Capítulo 24

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¿De verdad? –digo emocionada.
-Dawn eres lo más importante que me ha pasado en la vida. Eres mi todo, ¿entiendes? Siempre voy a estar ahí cuando me necesites. Como un amigo, o tío o hermano. Lo que sea.
Le regalo una de mis más sinceras sonrisas. Sería un desastre si mis padres llegaran y arruinaran este momento tan especial para mí. Seguramente también para él.
Entrelazo nuestros dedos y le doy un abrazo, me siento extraña de ser yo quien sea la que inicie lo que vendría siendo el romanticismo, pero ya que sé que él es tímido y no sabe cómo cortejarme, es mejor empezar yo.
Me abraza y besa mi frente. Dios, este hombre es perfecto. No puedo creer que sea solo mío.
-Te amo Dawn, nunca olvides eso –dice de repente. Vuelve a besar mi cabello y me aprieto más contra su cuerpo.
-¿Sabes algo que yo no? –pregunto.
-Muchas cosas princesa, pero no soy yo quien debe decírtelas. Por ahora quiero pedirte que duermas conmigo esta noche.
-Taylor –me separo de su abrazo y tomo su rostro en mis manos. Me pierdo en sus ojos unos segundos y después hablo –dime.
-No.
-¿Tan serio es? –ahogo una risilla.
-No lo sé. Anda vamos a dormir –toma mi mano entre la suya y me jala ligeramente dentro de la casa.
No hay nadie excepto nosotros. Se me ocurren un par de cosas que podrían suceder, pero estoy completamente segura que están fuera de lugar. Quiero hablar con él, que tenga la confianza en mí para que me diga que es lo que le preocupa. No es completamente normal que sea él quien me pida que durmamos juntos.
Nos sentamos en la sala frente a la televisión, la enciende y un escalofrío me pasa por la columna vertebral.
Recuerdo que hace unos años, quizá cuando yo tenía 8 o 9, había una habitación con fogata pero tenía vista a la ciudad. Amo la casa de mi tío porque está lo suficientemente alejada de la ciudad para tener privacidad y vista a la naturaleza de la noche. Pero al mismo tiempo, tiene un camino directo a la ciudad.
Me recuesto en su hombro y él me corresponde el gesto rodeándome con ambos de sus brazos. Una mano queda junto a mi mano y la toma, mientras que con la otra acaricia mi rostro con suavidad. Como si yo fuera un objeto de porcelana sumamente delicado. Como amo esa atención de su parte.
-Te quiero preguntar algo Taylor –digo irrumpiendo ese bello momento. Agradezco a los cielos que no se haya retirado de mí.
-Dime –dice con seriedad. Recuesta su cabeza en la mía y por un momento quiero mantener mi boca cerrada.
-Cuando... tú y yo... bueno... -respiro una bocanada de aire –Olvídalo, te quiero demasiado para hacerte esta pregunta inútil.
La verdad es que quería decirle a que tanto estaba dispuesto a llegar por mí. No esperaba que me dijera que me pedía matrimonio pero... bueno, la verdad no sabía que quería escuchar.
-Tenme esa confianza cariño –besa mi cabello una vez más.
Respiro y me estremezco. ¿Qué pensará de mí? Maldigo en mi mente por no haber pensado esto mucho antes. Maldita sea.
-¿A qué estás dispuesto a hacer por mí? –suelto después de tomar muchas bocanadas de aire.
-Lo que sea. ¿Quieres que haga algo?
-No, solo quería saber. Voy a ir a dormir...
Estaba por irme y voltee a verlo. Me miraba como confundido. Dios, ¿qué quería? Estiro mi mano tal y como él lo hace conmigo. La toma y se levanta junto conmigo, camino escaleras arriba y cuento los escalones en mi mente.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete... Respiro en el octavo escalón y vuelvo a contraer el estómago.
Vamos en el escalón número 10 y mis pies me fallan. Me resbalo. Taylor me sujeta con fuerza por la cintura y me apega a su pecho de frente, de manera que ahora estamos cara a cara. Maldita sea, es tan perfecto.
Sostengo su rostro en mis manos sin dejar de verlo a los ojos y respirar con dificultad al igual que él. Somos unos malditos enamorados.
-Gracias.
-Por nada.
Las palabras sobran, por primera vez no soy yo quien hace alguna insinuación para que los momentos románticos comiencen. Me apega más a su torso como si estuviéramos bailando tango y sostiene mi cabello en una de sus manos haciendo una coleta totalmente improvisada.
Se acerca con exquisita lentitud, sus labios cada vez más cerca de los míos sin dejar de mirarme. Puedo jurar que veo amor y exasperación en ellos. Me muero por preguntarle qué es lo que piensa pero prefiero recibir su primera acción romántica voluntaria.
Me besa. Sus labios exigen algo, siento la desesperación en ellos ya que son salvajes. La ternura ha quedado fuera de nuestro entorno completamente. Mis manos están atrapadas en sus brazos y no puedo tocar su cabello.
Pasan pocos segundos antes de que se separe. Esperaba encontrar pasión en sus ojos, pero no. En vez de eso encuentro ternura y ¿tristeza?
-¿Qué te pasa? –pregunto sacando uno de mis brazos de su abrazo y acaricio su mejilla derecha.
-No quiero dejarte.
-No tienes por qué hacerlo.
-Si tengo. En algún momento te iras a la universidad, quizá encuentres a alguien más joven y mejor que yo de quien te enamores, quizá tus padres se enteren y nos separen...
-No pasará ninguna, puedes estar seguro de eso.
-No, no puedo.
Mi celular arruina el momento sonando desde mi habitación. Él me suelta y yo corro hacia mi celular. Reviso el número y dice desconocido.
-¿Hola? –pregunto.
-Hola Dawn -su voz no la reconozco.
-¿Quién habla?
-Oh cariño, ¿no me recuerdas?
-No.
-Deberías.
-Creo que te equivocaste de número.
-No conozco a más Dawn.
-Entonces creo que voy a colgarte...
-Soy Lilly. ¿Me robas a Taylor y me olvidas? Tienes un corazón aún más negro que el de él.
-Él tiene un corazón perfecto –refunfuño y respondo de mala gana.
-Que me pertenece.
-No es así. Él te dejo porque...
-Por ti. Porque eres una zorra. Te metes con tu tío, tu propia sangre. Como un segundo padre para ti, incluso yo te consideraba una hija. Pero vaya que las apariencias engañan. Ambos me engañaron y ambos van a pagarlo.
Cuelga.
Me siento en la cama y me quedo viendo la pantalla. Según yo Liliana no tenía mi número. ¿Cómo lo consiguió?
Escucho golpes en la puerta pero no contesto, estoy un en shock. No es que me de miedo por mí, pero podría hacerle algo a Taylor y yo eso no me lo perdonaría nunca.

Narra Taylor:
Sigo en las escaleras esperando a que mi sobrina regrese. Me siento hipócrita al decirle sobrina. No puedo llamarla novia o pareja, pero al menos la llamare por su nombre. Espero a que Dawn salga de su habitación para que vayamos a ver una película a mi habitación.
Van 10 minutos haya adentro y aunque sea una amiga o amigo debe de hacer algún ruido y no debería de haber cerrado la puerta.
Camino hasta su puerta y retranco mi oído en ella para poder escuchar algo, lo que sea. Nada. Toco la puerta para ver que hace. Una vez más, no obtengo respuesta alguna. Inmediatamente me preocupo y abro la puerta.
Está sentada en la cama, mi Dawn está mal. Puedo verlo en su mirada perdida. No voltea ni siquiera a verme. Su respiración es entrecortada y en sus manos está su teléfono, lo agarra con fuerza. Como si quisiera hacerle daño a ese objeto inanimado.
Me siento junto a ella y le quito el celular de las manos, no obtengo ninguna resistencia de su parte. Su rostro muestra preocupación, quiero decirle tantas cosas. Que la amo y que me diga que le pasa para poder ayudarla, por la emoción en su rostro no creo que sea algo ni agradable ni bueno. Dios, ¿en que se ha metido esta niña?
- ¿Dawn?–pregunto mirándola. Por fin parpadea. Jesús, estaba en shock.
Vuelvo a quedarme sin respuesta. Pero al menos ahora puedo ver con claridad como sus pulmones se llenan de aire.
- Cariño, ¿qué pasa?
Voltea a mirarme y deseo de verdad poder leer sus pensamientos. La tomo de la mano para demostrarle mi apoyo y beso sus nudillos, uno por uno.
- Dime que pasa.
- Nada.
- ¿Cómo nada? Cariño parecías muerta segundos atrás. Dejaste de respirar y no me mirabas. Dímelo.
- Bueno, Lilly llamo. Dijo que era una zorra porque por mí la habías dejado –cierra los ojos y toma una gran bocanada de aire –dijo que ambos la lastimamos y ambos pagaríamos.
- Cariño ella no va a tocarte un solo cabello mientras yo viva –le doy un abrazo. Maldición, ¿cómo carajos se enteró de nosotros?
No me importa lo que me haga a mí. Me interesa que quisiera hacerte algo. Yo me muero si algo te hiciera esa loca.
- Nada va a pasarme, te lo juro –levanto su barbilla para que pueda mirarme –te lo juro.
- Bésame.
Le tomo el rostro y la acerco a mí. Caray es perfecta y tiene los ojos de mi hermana. Era demasiado parecida a sus padres para siquiera emborracharme y hacerla mía como quería. No me arrepentía de haberlo hecho con ella porque ella no lo hacía, pero fue tan difícil para mí.
El verla tendida en mi cama debajo de mí, escucharla gemir mi nombre y que me amaba. El tiempo que tenía los ojos abiertos era un castigo porque tan solo verla era ver a sus padres. Esto me atormentara el resto de mi jodida vida.
Junto nuestros labios en un beso tierno, estando yo sentado a su lado con su rostro en mis manos, se mueve para quedar a horcajadas en mi regazo. Enreda sus piernas en mi cintura y se apodera de mi cabello por completo. Como la amo.
Ejerce una ligera fuerza con sus piernas obligándome a acostarme poco a poco hasta estar completamente boca arriba con Dawn sobre mí.
Mi mano derecha deja su rostro y viaje de inmediato a su cintura mientras que la izquierda pasa a su muslo. Deja mis labios para dirigirse a mi cuello, al contacto de sus labios con la piel caliente de mi cuello me estremezco, para ser primeriza lo hace bastante bien.
Somos interrumpidos nuevamente por su odioso aparato.
Se separa con pereza y su cabello esta alborotado, pero solo un poco.
- No vayas –mis labios dicen las palabras antes de que pueda reaccionar.
Vuelve a sonar el pequeño aparato.
- Será rápido, lo prometo.


Enamorada de mi TíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora