2

1.5K 121 40
                                    

Una semana había pasado en la que el orgulloso Conde Phantomhive había evitado por todos los medios a su demonio, sus contactos se habían vuelto mínimos incluso ahora Mey-rin le servía la comida y Bard lo cambiaba y aseada. El chico tenía una razón de peso para esquivar así a su mayordomo aunque preferiría ser devorado a tener que admitirlo.

Por su parte el mayordomo comenzaba a notar que esa separación lo haría enloquecer, pues contra menos veía al niño más paranoico se volvía y comenzaba a cometer fallos a mayor o menor grado. Como no controlar su fuerza o andar distraído y tirar algo al suelo, minimaleces en comparación con los celos que le daban cuando el chico quedaba a solas con los otros sirvientes.
-Bocchan pide un postre- Decía Mey-rin toda agitada y emocionada ante su nueva responsabilidad, cosa que hacía que Sebastián enloqueciera por dentro.

-bocchan puede ser un amo muy capaz, pero no deja de ser un niño que quiere su dulce y que lo arropen por las noches- seguía murmurando la dama pelirroja casi para si misma, con ternura en su voz mientras colocaba el pastel el la charola. Eso no hacía más que alimentar los celos de Sebastián, que parecía cua volcán a punto de estallar, ante esa posibilidad decidió ir a la hora de la cena a hablar con él ¿porque se distancia? Esa pregunta reiteraba en la mente de Sebastian mientras se dirigía hacía el salón principal.

Para su sorpresa y al abrir las puertas el salón estaba vacío y un despistado Finni que andaba arreglando un jarrón era el único presente para comunicarle a Sebastián que su bocchan había partido esa tarde para Londres por algún asunto que el rubio desconocía. ¿Cuando habían perdido el contacto? Se preguntaba Sebastián recriminando el haber estado tan obnubilado que no se percató de la ausencia de Ciel.

Unos minutos después se encontraba en Londres buscando como un loco al Conde ¿cuando se había vuelto tan dependiente? Contra más tiempo pasaba más nervioso se ponía, ese sentimiento que hacía estremecerse a el demonio casi podría decirse que le provocaba angustia. En una de sus apresuradas batidas por las calles fijó sus ojos en una pequeña, tétrica y excéntrica tienda de ataúdes y se dispuso a entrar cuando el olor de su amo lo detuvo en seco en la puerta donde se quedó intentando escuchar.

Aquel excéntrico shinigami de cabellos plata no era tonto y su tienda tiene un cristal bastante grueso que no le permitía oír, pero podía ver perfectamente a Ciel y Undertaker hablar sentados ambos en un ataúd. Los celos apaciguado por la preocupación del momento anterior volvían a quemar en el pecho del demonio ante aquella cercana charla que hacía ruborizar al joven Conde en demasía cosa que hacía sonreír pícaramente al shinigami que pasaba su larga uña negra por el rostro del joven que se sonrojaba todavía más y besaba con timidez el moflete del mayor al tiempo que este le entregaba una caja al menor envuelta con un fino lazo negro.
Un aura demoníaca comenzaba a emanar de Sebastián oscureciendo su alrededor como la más oscura y siniestra de las noches sin luna, dejando ver unos ojos de pupilas felina y rojos como la sangre, unos cuernos gracilmente enroscados y unas alas negras . Entró a la tienda expandiendo su oscuridad por toda la tienda, deseoso de de matar al amante de su pequeño amo.
-TUUUUUU-Gritaba más que furioso dejando entrever dientes de depredador dentro de su boca y señalando al plateado.
-Sebas...- el Conde es apartado de un empujón por su demonio que lo hizo estrellarse con la pared colindante dejando a la vista a Undertaker que miraba con sorna todo el asunto.
-jijiji ¿yooo? -burlaba el shinigami desde su posición.-¡TÚ ME HAS QUITADO A CIEL!-gritaba fuera de lugar Sebastián abriendo sus alas de manera amenazante. A su vez Ciel - yo no toqué al lindo Conde, el estaba aquí por otros... Asuntos... - movía de manera cansina una mano mientras se ponía serio-¿¡ASUNTOS QUE SE ZANJAN CON UN BESO?!- Lejos de calmarse Sebastián se acelera más intentando arrancarle la verdad al shinigami -Bueno, el precio de la información es una carcajada y el de los productos un beso hahehe - Undertaker se levantó para coger la caja que había sobre la mesa.

El secreto en el baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora