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Tal y como Ciel decreto el día anterior Undertaker se había mudado a la habitación de Sebastián y durmió con Ciel, aunque Ciel lo noto extraño toda la noche.

Ciel despertó tarde en la mañana extrañado de que Sebastián no lo hubiese llamado, este tampoco estaba en la cama. Los sirvientes tenían día libre y Undertaker parecía haber desaparecido por lo que decidió salir el mismo a buscarlo por la mansión.
- ¿Sebastián? - Estaba en la cocina cuando escucho unos leves gemidos y el menor con recelo entro despacio en la sala - ¿Sebastián? - repitió él menor dispuesto a echar a correr ante él mínimo indicio de peligro, se sigan escuchando los gemidos y jadeos pero no estaba preparado para lo que iba a encontrar. Su mayordomo estaba tirado en el suelo doblado sobre si mismo, sudando y temblando.
- ¡SEBASTIÁN! - Grito el menor asustado , pues no sabia que estaba pasando ni era capaz de mover él solo al mayor.
- ¡Sebastián que pasa! - el mayor no respondía, o no podía y Ciel se ponía más nervioso intentando arrastar a Sebastián hacía la puerta de la cocina.
Un rato después Ciel había conseguido arrastrar a Sebastian ,que hacía rato había perdido la consciencia, asta el sofá del salón de la planta baja de la mansión, aun asi no sabia que hacer para ayudarlo. Lo tapó con una manta por los anteriores temblores que parecían haber cesado, pero seguia sudando mucho, ni siquiera recordaba haberlo visto sudar nunca.
-Piensa Ciel piensa... - Ciel coloco un paño húmedo en la frente del mayor esperando alguna mejoría y retiro algunas de las gruesas prendas que constituían el uniforme de mayordomo. El mayor recobró un poco la consciencia lo suficiente como para notar como el menor cambiaba paño de su frente y notar como le sujetaba la mano.
-¿Ciel?- susurraba el mayor
- ¿Que ha pasado? - El menor llevaba llorando un buen rato.
- Pues puede que la comida de humanos no me sienta muy bien - como en un espasmo volvió a doblarse sobre si mismo con expresión de dolor que horrorizó al menor - No se si podre mantener mi apariencia humana Ciel - el mayor hizo una pausa mientras intentaba reprimir otro espasmo - no pasa nada si me dejas solo
- Estúpido demonio, no me dijiste nada y ahora quieres me me aparte - el menor apoyo la cabeza en el hombro del mayor
- Cálmate Ciel, es solo que no quiero asustarte - El mayor intentaba mantener él tipo para echar a Ciel, pero comenzaba a intuir que no podría y tampoco poseía el tiempo para insistir
- Yo de aquí no me muevo
- tsk Ciel fuera - la suave y aterciopelada voz de Sebastián sonó ruda y rígida ordenando al menor que saliera cosa que hizo más por miedo que por la orden misma de lo que el mayor se arrepintió inmediatamente al escuchar él portazo de la puerta y la carrera del menor despavorido por el pasillo.
-Que cruel, con lo que se había esforzado el pobre ángel - Undertaker se burlaba entrando por la ventana y estirando hacía abajo de uno de los cuernos del ya transformado Sebastián
-Tsk estúpido e inútil shinigami - A Sebastián le temblaba todo el cuerpo
- Hehehe no seré tan inútil cuando tengo al Conde desconsolado llorando en su cuarto- El shinigami mostró su amplia sonrisa ante la mezcla de dolor y sorpresa del demonio y salió por la ventana de nuevo.

Ciel estaba bocabajo en la cama, no lloraba, estaba extrañamente tranquilo. Undertaker entro por la ventana, se sentó sobre la cama acariciando la cabeza del Conde con suavidad.
- Trate de advertirtelo joven Conde, los demonios son traicioneros...ellos nunca fueron humanos - Ciel apoyó su cabeza en el regazo del peliblanco
- No quería que lo cuidase... - el menor estaba triste, se sentía culpable y otra vez se mostraba débil ante él shinigami
- Son seres orgullos - el mayor aprovechaba para ganar el corazón del azulino - yo jamás te haría eso- cogió el mentón del derrotado Ciel y lo alzo obligadolo a mirarlo - jamás te haría daño así - le dio un tímido beso que el menor ni correspondió ni rechazó simplemente se dejo, ese día había sido demasiado para él.
-¿Quiere algo de desayunar joven Conde? - El mayor dejo al niño tumbado en la cama con los ojos cerrados y salió por la ventana cuando noto que a duras penas llegaba Sebastián por el pasillo.
- Ciel... - lo nombro dificultoso mientras intentaba moverse hasta La cama. El menor solo hizo un sonido como confirmación.
Con grandes dificultades llego asta el menor y se echo a su lado notando él olor del shinigami en la piel del menor y lo abrazó.
- Nunca había enfermado sabes
- Nunca me había ofrecido a ayudar a alguien asi - decía él menor a modo de reproche
- Perdón - El mayor en toda su demoníaca existencia jamás había imaginado que se iba a disculpar con nadie y menos con un humano pero no quería que aquel frágil ser renegara de estar a su lado. El menor se dio La vuelta y abrazó a Sebastian dándose cuenta en ese momento de que ya no mantenía su forma humana.
- ¿no te pica la curiosidad? - Ahora el que sentía curiosidad era el mayor
- Ya lo había visto, con el ojo de shinigami ¿recuerdas? - El menor acaricio La base de las alas, justo donde la carne y las plumas se juntan. -es suave
En ese instante Sebastián perdió la consciencia otra vez al tiempo entro Undertaker con una taza da té para el menor.
- Hehehe No esperaba que llegase asta este extremo el demonio por desgracia debe desearte tanto como yo... - el mayor entregó la taza al menor y puso al mayordomo boca arriba abriendo La camisa y palpando el abdomen del otro que hacía muecas de dolor - tiene el estómago duro... - parecía hablar más para él que para el menor- Que conste que esto lo hago mas por ti que por el, por mi como si se tira todo el mes entre dolores - El shinigami miro de repente a Ciel - Ahhh pero esa cara no quiero volver a verla - El peliblanco dio y obligó a tragar unos frutos rojos y pequeños al otro y se dirigió hacía la puerta - yo que tu pequeño ángel azulino me iria antes de que vomite, no será algo bonito - el peliblanco salió entre risas de la habitación con sentimientos mezclados mientras gritaba - espero mi pago ya sea en carcajadas o... De otra manera... -

Varias horas después Sebastián despertaba sudando, con temblores y con el menor abrazado sutilmente a una de sus alas con sus dedos entrelazados con las oscuras plumas, pero él se sentía demasiado mal como para admirar a Ciel por más tiempo porque las arcadas comenzaban a invadir su cuerpo sentándose en el borde de la cama.
- Si intentas evitarlo te sentirás peor - el menor trenzo el largo pelo negro del mayor para evitar que lo manchara
- Se siente horrible - era lo único que le dio tiempo a decir antes de retener otra arcada
-Si, lo se - Ciel intentaba hacer lo mismo que Sebastián cuando él se sentía mal y le acariciaba la cabeza con inseguridad, realmente no sabia si eso lo ayudaba en algo.
En la última arcada acabo echando todo mientras Ciel le sujetaba el pelo y le acariciaba un poco la espalda intentando tranquilizarlo.
- ¿Mejor?
- Todavía no me encuentro bien, pero no me dan ¿arcadas? - Se dejo caer en la cama y todo sobre el para abrazar al menor - Te necesito cerca, me haces sentir bien - Ciel se abrazó a su cuello
- Me asustes demonio estúpido - el menor los tapo a ambos con la manta aprovechando para acurrucarse junto al otro que no se movía demasiado pues segia con malestar. Sebastián se limitaba a abrazar al menor que tanto se había empeñado en quedarse ahi. Miro en el reloj y era tarde en la noche eso explicaba porque ella menor se había vuelto a dormir a pesar de todo lo que había pasado. El mayor cogió en volandas y envuelto y se lo llevo al cuarto de invitados contiguo.
- Sebastián, ¿ya te encuentras bien? - el menor hablaba entre las sábanas
- Algo así - dejo con delicadeza a Ciel sobre la cama y el se dejo caer al lado
- No quiero - Ciel bostezo volviéndose A dormir - que te esfuerces... - el menor se volvió a dormir agarrando él ultimo mechón de la trenza de Sebastián
- Como puedes ser tan adorable - acaricio su rostro con ternura
- Ese niño te adora demonio afortunado - el peliblanco acaricio la cabeza del menor
-Soy un demonio afortunado a pesar de que lo besastes - Los ojos del mayor ahora de castaño rojizo estaban rojos carmesí clavados en el peliblanco
- Lo descuidaste el tiempo preciso para que yo atacara - el peliblanco beso la mejilla del azulino mientras escuchaba la cola del demonio agitarse con furia contraten colchón .
- No te acostumbres shinigami, este niño es mio - El demonio abrazó el bulto de sábanas en el que se encontraba el menor.
- No te acostumbres a tenerlo entre tus garras, ahora no podrías hacerlo demonio por el ojo de shinigami - el shinigami se burlaba el enfadado demonio
- Tampoco sería un ángel, por haber vendido su alma - no paraba de apretar a Ciel a modo de posesión que dormía plácidamente en el calor de los brazos del demonio.
- Hacía tiempo que no había un híbrido ángel-demonio - sentenciaba el peliblanco mientras salía por la puerta riendo al alejarse.

El secreto en el baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora