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Despertó Ciel tarde en la mañana, el sol se colaba molestandolo por la ventana, se paro un poco mientras divisaba que ese no era su cuarto y estaba firmemente agarrado a algo. Poco a poco fue despertando para ver que estaba firmemente agarrado al mayordomo que no sabia muy bien si estaba dormido o solo se lo hacia pero a juzdar por su traviesa sonrisa se lo estaba haciendo.
El mayor ya había recuperado su forma y estaba yacente con una mano en la espalda del menor que lo agarraba con fuerza.
-Buenos días bocchan - Decía abriendo por fin los ojos y acariciando levemente la espalda del menor que se recostaba sobre el pecho del mayor dejando su cabeza sobre el pecho del otro.
-Buenos días - su voz mostraba cansancio y pereza - ¿Ya estas bien?
Sebastián quedo un poco sorprendido tanto el día anterior como este Ciel había mostrado mucha preocupación por su salud ¿estoy cambiando su alma? Se preguntaba él mayor ¿es lo que quiero ?
- Me encuentro bien bocchan - el menor se abrazó al cuello del mayor y le besó el cuello.
-No me vuelvas a asustar así demonio estúpido - el menor se sentó sobe su mayordomo y le golpeó el pecho con el puño.
-Bocchan, si me disculpa tengo tareas que hacer, y usted también - Ciel se dejo caer hacía atrás resoplando.

Un rato después ambos estaban ya en sus tareas enfrascados, Ciel de mal humor con sus papeleos y Sebastián limpiando el estropicio del día anterior mientras pensaba en el cambio de Ciel .
¿Estaba cambiándolo ? Debia admitir que amaba como se comportaba el menor, pero no soportaba pensar que pudiera mostrar esa recien descubierta faceta débil y dulce a cualquier otra persona -Tsk- salió de su boca mientras terminaba de limpiar el suelo del cuarto principal.
- Hehehe - el sepulturero apareció por la ventana dejando sobre la mesita del Conde un jarrón con unos lirios del valle blancos en su interior - Tu también te has dado cuenta - El peliblanco se sento en la cama y el otro intento ignorarlo - El pobre ángel, ese niño, se esta cansando de jugar a ser adulto, esa alma indefensa endurecida por las vivencias se cansa de aparentar fuerte y autosuficienciente, aparentando inquebrantable cuando solo quiere un hombro en el que llorar, es tan tierno tratando de ser lo que no es...
A Sebastián le recorrió un escalofrío, realmente ya sabia todo eso pero expuesto en palabras lo hacían estremecer.
- Tiene una voluntad inquebrantable aunque su carácter cambie su objetivo... - Sebastián quedo pálido cuando se dio cuenta, si su objetivo se cumplía su alma sería totalmente suya, sin oportunidad de cambiar de opinión, podría convertirlo en demonio y se dibujo una maléfica sonrisa en su rostro - ... Y su alma será mía .
El peliblanco miro con desprecio al otro y de repente sonrió de nuevo - Demonio, no sonrías asi, tu necesitas terminar con tu contrato para convertirlo, yo solo necesito que muera - volvió a sonreír y comenzó a reir por lo bajo mientras el de los carmesies ojos miro con suficiencia y desafiante.
- Podría convertirlo antes si así lo deseara - El peliblanco se puso severo en un segundo y apartó el pelo de su ojo tapado mirándolo con determinación
- No lo harías...- el mayor le devolvió la mirada desafiante  y salió por la puerta con paso largo dirección al despacho a lo que el peliblanco salió por la ventana en la misma dirección.

Ciel estaba malhumorado rellenando papeleos y mirando ofertas cuando sintió como la luz que entraba por la ventana se eclipsó de repente, al mismo tiempo que oía la puerta abrirse con brusquedad, sin saber muy bien lo que ocurría un segundo después Sebastián lo había cogido en brazos y por la ventana entraba un acelerado Undertaker.
-Bocchan, ¿le gustaría convertirse en un demonio y pasar la eternidad conmigo?- El menor quedo estupefacto al mismo tiempo que Sebastián terminaba de hablar en un segundo había sido arrebatado por Undertaker ante la impotencia del demonio.
-Joven Conde ¿quisiera convertirse en ángel y quedarse con este servidor?
Sebastián clavo un tenedor en uno de los brazos del peliblanco haciendo soltar al menor cayendo al suelo mientras el shinigami contratacaba con su death scythe cortando La chaqueta de Sebastián .
-Tsk - dejaba escapar él mayordomo ante la fuerza del sepulturero. Sebastián contrataco lanzando cuchillos que el otro esquivo con facilidad. Clavando su guadaña con saña en una pierna del demonio que cayó al suelo - ¡SEBASTIÁN ! - Gritaba él menor reaccionando ante aquello. El mayordomo aprovecho la cercanía del sepulturero para clavar su mano en el estómago del otro.
El menor que estaba cercano a ambos gritaba desgarrado y bañado en sus sangres sin saber que había pasado para iniciar eso.

Mientras tanto en algún lugar de la sociedad de los shinigamis dos de ellos tomaban una difícil decision.
-Will no podemos hacer eso, el mocoso todavía esta vivo- comentaba Grell Sutcliff a William.T. Spears que lo miraba con seriedad
-Grell tenemos que evitar la pelea entre esos dos, son muy fuertes ambos y no podríamos detenerlos - William ojeo un libro y escribía algo - si eliminas el motivo del conflicto eliminas la guerra
- Sebas-chan se pondrá furioso conmigo - Suspiraba el pelirrojo - y Undertaker me matara ... ese mocoso parece ser importante para ambos
-Te acabo mandar matar y recolectar el alma de Ciel Phantomhive.
- Bueno, pero lidia tu con ellos después...
El pelirrojo salió con su death scythe apoyada en el hombro y contoneándo las caderas al andar hacia la mansión del susodicho.

El demonio y el shinigami continuaban luchando ante el menor que hacía rato se había arrastrado y apoyado contra la ventana y había escondido la cabeza entre sus rodillas abrazando sus piernas. Tenía Los ojos abiertos mirando la nada cuando de repente se levantó con mirada furiosa - ¡PARAD! - En ese preciso instante la ventana se eclipsó de nuevo y sintió un desgarrador dolor que atravesó su pecho desde la espalda, rasgandole los pulmones y dejándolo en el suelo dando bocanadanadas en vano pues sus pulmones se estaban encharcado en sangre.
El pelirrojo saco la motosierra del menor sintiendo las penetrantes miradas de los otros que habían parado y estaban por hacer algo pero no intuía muy bien el que.

El secreto en el baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora