La luna, brillante y majestuosa, bañaba con su luz plateada el vasto paisaje de Narnia. Peter, inmóvil junto a la ventana, miraba fijamente el sendero por el cual Susan había partido hacía horas. Su mente se debatía entre el deber y la preocupación. A sus espaldas, Edmund lo observaba en silencio, con una mezcla de incomodidad y empatía.
—No le puede pasar nada —dijo Edmund con intención de tranquilizarlo—. Estamos en Narnia.
Peter no respondió. Su corazón no compartía la calma de su hermano.
—Tal vez se quedó en el bosque con las amigas de Lucy —murmuró, tratando de buscar una explicación lógica, aunque en su interior no hallaba consuelo.
Sin decir más, giró hacia la habitación, sus pasos resonando con resignación.
—Si llega a venir, avísame —ordenó con severidad antes de retirarse.
—Claro —respondió Edmund, acomodándose en su cama con un suspiro.
—Buenas noches, Edmund —susurró Lucy, siguiéndolo con mirada preocupada.
---
En otro rincón del reino, el aire estaba cargado de tensión. Caspian permanecía junto a la cama de Susan, observando a las mujeres trabajar en silencio. Habían soltado su cabello para tratar la herida en su cabeza, utilizando esencias curativas entregadas por los centauros. Sin embargo, Susan no despertaba, como si estuviera atrapada en un sueño impenetrable.
—Deberías descansar, mi príncipe —sugirió el Profesor con voz amable al notar la expresión agotada de Caspian.
—No puedo —respondió en un susurro.
—Avísame si hay algún cambio —dijo el Profesor antes de marcharse, dejando a Caspian solo con sus pensamientos.
El silencio de la habitación solo era interrumpido por el crepitar de una vela a punto de extinguirse. Caspian mojó una toalla en agua fría y la colocó sobre la frente de Susan, cuyos labios entreabiertos dejaron escapar un profundo suspiro. Su corazón dio un vuelco, pero nada más ocurrió.
—Susan... —murmuró, acercándose más, como si su voz pudiera alcanzarla en aquel abismo desconocido.
La fiebre no cedía, y el cansancio comenzaba a hacer mella en el rey. Pero sus pensamientos, lejos de serenarse, se llenaron de tormento. Regina. Su compromiso con la hija del cacique de Telmar lo ataba al deber, pero su corazón seguía clamando por Susan.
“¿Qué haré cuando ella despierte? ¿Qué diré a Regina?”
---
En Cair Paravel, la tensión no era menor. En el comedor, los hermanos Pevensie discutían sobre el paradero de Susan.
—Creo saber dónde puede estar —dijo Peter con determinación.
—¿No estarás pensando en Beruna? —preguntó Edmund, sorprendido.
—Claro que sí.
—No entiendo mucho de mujeres, pero Susan no haría algo tan impulsivo —replicó Edmund con escepticismo—. Conozco a nuestra hermana.
—Ese es el problema, Edmund. No la conoces como crees —respondió Peter, frustrado.
De repente, un ave majestuosa entró al salón, interrumpiendo su conversación.
—A sus altezas, reyes y reina de Narnia, el rey Caspian X de Beruna envía un mensaje —anunció con solemnidad.
Los tres hermanos se quedaron en silencio, atentos.
—Lady Susan ha sufrido un accidente y se encuentra a salvo en el castillo de Beruna. Su majestad les ruega que acudan tan pronto como sea posible.
El rostro de Peter se tensó al escuchar la noticia.
—Debemos ir inmediatamente —dijo, poniéndose de pie.
Lucy y Edmund asintieron, compartiendo su urgencia.
---
Cuando llegaron al castillo de Beruna, fueron recibidos con la pompa que correspondía a los reyes de Narnia. Sin embargo, la tensión entre Peter y Caspian era palpable.
—¿Dónde está Susan? —preguntó Peter sin preámbulos, su mirada fija en el joven rey.
—En su habitación. Su estado es estable, pero aún no despierta —respondió Caspian, manteniendo la compostura.
La mirada de Peter era un desafío en sí misma, pero Caspian no retrocedió. Ambos sabían que Susan era el puente que los conectaba y, al mismo tiempo, los separaba.
Mientras tanto, Edmund observaba a Miranda, una joven que había aparecido discretamente en el salón. Sus ojos grises se encontraron con los del segundo hermano Pevensie, y un destello de reconocimiento cruzó entre ellos.
Caspian guió a los hermanos hacia la habitación donde Susan descansaba. Lucy se apresuró a tomar la mano de su hermana, susurrando palabras de ánimo.
Peter, por su parte, se quedó de pie junto a la puerta, su mirada fija en Susan y su mente llena de preguntas.
“¿Por qué estamos aquí otra vez? ¿Es este nuestro destino, o simplemente un ciclo que no podemos romper?”
Y así, mientras el sol iluminaba los muros del castillo, cada uno de ellos enfrentaba sus propios fantasmas bajo la sombra de la luna de Narnia.
ESTÁS LEYENDO
Narnia: El retorno de los reyes (A partir Del 16/11 entra en edición)
Fanfiction-Eso quiere decir, Rey Peter, que tú, Susan, Edmund y Lucy sois, de ahora en adelante, los reyes y reinas de Narnia. Gobernaréis junto al Rey Caspian y... la Princesa Regina. -¿Regina...? -La voz de Susan se quebró al pronunciar ese nombre, como si...