Capítulo 18

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  – Dawn estas muy ebria, deja de decir incoherencias –ordene.
– Por favor –insistió.
– Pero claro que no, eso esta fuera de discusión.
– Tay... -dijo con voz seductora.
– Mira niña, duerme. Mañana no recordaras nada –regañe.
– ¿Has oído que los niños y los borrachos dicen la verdad? –se sentó nuevamente en su lugar.
– Si –iba a más de 120 km/h
– Soy muy honesta –dijo recostando la cabeza en mi hombro.
– No lo creo, duerme. Te llevare a tu cama cuando lleguemos.
Dios ¿cama? Mi hermana va a matarme si la ve en estas condiciones y si le digo que fuimos a mi casa también lo hará. Le diré que cenamos y vimos una película en mi casa y nos quedamos dormidos.
Tardamos en llegar a mi casa un poco más de 1 hora desde donde estábamos, le mande un mensaje a Betty mi secretaria para avisarle que mañana no iría a trabajar y que me cancelara todas las juntas que tenía planeadas para mañana.
Cargue a Dawn y la lleve a la habitación que usualmente usaba cuando se quedaba. Estaba tan profundamente dormida que parecía muerta, estaba en un transe envidiable.
Llegue a mi habitación, me quité los zapatos y me cambie por una pijama y me acosté a dormir.

Narra Dawn:
Me desperté con una resaca increíble, baje a pedirle a Nancy que si por favor podría hacerme un café bien cargado. Me tome una aspirina y el dolor bajo, no mucho pero lo hizo. Me tomé el café con lentitud hasta que me tome la mitad de la taza. No recordaba gran parte de anoche, tan solo recuerdo que Taylor me dejó por su estúpido auto y ya.
– Cariño, ¿quieres que te prepare de desayunar? –dijo Nancy.
– Si por favor –volví a tomar un sorbo del café.
– No fuiste a la escuela hoy –me recordó, maldita sea la escuela.
– Tengo una resaca increíble, no sé ni para que tome. No vuelvo a hacerlo.
– Es bueno que aprendas de tus errores –estaba cocinando unos hot-cakes.
– Si lo creo Nancy, ¿y cómo están tus hijos?
– Muy mal querida, ojala creyeran como tu. Mi hijo mayor está en la cárcel, mi hijo mediano no quiere estudiar y mi pequeña princesa se me esta yendo de las manos. Soy una pésima madre.
– Claro que no Nancy, a veces somos nosotros –le di un abrazo.
– Pero es que no lo entiendo, uno quizá se perdona, pero que todos mis hijos tengan problemas me hace sentirme culpable.
– No te preocupes.
– Ya no lo hago cariño, intente salvar a mis dos hijos que estaban en libertad y casi me golpean, ahora solo les doy dinero y ya –dijo con algo de rencor y tristeza.
– Cambiando de tema, ¿qué te hubiera gustado estudiar?
– No lo sé en realidad, me gusta mi oficio aquí con ustedes –me sonrió – ¿y tu, tienes planeada una carrera?
– Quiero estudiar medicina especializada en pediatría pero aun puedo cambiar de opinión.
– Que bueno hija –me sonrió –toma.
– Gracias –le di una mordida a mis hot-cakes –están deliciosos.
– Siempre ha sabido cómo cocinar –dijo la voz de Taylor –hola nana, hola cariño –nos saludo.
– Ven a comer grandote –le dijo Nancy.
Se sentó junto a mí y apenas sentía el dolor de cabeza, con la aspirina y el café se me había bajado bastante. Le dio al igual que a mi su plato con hot-cakes, pero a él le dio más.
Los devoró antes que yo y Nancy le sirvió otra ronda sin siquiera preguntarle.
– Ya lo conoces –sonríe.
– Claro, lo conozco desde que tiene pañales.
– ¿Era lindo? –pregunte.
– Más que eso, pero en las noches a nadie le parecía lindo. No dejaba dormir a nadie.
– Ni hables nana, Dawn nunca me dejó dormir hasta que iba con ella y me quedaba dormido en su cama.
– Tu eras peor, pero al menos ella era un bebé en cambio tu, llorabas cuando no estabas con ella.
– Me amas –me reí.
– Claro que sí, hacía unos berrinches para ir a la escuela tremendos. Decía que quería ir contigo –le daba golpes ligeros en el brazo.
– Pero tenía 10 años, ella tiene 17 y sigue llorando por mí –dijo con aire de superioridad.
– ¿Cómo no va a hacerlo? Si desde que nació la has consentido y amado. Si fueran pareja quedarían lindos –se volteo a lavar los platos.
– ¿Oíste? –le susurre en el oído.
– Si fuéramos –me sonrió.  

  – Quizá algún día –dije desilusionada.
– Bueno chicos, dejo que sigan desayunando. Yo debo ir a comprar unas cosas al supermercado.
– Claro nana –dijo el ayudándole a abrir la puerta de su casa.
Nancy se fue y nos dedico una sonrisa al hacerlo. Al menos ahora sabia que no era la única que sabia que quedábamos hermosos juntos. Taylor regreso sonriente y se sentó junto a mí.
– Tus padres me han llamado –informo mientras tomaba leche.
– Me siento la peor hija del mundo por haber dejado a mi mamá sola con mi padre estando embarazada –dije riendo.
– ¿Insinúas que tu papá no puede cuidarla?
– No lo sé, quizá no.
– Si la cuida como la cuido cuando estaba embarazada de ti, no tienes que preocuparte por nada. Ahora, ya que tus padres no están, podemos irnos de fin de semana a París.
– Sería excelente –sonreí emocionada y le di otra mordida a mis hot-cakes. Me faltaba relativamente nada para terminármelos.
– Entonces llamaré para hacer una reservación.
Mientras yo me fui a bañar y preparar mis maletas Taylor hacia reservaciones. Llevaba treinta minutos en la ducha por lo que mi cuerpo ya estaba muy limpio. Me puse mis cremas corporales y para el cabello. Me puse unos jeans negros con una blusa rosa pálida y unas botas de tacón.
Baje a ver que hacia mi tío y lo encontré también bañado y listo.
– Bueno, el avión sale en 3 horas. Vamos –me tomo de la mano y acarreo las maletas hasta su auto.
En el camino al aeropuerto puse mi disco favorito. Beyoncé. Cuando fuera mayor quería ser como ella, tenía un cuerpo de ensueño y una voz maravillosa.
– Veo que te gusta mucho –dijo sonriente.
– Si –seguí cantando al compás de la música.
– Me parece que va a estar en concierto en Reino Unido la próxima semana.
– Oh Dios la amo, es mi ídolo.
– ¿Cuándo sales de vacaciones de navidad? –estas eran las primeras indirectas para decirme que me llevaría al concierto.
– Estoy de vacaciones –le recordé.
– ¿De verdad? Entonces podemos pasar la Navidad en donde tu quieras
– Italia –dije de repente.
– Italia será –llegamos a la entrada del aeropuerto.
Bajamos nuestras cosas y un hombre se ofreció a llevarlas hasta donde debíamos documentar. Caminamos detrás de él para llegar más rápido.
Documentamos nuestras maletas y nos dieron indicaciones. Debíamos esperar en la sala B hasta que dijeran que podíamos abordar y nuestro número de vuelo era 2937 con destino a la ciudad de París.
Taylor compró dos vasos con café y un sándwich para cada uno. Yo no me lo comí ya que había desayunado hace poco. En cambio mi tío lo devoró como si no hubiera comido nada en días.
– "Pasajeros del vuelo 2937 favor de abordar el avión" –dijo una voz en las bocinas.
– Ven, vamos –Taylor me tomo de la mano y me jalo hasta el conducto por donde la gente abordaba a los aviones.
– Sus boletos por favor –dijo la azafata coqueteándole a MI tío.
– Aquí –le di los boletos y prácticamente me embarre y colgué de Taylor.
Entramos al avión y los sillones eran muy cómodos, tenían almohada y una cobija de color azul con el logo de la aerolínea en una esquina. Quite el antebrazo que nos impedía a mi tío y a mi estar juntos y me recosté en su hombro.
– Princesa, ¿te han dicho que eres muy celosa? –me pregunto sonriendo.
– Sí, pero solo cuido mis cosas –me escondí en su pecho. Su olor era tan varonil que me enamoraba cada vez más cuando lo olfateaba.
– Sabes que siempre voy a ser tuyo –respondió.
– Quiero cerciorarme –bese su mejilla.  

Enamorada de mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora