Capítulo 4

1.4K 61 3
                                    

Narra Dawn:
Íbamos en el Audi de mi queridísimo y consentidor tío, la verdad es que sentía como maripositas cuando estaba con el, o sea casi siempre. Mañana era mi cumpleaños número 17 y aprovechando que no iban a estar mis padres y solo me quedaría con mi tío, por fin me daría lo que más quiero de cumpleaños. Cuando llegamos a mi casa, mis padres ya no estaban, al igual que un par de pertenencias y su auto. Yo me fui prácticamente corriendo a mi habitación para no tardar al hacer mi maleta. Tome una bolsa que él me había regalado hace un año, la había visto en Chicago junto con un collar de perlas bastante caras y mi papá al acercarse, ni siquiera confirmo, solo vio de lejos el precio y me lo negó completamente. Y para mi cumpleaños, Taylor me lo regalo, debió haber gastado una fortuna ya que todos sus regalos eran porque mi papá no podía costeármelos. Metí 16 mudas de ropa, entre shorts, pantalones, jeans, faldas, vestidos y blusas, la bolsa queda llena hasta la mitad, así que se imaginaran que grande es. Tome 7 pares de zapatos en los que van incluidos, tenis, flats y mis pantuflas de conejo. Mi pijama la pongo al último ya que será lo primero que saque. Tome mi cepillo de dientes, el de cabello, mi shampoo, cremas y un par de cosas más. Estaba lista, me cambié de ropa y baje con la bolsa en mi brazo.
- Déjame ayudarte con eso princesa –esas mariposas de nuevo, le tendí la bolsa y me estremecí al rozar mi mano con la suya. Su brazo se inflo debido a la fuerza que ponía para cargar mi bolsa –andando.
Me tendió una mano y la acepte, cuando mire el reloj, eran las 11:00 de la noche, me tarde demasiado haciendo la bolsa. La casa de mi tío quedaba a un buen rato de camino, para cuando llegáramos ya habría cumplido mis 17 años.
- ¿Princesa que vas a querer este año? Estaba pensando en llevarte a París –me sonreía.
La verdad es que ya quería decirle cual quería que fuera mi regalo de cumpleaños, pero no llevábamos ni 10 minutos de camino, por lo tanto aún no era mi cumpleaños. Habría que esperar un poco más.
- No lo sé, déjame pensarlo –le devolví la sonrisa. Desde niña me sentí cautivada por su sonrisa.
Saque mi celular de su funda y me impacte un poco al ver demasiados mensajes, algunos de papá y mamá, otros de mi novio, otros de mis amigos y otros más de publicidad. Conteste a cada uno de ellos con una eficacia y rapidez que hasta a mí me sorprendía. Comenzaba a darme hambre. Siempre que estaba nerviosa me daba hambre, una reacción no muy normal pero tampoco dañina. Mi mamá decía que si seguía comiendo como lo hacia los dejaría pobres algún día. Pero lo que me sorprendía y daba gracias a Dios por eso, es que no engordaba, lo cual en mi situación como adolescente era una bendición.
- Princesa estas muy callada –dijo mi tío amoroso.
- Tengo algo de sueño –mentí.
- Pues discúlpame pero te mantendrás despierta hasta las 12:00 para que sea el primero en felicitarte –dijo muy entusiasmado.
- Con mucho gusto señor Lautner –ese era nuestro juego preferido, hablar con mucha elegancia.
- Y bien señorita Warden  ¿Ha pensado en el regalo que más le convendría a usted? –dijo haciendo voz de mayordomo.
- No señor Lautner –conteste con el mismo tono de voz.
Así jugamos todo el camino restante hasta que llegamos a la casa, más bien mansión, como a mi me gustaba llamarlo, de mi tío. Por alguna razón siempre sentía que no era muy bien recibida aquí, por las sirvientas y sobretodo por la novia de mi tío, que si se volviera parte de la familia, me cambiaría el nombre e huiría a Suiza.
- Faltan 10 minutos princesa –beso mi mejilla.
Nunca, jamás en la vida me había ruborizado por un beso en la mejilla de su parte. Como sobrina consentida, ya que soy la única, tengo ciertos derechos. Como poder hacer mis berrinches y que sean cumplidos por alguien mucho más atento que mi novio. Novio, cierto, había olvidado llamarle a Kyle.
- Caine –dijo mi novio en línea.
- Hola guapo –dije mientras llevaba mi maleta a mi habitación.
- Preciosa, te extraño, en menos de 6 minutos serás más grande que yo.
- Ni me lo recuerdes, me siento vieja –le sonreí al aparato junto a mi oído.
Hable un par de minutos más hasta que mi batería murió, di gracias a eso ya que no dejaría de hacerme plática hasta el amanecer y Taylor se molestaría si no lo dejo felicitarme.
Mire el reloj, un minuto, solo un minuto para por fin decirle a mi tío lo que quiero de cumpleaños. Los segundos pasaron lentamente, demasiado para mi gusto. Hasta que por fin.
- Feliz cumpleaños princesa –me abrazo.
Todos los relojes sonaban al unísono, se escuchaba glorioso, todos marcaban las doce y sonaban con un tono de felicidad, aunque estoy seguro de que Taylor lo hizo apropósito.
- Gracias –correspondí su abrazo.
Sentía sus cálidas manos en mi espalda, odiaba que fuera mi tío, lo odiaba de verdad, mi anatomía y la suya estaban completamente pegadas, sentía su abdomen junto al mío, todo encajaba perfectamente. La hora había llegado.
- ¿Tío quieres saber que quiero de cumpleaños? –me senté en la cama de colcha morada.
- Por supuesto, tal vez para cuando te levantes lo tenga listo –me sonrió.
- Créeme, ya esta listo –baje la mirada. Estaba nerviosa.
- Bien... -decía impaciente –dime.
- Quiero... te quiero a ti, literalmente –levante mi mirada y nuestras miradas se conectaron por segundos, interminables.
Abrió la boca para decir algo y luego la cerró, las palabras sobraban, estoy segura de que ambos se nos borro el abecedario de nuestras mentes. Nos habíamos vuelto analfabetas.   


Enamorada de mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora