Capítulo VIII: El Club de Duelo

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Una casa de madera brilla ante la luz de la luna,
suave como la brisa, perdida entre la duna,
sostenida por un sueño inacabado
que termina mas no expira
El sentimiento es su hado,
doloroso y deseado...

- ¡SIRRRAH, DESPIERTA! ¡DESPIERTA YA!

Abrí los ojos con dificultad, me ardían mucho. Lentamente llegaron a mí los gritos de pavor de Margot y me enderecé de inmediato. Empecé a toser desesperada, no podía respirar.

La habitación estaba llena de un humo negro tan espeso que no podía ver a mis compañeras, aunque sus chillidos me hacían saber que estaban al lado. Desde la cortina en la cabecera de mi cama había un camino de llamas que cruzaba por el suelo hasta donde debía estar la puerta de salida. Miré horrorizada que estábamos atrapadas y nadie venía a por nosotras.

Gateé hasta los pies de mi cama e intenté encontrar una salida, pero lo que lograba ver, estaba distorsionado por el calor. Las demás lanzaban encantamientos al fuego que no hacían diferencia alguna, y el agua que salía de mis manos se evaporaba al instante. Los hechizos eran tan inútiles como intentar apagar las llamas con un soplido.

Un golpe seco sonó a mi derecha: Margot se había lanzado de su cama.

- ¡NO PUEDO ABRIR LA PUERTA! -gritó desde la entrada-. ¡ALGUIEN ÁBRALA, MALDITA SEA! ¡¿POR QUÉ NADIE NOS ESCUCHA?! -lloriqueó desesperada.

Algo brilló con fuerza a mi lado y entré en pánico cuando vi que mi brazo estaba en llamas. Lo extrañísimo fue que no sentía nada.

- ¿No quema? -pregunté atónita.

Estiré la mano para tocar directamente las llamas y, en efecto, no hacían ningún daño. Parecía sólo luz. Cerré la mano y, como magia, todo el fuego se apagó.

Los gritos de mis compañeras se detuvieron de a poco. Paralizadas, se volvieron a mí, soltando pequeños sollozos.

- ¿Qué... qué has hecho? -me preguntó Davis en un hilo de voz. Estaba acorralada en la pared y tenía la piel blanca y sudorosa.

La miré confundida.

- ¿Yo?

- ¡SÍ, TÚ! -exclamó la más grande de todas, Samara Higgs- . ¡BLACK, ESO NO FUE MALDITAMENTE GRACIOSO EN NINGÚN SENTIDO DE LA PALABRA!

- ¿Pero de qué demonios hablas? -repuse molesta- ¡Si yo estaba dormida!

- ¡TE ESTABAS HACIENDO LA DORMIDA! -hizo un ademán de querer lanzarse hacia mí.

- ¡CHICAS! -gritó Margot-. Chicas, basta. Seguro ha sido un accidente. No hay necesidad de...

Tocaron la puerta. Las cuatro compartimos una mirada nerviosa, hasta que Margot decidió abrir. En el umbral apareció uno de los prefectos de séptimo años y detrás de él un puñado de estudiantes que se apretujaban en el corredor para mirar a nuestra alcoba. El humo que quedaba se esparció hacia afuera.

- ¿Qué está pasando aquí? -preguntó el moreno, tosiendo-. ¿Ha habido un fuego?

- Black lo ha causado -me acusó Higgs furiosa.

- Eso lo resolveremos en un momento, ya he llamado al director Snape -informó el chico-. ¿Alguna está herida?

Comprobé espantada que las tres tenían quemaduras, por lo que el prefecto les indicó que se cambiaran para partir a la enfermería. Deseando huir de la atención prejuiciosa de todos, dije que me bañaría. Probablemente podía ser sospechoso el encerrarme en ese momento, pero necesitaba estar sola.

Sirrah Black & la Cámara Secreta | SBLAH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora