CAPITULO 32: LA VIDA DE ANGEL

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A veces no pienso,

me vuelvo tan frío y no estoy.

A veces me ausento,

de mis sentimientos ,

y luego sonrió, recuerdo..

y me aferró a vivir.

Y a veces quisiera matar,

por tu amor,

tan sólo por un momento,

y es que todavía no encuentro,

lo que me sería normal,

para darte mucho más,

y entregarme por completo,

sexo, pudor o lágrimas,

me da igual.

Me quieres ver grande,

a pesar de lo débil que soy,

si toco hasta el fondo,

me sacas de nuevo ,

por eso me quedo, me aferro,

y te quiero a morir.

Por eso aquí adentro,

tu estás todo el tiempo,

viviendo del sufrimiento,

y es que todavía no encuentro,

lo que en mí sería normal,

para darte mucho más,

y entregarme por completo,

sexo, pudor o lágrimas,

me dá igual.

Sexo, pudor y lágrimas,

me da igual.

Sexo, pudor y lágrimas -Alex Sintek

Tres personas marcaron la vida de Ángel, y no era como si tuviera muchos años de vida.

El primero fue un hombre, se llamaba Dante. Lo conoció cuando tenía 15 años y, se podría decir, se enamoró de él. El caballero en cuestión tenía entre 5 y 6 años más que ella y trabajaba donde ella realizaba el servicio social* de la escuela.

Fue una tarde lluviosa cuando ella se había quedado haciendo archivo sola. Todos los de la oficina donde ella realizaba su servicio estaban en el último piso del edificio celebrando el cumpleaños del gerente cuando, de repente, unos papeles crujieron detrás de ella.

― ¡Ups! Lo siento― dijo el hombre. Ángel no se dio cuenta de que sonaba muy sobreactuado porque su físico la acababa de aturdir.

Dante tenía una presencia más bien vampírica. Era alto, tal vez 1'90 de estatura, un poco pálido, de ojos cian, cabello largo, liso y negro azabache. Era de contextura promedio pero con músculos marcados. Solía vestir con jeans negros, chaquetas de cuero, cadenas, botas militares. Era el hijo del gerente aunque no lo aparentaba.

Ángel evitó sonrojarse y le dio la espalda para poder respirar.

― ¿Estás sola?― preguntó él.

― Sí señor― contestó ella. Lo había visto de lejos muchas veces, sabía quién era pero nada más.

― No me digas señor, me siento viejo― replicó el ojiazul acercándose sin importarle que estaba pisando papelería de contabilidad, ni que ella estaba arreglando dicha papelería.

Friends with Benefits - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora