Por la ventana del tren, lo único que se podía distinguir era una sucesión de colores borrosos, producto de la velocidad con la que avanzaba. Dentro de sus vagones, sin embargo, viajaban dos reyes y dos reinas, rumbo a Finchley, Londres.
Habían regresado a su mundo, y esta vez sería definitivo. Al menos para Peter y Susan, así lo había dejado claro Aslan antes de abrir el portal. Narnia ya les había enseñado todo lo que podía, y ahora debían vivir plenamente en el suyo.
-Oigan, creo que olvidé mi linterna en... Narnia -murmuró Edmund, su voz apenas audible.
Al escucharlo, Peter y Susan sintieron un nudo en la garganta.
-Descuida, Ed, podrás recuperarla algún día -respondió Peter sin mirarlo. Sus pensamientos lo abrumaban. No regresar a Narnia... significaba perder algo más que un reino. Era dejar atrás las mayores aventuras de su vida, el hogar donde había sido el Rey Peter el Magnífico. No era el título lo que le dolía, sino el adiós a una tierra que le había enseñado a ser mejor. Miró de reojo a Edmund, quien mantenía la vista perdida en la ventana. Pensó, no sin algo de amargura, que su hermano menor tenía suerte: él sí había sido invitado a volver. Aslan había explicado sus razones, y aunque Peter las entendía, aceptarlas seguía siendo difícil.
Por su parte, Edmund se sentía tan mal como aquel día en que sus hermanos descubrieron que había traicionado a Narnia para aliarse con la Bruja Blanca. Cuando Aslan anunció que Peter y Susan no regresarían, un peso cayó sobre sus hombros. Se sentía especialmente culpable por Peter, pues había aprendido a admirarlo como un verdadero hermano. Los recuerdos de sus errores pasados con la Bruja seguían persiguiéndolo, aunque ahora era distinto: Narnia se quedaba sin dos de sus reyes mayores.
Además, Edmund no podía dejar de pensar en el beso entre Susan y el príncipe Caspian. Lo había encontrado gracioso al principio, pero ahora solo sentía lástima por su hermana. Algo había cambiado en ella; quizás había madurado más de lo que él y los demás podían comprender. Por un instante, la idea de encontrar la forma de devolver a Peter y Susan a Narnia cruzó por su mente. Pero al captar el leve gesto de desaprobación de Lucy, abandonó ese pensamiento.
Lucy reflexionaba sobre las palabras de Aslan. Si dependiera de ella, habría rogado al león que reconsiderara, que no los "castigara". Pero Aslan había insistido en que no era un castigo. Aun así, ver la despedida entre Susan y Caspian le hacía dudar. Pensó en pedir ayuda a Edmund para idear algo, pero al percibir que su hermano compartía sus pensamientos y los desechaba, decidió no insistir.
Una mano de Peter estrechó con ternura la de Susan, pero ella no se inmutó. Seguía mirando los colores que pasaban por la ventana. El tren estaba a punto de llegar a Londres.
Al llegar, los cuatro hermanos descendieron y caminaron hacia el automóvil que los llevaría a Finchley, donde su madre los esperaba gravemente enferma.
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Susan...
Esa noche, la oscuridad llenaba la habitación de las hermanas Pevensie. Susan sudaba y se agitaba bajo las cobijas, atrapada en un sueño inquietante. Una voz masculina resonaba en sus oídos mientras cruzaba bosques y selvas sombrías, buscando una salida que nunca encontraba.
-Susan... Reina Susan... Dama de la Benevolencia... Susan... Susan Pevensie...
Finalmente, abrió los ojos con un jadeo. Respiraba con dificultad. ¿Qué había sido todo aquello? Antes de poder reflexionar, escuchó pasos leves. Lucy estaba a los pies de su cama.
-¿Qué sucede, Susan? -preguntó Lucy con preocupación.
-No es nada, Lucy. Solo un mal sueño. Vuelve a la cama -respondió Susan, sin atreverse a contarle lo que había soñado. Sabía que su hermana menor no entendería. Por un instante, estuvo tentada de preguntarle si ella también había sentido la presencia de alguien en sus sueños, pero desechó la idea.
Lucy no insistió, aunque observó a Susan levantarse y caminar hacia la puerta.
-¿Adónde vas? -quiso saber.
-Voy a ver si mamá necesita algo.
Desde la muerte de su padre, la salud de la señora Pevensie había decaído. Aun así, insistía en que sus hijos continuaran con su educación. Susan salió de la habitación y se dirigió al baño, donde se encerró durante horas, llorando como nunca antes lo había hecho.
Se miró en el espejo, observando su rostro empapado. Ya no era una niña, eso era evidente. Un hombre la había considerado atractiva.
No solo un hombre. Un príncipe.
-Caspian... ¿Qué estarás haciendo ahora? ¿Habrá pasado tanto tiempo allá como aquí? ¿Encontrarás una esposa que te ame y te sea fiel?
Cerró los ojos al escuchar nuevamente aquella voz. Al abrirlos, vio a Caspian reflejado en el espejo. Puso una mano en su boca para ahogar un grito, pero cuando volvió a mirar, él ya no estaba. Todo había sido su imaginación.
Regresó a su cama al amanecer y miró a Lucy antes de acostarse nuevamente.
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El funeral
Pocos días después, la señora Pevensie falleció. Aunque lo habían esperado, el dolor fue abrumador. En el funeral, los cuatro hermanos permanecieron serenos, como si hubieran perdido la capacidad de llorar. La experiencia en Narnia los había endurecido.
Una semana después, el silencio reinaba en la mesa del comedor. Susan había preparado la comida, pero ninguno hablaba. De pronto, un rugido rompió el aire. Lucy fue la primera en correr hacia la ventana, solo para descubrir que esta había desaparecido. En su lugar, un majestuoso león dorado los miraba.
-A pesar de mis palabras finales, debo decirlo: bienvenidos de nuevo, hijos de Adán e hijas de Eva -dijo Aslan.
Los cuatro hermanos se precipitaron escaleras abajo y abrazaron al león, bañados por la luz del sol que delineaba sus formas.
-¿Qué significa esto? -logró articular Peter.
-Significa que la era dorada de Narnia regresará. Serán nuevamente los reyes y reinas de Cair Paravel, junto al rey Caspian y la princesa Regina.
Susan sintió cómo su corazón se encogía.
-¿Regina? -preguntó, aunque ya conocía la respuesta.
-Regina es la prometida de Caspian -respondió Aslan, mirando a Susan con profundidad.
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Narnia: El retorno de los reyes (A partir Del 16/11 entra en edición)
Fanfiction-Eso quiere decir, Rey Peter, que tú, Susan, Edmund y Lucy sois, de ahora en adelante, los reyes y reinas de Narnia. Gobernaréis junto al Rey Caspian y... la Princesa Regina. -¿Regina...? -La voz de Susan se quebró al pronunciar ese nombre, como si...