho no tienen reglas, no tienen limites, no hay obstáculos, es todo perfecto hasta que te enamoras. No es un tipo de romance cursi, ni tierno pero quien sabe todo cambia con el tiempo, hasta los sentimientos. Historia con tematica...