Capítulo 3

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  - Taylor... ¿podrías cuidar a Dawn el fin de semana? Queremos ir a Miami por unos días que nos dio la empresa, si todo va bien, tal vez debas cuidarla dos semanas, tendremos que irnos a España –sonrió mi hermana.
- Por supuesto. Estarán mañana para su cumpleaños, ¿verdad?
- De hecho no, ira con sus amigas y su novio a la playa, prometió llegar a las 10:00 de la noche, si no llega. Nos avisas –dijo Josh.
- Claro –me limite a responder.
Observe como llegaba el auto con mi sobrina adentro, bajo muy feliz del coche y mi cuñado ayudo a bajar a la juez que subió con ella. La juez la felicito y se marchó, Dawn vino corriendo hacia a mi y me abrazo. Mackenna y Josh me miraron ofendidos y yo a ellos con burla.
- Gracias, gracias –me besaba la mejilla.
- De nada princesa –la coloque en el suelo nuevamente.
No era la primera vez que notaba que me tocaba mucho el abdomen y la espalda, pero era mi princesa y además, mi sobrina. Qué más daba. Fue a abrazar a su mamá y a su papá, quien seguía haciéndose el ofendido.
Llegamos a un buen restaurante Dawn y yo ya que sus papás dijeron que tenían que alistar todo para el viaje que tenían en unas horas. Llego un camarero bastante joven, de la edad de Dawn  supongo y pude notar que no quitaba la vista de mi princesa. Incluso no nos había traído las bebidas correctas y vi que a Dawn le daban gracia mis celos de tío sobreprotector.
- Ya tío, te lo comerás con la mirada.
- Estoy ocupando el lugar de tu padre en este momento –dije serio, aunque Dawn sabía que estábamos jugando.
Después de una hora y media de pésimo servicio por parte del joven y embobado camarero, por fin pagué la cuenta y nos fuimos de aquel restaurante al cual no volvería a traer a mi querida sobrina.
- Quiero caminar –dijo Dawn tomando mi brazo.
- Como digas –la tendí mi brazo como buen caballero en siglos pasados.
Caminamos por un buen rato hasta que oscureció, estábamos en un puente y hoy había luna llena. Había varias parejas, algunas besándose, otras casi follándose y otras solo observando el paisaje tomados de las manos. Eran aproximadamente las 9: 30 p.m. y recibí una llamada de mi novia, Lilly Collins.
- Lautner –dije con cariño, Lilly adoraba que contestara así.
- Mi Lautner, quería preguntarte si no tienes nada que hacer... para que vinieras a verme –ese 'vinieras a verme' tenía muchos significados pero hoy por algún motivo no tenia ganas.
- Hoy no mi amor, ¿te parece si vamos a cenar? –note que Dawn fruncía el ceño.
- Claro que si, ven por mi en media hora, te amo –colgó.
Guarde mi celular en el bolso trasero de mi pantalón. Dawn estaba como molesta y me pregunte porque.
- ¿Qué te pasa cariño? –pregunte recostando mi cabeza en su hombro.
- Me vas a dejar por tu novia –dijo seria. Amaba cuando se ponía celosa, siempre fue así desde niña.
- Dawn tengo 24 años, a esta edad tu padre y mi hermana y tenían a una niña preciosa de 4 años y yo sigo siendo un soltero sin nada serio –le sonreí.
- Pero eres mi soltero –recostó su cabeza en la mía.
- Vamos, tengo que ir por Lilly en media hora –me miro de mala gana.
Caminamos a paso apresurado hasta mi Audi, Dawn adoraba conducirlo y sabía que eso pensaba en este momento pero yo solo rogaba porque no me lo pidiera ya que se lo concedería.
- Taylor –dijo seria, solo me llamaba por mi nombre cuando algo le preocupaba – ¿sabías que tu novia solo esta contigo por dinero?
- No lo creo princesa –la mire y ella seguía seria, oh, era enserio.
- Yo... la eh visto en varias ocasiones besándose con otros, no es broma –dijo mirándome. Frene enseguida.
- ¿Y porque no me lo habías dicho? –reproche.
- Porque quería que te dieras cuenta tu mismo, pero no lo haces. Cuando te llama es solo para pedirte dinero o se vean en su casa a tener sexo –mi querida sobrina había dicho una palabra fea.
- Tal vez tengas razón, la dejare que ella me lo explique esta noche –le prometí.
- No –respondió quiero que te quedes conmigo.
- Pero acabamos de decir que...
- Por mi cumpleaños –suplico.
Llame a Lilly de vuelta para decirle que se me había topado un imprevisto en la oficina y tenia que ir. Dawn sonrió victoriosa y nos dirigimos a su casa, ya que estaba más cerca y tenía que hacer una maleta para la semana que pasaría en mi casa.   


Enamorada de mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora