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Era temprano en la mansion Phantomhive y el joven amo de la mansión ya estaba malhumorado, el motivo era algo que al entendimiento de su mayordomo y amante se escapaba. El menor desde el accidente se había mantenido distante, cosa que ha Sebastián dolía de una forma que el no entendía ¿porque si se trataban como antes esa distancia dolía tanto? Ese extraño sentimiento punzante aparecía cada vez que frenaba su deseo de tocar o poseer al menor, ademas que como demonio estaba reprimiendo todo deseo sexual.
Sebastián caminaba por el pasillo con la charola y rostro alicaído, antes de entrar al cuarto un suspiro salió de sus finos labios forzó una sonrisa y entro al cuarto.
- Es hora de despertar bocchan -dejo su aterciopelada y sensual voz sonase dulce al despertar a el menor mientras abrió las cortinas y movió un poco el bulto envuelto en mantas que rápidamente se incorporó sonrojado, sudoroso y con el ceño fruncido.
- Sebastián puedes retirarte - Sebastián izo una reverencia y salió manteniendo a duras penas una sonrisa que se transformaba en odio hacía esa situación. Espero unos minutos en el exterior de la habitación intentando calmarse pero sus ojos destelleantes marcaban que no lo haría, si quería tocaría y poseeria al menor cuando quisiera.

Abrió la puerta de un portazo y entro apresurado asta la cama quedando a un lado inclinándose sobre el menor que quedo aprisionado entre los brazos que el mayor clavó a ambos lados. - ¿Que esta pasando? - la voz soñaba firme y segura, más como una orden y le sostenía la mirada con fiereza cosa que Ciel no dudo en sostenerle.
- ¿A que te refieres? - Ciel lejos de amedrentarse se tapo con las sabanas otra vez ocultando un sospechoso rubor.
- ¡¿QUE ES LO QUE TE PASA CONMIGO ?! - Ciel fingió no darle importancia pero Sebastián conocía bien esos ojos que le suplicaba no indagar más en el tema, simplemente sujeto con más firmeza las sabanas dejando escapar un olor que no fue indiferente al fino olfato del mayordomo que en un segundo arranco sábanas y antas del cuerpo del menor y miro complacido.
- A si que esto es lo que escondias- apartó las nerviosas manos para ver la firme erección que el menor trataba de ocultar - yo también lo he extrañado bocchan- En seguida el deseoso miembro de Sebastián comenzaba a palpitar de manera placentera, deseando más acción. Quitó la ropa al menor y comenzó a masturbarlo con rapidez y eficacia a pesar de que el menor ya había hecho medio trabajo e intentaba cerrar las piernas reacio a que el mayordomo lo acabase.
- No ... Nhg Seb-Sebastián no,para... me vengo - En seguida el menor se sintió reventar pero Sebastián no iba a dejar que acabase rápido, había esperado demasiado y el todavía ni había empezado.
- No te he permitido correrte pequeño Ciel - presiono con suficiente fuerza la base del miembro del menor impidiendo la salida del blanco fluido provocando una mezcla de dolor y placer haciendo gritar y retorcerse a Ciel que intaba quitar las firmes manos de su amado - Esta noche mando yo, como castigo por tener a un demoniaco servidor en la abstinencia - antes de que el menor pudiera rechistar Sebastián lo beso juntando sus lenguas intentando dominar la rebelde lengua del menor que al final mordió con suavidad para retenerla mientras se sentaba encima de las piernas del menor atando con un lazo el miembro del menor para evitar que se corriera.
- ¡No! ¡Quitalo! ¡Rápido!- Haciendo caso omiso a las súplicas con urgencia del menor ató las manos de este al cabecero de la cama y comenzó a bajar por el delicado cuerpo pasando su lengua asta los rosados pezones y comenzó a lamerlos y morderlos asta enrojecerlos y mientras el menor dejaba de resistirse y comenzaba a estremecerse para entregarse al impuro y placentero acto.
- Estas castigado por livinidoso - siguió bajando pasando su lengua asta el miembro deseoso de estallar del menor comenzando a lamerlo mientras escuchaba los dulces y excitantes jadeos del menor que en un momento dado comenzó a restregar sus finas piernas por el miembro del mayor cosa que el lujurioso mayor fue incapaz de pasar por alto .Este levanto la mirada encontrándose con la mirada pícara y extasiada de Ciel - ¿Sigues tentando al demonio? Niño malo , haciendo que mi pantalón apriete - En el rígido pantalón de Sebastián se marcaba su imponente erección que clamaba atención mientras el menor seguia en su excitante frote.
- Yo también se ponerte en apuros demonio pervertido - sin quitarse del menor se bajo las prendas mostrando ante los complacidos ojos del su enorme, palpitante y humedecida erección del menor que subió sus piernas al los hombros del mayor.
- Todavia puedo jugar mas - Susurro Sebastián con lívido al oído del menor que sonrojado y sudoroso conseguía frotar su palpitante miembro con el del mayor haciendo que este se mordiera el labio inferior. - puede que no tanto como creía - Sebastián siguió el juego de Ciel mientras con una mano metió dos dedos en la entrada de Ciel simulando embestidas que quedaban tortuosamente lejos de su punto de placer y daba pequeños mordiscos en el pecho marmóreo y estrecho del menor dejando las marcas de dentelladas marcando como suyo ese pecho.
- quita ...ngh...el lazo Sebastián - Sin prestarle atención al menor que rogaba retiro sus dedos y embistió con fuerza al menor tocando el punto que lo hacía delirar. Esa calida estrechez húmeda del pequeño niño traía loco al demonio, dejaba su miembro atrapado en una placentera calidez que ningún otro ser le había proporcionado y el rostro del menor extasiado también por ese contacto... Todo eso lo amaba... Continuo con el vaivén vertiginoso que a duras penas podía seguir el menor asta que en un momento dado soltó el lazo del miembro del menor - Ahora ordenó que te corras Ciel - susurro lascivo al oido del menor que inmediatamente soltó el blanco fluido en el pecho de Sebastián haciendo que Ciel contrayera todo su cuerpo y el mayor ante esa estrechez que tanto amaba se venía en el interior del menor llenándolo de calido fluido y disfrutando de la placentera sensación. Sebastián se levantó arreglándose el traje asta dejarlo perfecto y soltó las manos de Ciel que tenía una inusual sonrisa sincera y tranquila que lo hacía ver como el ser más bello y angelical que el demonio nunca había tenido el placer de conocer.
- Bocchan... - Ciel centro de atención en el mayor con sus enormes ojos azules que miraban con algo de interés
-¿Ahora me vienes con bocchan?
- Ciel, quiero que guardes esa sonrisa para mi y que no se la enseñes a nadie mas - Acaricio el rostro del ahora ruborizado menor y lo beso - es una orden, no quiero que nadie más lo vea sonreír - el menor forzó desagrado
- Ni que pudieras ordenarme nada - Su voz sonó entre burlona y desafiante de cara al otro que le sostenía la mirada con la misma sintonía.
- Como mayordomo no, como demonio todo tu ser me pertenece y por tanto debería obedecerme - la voz de Sebastián sonó autoritaria y sería e inesperadamente con un deje de cariño. Ciel de rodillas sobre la cama se abrazó a Sebastián apoyando la cabeza en el hombro del otro ¿cuando había conseguido esa confianza? Suspiro casi en el oído del otro
- como si nadie pudiera hacerme sonreír así - el mayor cogió en brazos a Ciel y lo cubrió con la manta de la cama dirección al baño para comenzar La rutina diaria.

El secreto en el baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora