Capitulo 11

1.2K 45 0
                                    

  – Vamos princesa –dijo viéndome a los ojos.
– Mi amor entra –dijo Kyle sujetando ligeramente mi brazo.
– Princesa...
– Mi amor –ah, la desconcentración me estaba afectando.
– Princesa por favor, no me hagas esto, no con él –seguía viendo los ojos de mi tío.
– Mi amor vamos adentro y te daré lo que quieres –se refería al sexo, no lo quería, pero hace unos momentos lo hubiera hecho con los ojos cerrados con tal de imaginarme a Taylor tocándome.
– Si le pones un dedo encima a mi princesa date por muerto infeliz –amenazó Taylor sin quitar su mirada de la mía.
– Mírame –apretó mi nalga.
Taylor miró a Kyle con desprecio y comenzó a caminar hacia él pero lo detuve.
– Déjalo –le impedí el paso colocando mi mano en su pecho.
– Princesa veo que te gustan los campesinos –miró a Kyle.
– Ya te lo dije, solo te quiero a ti, pero veo que a ti también te gustan solo las zorras –miré al suelo.
– No lo veas de esa forma –levanto mi rostro –ven conmigo por favor.
Me libere del agarre de Kyle y lo abrace, escondí mi cara en su cuello como acostumbraba a hacerlo desde que era niña, me encantaba sentir su calor en mi cara, me sentía mucho más protegida que con cualquiera, incluso más que con mi padre.
– Dawn– dijo Kyle.
– De verdad lo siento –volví a abrazar a Taylor.
– Sabes que, no importa, yo sabía que eras una cualquiera. Mira como resulto tu princesita, coqueteándole a su propio tío –dijo con burla.
– ¡No le hables así! –estalló mi tío.
– Uy que miedo –se burló Kyle nuevamente.
– Taylor, déjalo –tome su brazo.
Lo jale ligeramente ya que él comenzó a seguirme, no dejo de fulminar a Kyle con la mirada hasta que nos alejamos considerablemente de su casa. El vecindario era tranquilo, había espacio y un parque lo suficientemente cerca como para recuperar el tiempo perdido de ayer con el incidente.
– Me engañaste –dijo mi tío fingiendo enojo.
– Yo no lo hice, tú si –dije sincera.
– No te engañe, te lo oculte que es muy diferente –me abrazo.
– No me da gracia –me solté de su agarre.
– Vamos princesa –paro de caminar – ¿no estas molesta o si? Tú viniste a acostarte con este idiota.
– Pero fue una decisión de último momento y no te lo oculte, ni yo sabía que lo iba a hacer –me di la vuelta y comencé a caminar.

Narra Taylor:
Mi princesa se fue caminando despacio hasta su casa, ya no sabia que hacer. A Lilly por un lado si la consideraba traicionera, había contratado a un investigador para confirmar si tenía una aventura y solo tardó una hora en decírmelo.
Mi sobrina no me mentía, pero no podía tener nada con ella por infinidad de razones pero la más importante era que ella era blanca y pura, era un ángel literalmente, mientras que yo no. No podía pecar de esa manera al tenerla, cuando la bese sentí que algo se quemaba en mi interior. Ella era demasiada mujer para mí.
– Sabes, me decepcionas –me saco de mis pensamientos –prefieres a esa cosa que a mí. Tal vez si soy una niña y puede que todo en mi cabeza este alborotado y no tenga nada en claro... excepto mi opinión acerca de ti.
– Esta bien si, decepciónate de mi, eso... es lo menos que merezco. Por tu culpa ahora soy un depravado y un pedófilo –grite.
– ¿Qué? –pregunto confundida desde donde estaba.
– Nada olvídalo, mejor ve con Kyle de nuevo, ve a llorar a tu habitación, ve a decirle a tus padres que me odias y no quieres que yo te cuide. Ve con alguno de tus otros tíos y déjame morir en mi soltería.
– Oye tranquilo –vino hacia mí.
– Aléjate, eres demasiado buena –me deje caer al suelo.
– No mientras estés así, ¿qué pasa? –me abrazo.
– Muchas cosas, terminaré con Lilly te lo prometo –dije mirándola.
Ella solo me sonrió, de pronto mis ojos se movieron involuntariamente hasta sus labios, esos perfectos labios rosados que moría por besar una vez más. Pero yo era el adulto aquí, se supone que mi fuerza de voluntad debía servir en estos momentos de desesperación.
– ¿Te sientes culpable? –pregunto.
– Sí.
– Compénsamelo –levanto mi rostro y me miró.
– ¿Cómo? –sabía que era lo que quería, pero no debía hacerlo, ella era la fruta prohibida que no podía tocar.
– Impresioname –sonrió seductoramente.
– Dame ideas –pego su frente con la mía.
– Aquí tienes una –me beso en la comisura de los labios.
– Lo que sea menos eso –me separe un poco.
– Entonces... dime que me amas –me miro sonriente.
– ¿Qué? –nuestras miradas eran intensas y fijas.
– Miénteme, dime que me amas, necesito escuchar que lo digas –seguía mirándome.
– Te amo Dawn–ella sonrió.

Enamorada de mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora